patrimonio rescatado

La 'Operación Thomas' evita una catástrofe fotográfica en Barcelona

Los fondos de la fototipia más célebre del Eixample son reunidos por el Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya y la Fundación Anastasio de Gracia

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barcelona/ES.280179.AGF_6.1_02489.jpg / ARCHIVO FUNDACIÓN ANASTASIO DE GRACIA

Carles Cols

Carles Cols

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Tras no menos de siete años de silente y ciclópeo trabajo, ha sido presentada en el Institut d’Estudis Fotrogràfics de Catalunya (IECF) la aventura (porque lo ha sido) de recuperar los fondos de la Fototipia Thomas, una historia del Eixample barcelonés que amenazaba con caer en el olvido y que ha sido posible salvar de la amnesia gracias, sobre todo, a la entusiasta labor llevada a cabo por la madrileña Fundación Anastasio de Gracia. Lo presentado en el IECF es un libro, que parecerá algo habitual, cada semana se presentan varios en la ciudad, pero en realidad sus casi 200 páginas son solo una minúscula punta de iceberg, porque lo mayúsculo es que las fotografías rescatadas son consultables a través de una web, que es una mina de 4.200 diamantes y muy pronto muchos más.

La fototipia fue una de tantas técnicas que a finales del siglo XIX surgieron para convertir el revelado de negativos en un proceso industrial. En 1889 comenzaba ya a ser muy popular su existencia, aunque no era fácil de definir en qué consistía la técnica. Un tratado sobre fotografía publicado aquel año la definía así: “Procedimiento de grabado heliográfico a la gelatina bicromatada”. No era algo comprensible para todo el mundo, pero sí para el catalán Josep Thomas, que no solo amasó una fortuna con este oficio, sino que además fue el inventor de una de las variantes de la fototipia.

Negativos de cristal de la factoría de Thomas empleados para la fototipia.

FUNDACIÓN ANASTASIO DE GRACIA

A Thomas se le recuerda en Barcelona más que nada por el edificio de la calle de Mallorca que lleva su apellido, la Casa Thomas, una finca en la que es imposible no reparar, una construcción neogótica (casi más propia del Gotham City de Frank Miller) de la que levantó sus dos primera plantas Lluis Domènech i Montaner y que llevó hasta su altura definitiva posteriormente su yerno Francesc Guardia Vial. Es una obra muy singular pero su contemplación no suele decir nada al paseante sobre lo que allí aconteció, y es una lástima.

Los bajos de la Casa Thomas, en realidad, la parte del edificio que lleva realmente el sello de Josep Domènech i Montaner.

Los bajos de la Casa Thomas, en realidad, la parte del edificio que lleva realmente el sello de Josep Domènech i Montaner. / ©Roberto Lara Fotograf’a

La Fototipia Thomas (que antes de afincarse en la calle de Mallorca ocupó otras direcciones postales del Eixample) reprodujo una cantidad ingente de fotografías de Barcelona, Catalunya y España, una memoria visual de altísimo valor hoy en día, a partir de 1907 incluso en color. De los talleres de la familia Thomas tanto salieron las reproducciones de los dibujos al carboncillo de Ramon Casas, las ilustraciones de las más ancianas ediciones de la Enciclopedia Espasa y, también, postales a miles. Ahora ese es un producto que ha caído en desuso porque no puede competir con lo digital, pero las postales fueron más que una moda a caballo de los siglos XIX y XX. Solo en el año 1900, por ejemplo, se imprimieron en toda Europa unos 250 millones de unidades. La Fototipia Thomas puso más que un grano de arena a esa producción.

Tres niñas esperan la llegada de barcas en la playa de Mataró.

Tres niñas esperan la llegada de barcas en la playa de Mataró. / ARCHIVO FUNDACIÓN ANASTASIO DE GRACIA

Lo que ocurrió con todos aquellos negativo entre 1975 y 1978, en gran parte placas de vidrio, fue que con el cierre de la empresa comenzó a disgregarse, una tragedia desde el punto de vista de cualquier buen documentalista, y con el tiempo, claro, aquel material empezó a aparecer en subastas por aquí, por allá y por acullá.

En el libro, el responsable del centro de documentación de la Fundación Anastasio de Gracia, Uría Fernández, le dedica un inequívoco título a esta cuestión: “Destrucción y reconstrucción de un archivo fotográfico”. Cuanta allí el pasmo que sintieron en la fundación cuando en 2015 sus responsables descubrieron que un conocido portal de subastas vendía en lotes minúsculos las fototipias de Thomas. “Adiós al sacrosanto principio de procedencia del archivo”. Para comprender el daño, Fernández explica que sería lo mismo que si el arzobispo de Burgos decidiera vender a piezas la catedral de la ciudad, sillar a sillar, a coleccionistas de todo el mundo.

Empleados de una fábrica de jabón de Calatayud, un recuerdo que habría caído en el olvido sin la fototipia de Thomas.

Empleados de una fábrica de jabón de Calatayud, un recuerdo que habría caído en el olvido sin la fototipia de Thomas. / ARCHIVO FUNDACIÓN ANASTASIO DE GRACIA

Esa es la tarea a la que se han dedicado estos últimos años, a poner de nuevo en pie la catedral fotográfica de la Fototipia Thomas. Han recuperado alrededor de unas 25.000 imágenes, en ocasiones gracias a la sensibilidad de personas que entendieron antes que nadie el daño que se estaba causando, como Manuel Ubeda, Joan Fontcuberta y Pep Rigol, que compraron 8.700 placas de vidrio a un coleccionista antes de que lo hiciera otra persona y que, llegado el momento, pusieron todas las facilidades para que se sumaran a la colección original. No siempre ha sido eso posible. En el libro se pasan cuentas con algunos propietarios que no quisieron colaborar y que al final terminaron por fraccionar aún más la colección, para sacar más tajada.