China, la gran preocupación

La guerra de Israel rompe las perspectivas de crecimiento de la economía mundial

La guerra de Israel contra Hamás, al minuto

Soldado israelí sobre un tanque.

Soldado israelí sobre un tanque. / Jalaa MAREY / AFP

Eduardo López Alonso

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El nuevo foco de inestabilidad mundial que supone la guerra de Israel contra Hamás en Oriente Próximo ha abierto una grieta más en las expectativas de crecimiento mundial. Los analistas financieros estudian estos días las consecuencias económicas que puede tener este conflicto bélico, que sumado al de la guerra de Ucrania y las pugnas geoestratégicas entre China y EEUU desbaratan las ya imprecisas previsiones de bancos de inversión. Los analistas de Generali Investments, por ejemplo, han apuntado ya las primeras líneas preocupantes de una situación que enturbia crecimientos y confirma incertidumbres.

El informe de Generali, dado a conocer este lunes, apunta, no obstante, a que es el frenazo del crecimiento económico de China el elemento más preocupante y con más incidencia en la evolución de la economía mundial para el próximo año. En la Eurozona, la mayoría de los análisis siguen con la previsión de una "recesión moderada en Alemania" y un estancamiento en la mayoría de los demás países.

Para los expertos de la banca de inversión Nomura, con la guerra de Israel, "en el peor de los casos, Israel podría emprender una acción militar directa contra Irán. En este escenario, podríamos ver el precio del petróleo subir por encima de los 125 dólares por barril".

Pero la crisis inmobiliaria china apunta a frenazo claro en un crecimiento pasado insostenible ante el propio crecimiento de la estructura social del gigante asiático. Que China crezca el 4% puede parecer normal, pero supone una ralentización con efectos planetarios, la tasa más débil desde 1990 (salvo durante la pandemia de 2020).

Solo desde el punto de vista estadístico, el sector inmobiliario representa en China alrededor de un 7% del PIB del país. Sin embargo, si se incluyen todos los sectores auxiliares (materiales de construcción, transporte por carretera, empresas de apoyo al sector inmobiliario y, por supuesto, el sector de electrodomésticos), el alcance de una crisis del sector inmobiliario representa alrededor de una cuarta parte (25%) del PIB chino. El volumen de las hipotecas vigentes en China es también elevado, equivalen al 29% del PIB según datos de Eurizon. Una crisis inmobiliaria puede tener implicaciones significativas en su sistema financiero. El valor en sí mismo total del sector inmobiliario, incluyendo propiedades privadas y comerciales, supone el 220% del PIB, convirtiendo al sector en el segundo más grande, en términos nominales, del mundo. Esto contrasta con el 165% de EEUU y el 360% del Reino Unido.

Según datos de la consultora KPMG, China se convirtió en 2022 en el mayor proveedor de bienes de España y esa tendencia se mantendrá en los próximos años según la consultora. Prevé que la cooperación entre China y España se expandirá a varios campos en los próximos años, incluyendo la economía digital, la agricultura, la fabricación de automóviles y el desarrollo de energías renovables, entre otros.

Precios del petróleo

El único elemento positivo de ese frenazo en el crecimiento de China es que supone un freno también para el alza de los precios energéticos que animan las guerras de Ucrania y de Israel. Una China débil tiende a consumir menos petróleo. En este sentido, el frenazo previsto para las economías occidentales dependerá más de las políticas monetarias emprendidas que de la factura energética y las importaciones. Salvo un bloqueo imprevisto del canal de Suez.

Los expertos del banco suizo de inversión Julius Baer consideran que los datos más recientes sobre la economía china sugieren que la estabilización del crecimiento puede ser mayor en septiembre. "Esperamos que la publicación del PIB del tercer trimestre en China muestre una ligera moderación del crecimiento, principalmente debido a la actividad económica más débil en julio, y que la actividad económica de septiembre muestre una estabilización hacia el final del trimestre", explicaron este lunes mediante un comunicado. 

Evolución de los tipos

Como consecuencia de este entorno macroeconómico, los bancos centrales en Occidente se enfrentan a un dilema cada vez más profundo entre un crecimiento vacilante (con el riesgo de un endurecimiento excesivo de la política monetaria) y la necesidad de mantener un pulso firme a unas subidas de precios todavía demasiado elevadas y que requiere alzas salariales urgentes que nada tienen que ver con la competitividad. Cabe recordar que la productividad de los países no deriva de costes salariales bajos sino de la venta de productos y servicios de alto valor añadido y alto precio. Plantillas infravaloradas desembocan tarde o temprano en productos y servicios de menor calidad y menor competitividad.

El reciente repunte de los precios de la energía en medio de los recortes de producción de la OPEP+ complica aún más el panorama. Además, las expectativas de inflación a largo plazo siguen cuestionando la credibilidad de los bancos centrales en cuanto a su objetivo del 2%. Aunque es probable que los principales bancos centrales occidentales hayan alcanzado sus tipos máximos, tendrán que mantener los tipos restrictivos actuales durante más tiempo, lo que limitará las perspectivas de recuperación para 2024, opinan los expertos de Generali.

Inflación preocupante

Pero la inflación sigue siendo el quebradero principal para las economías domésticas. En el caso de España y Catalunya esas subidas de precios muy por encima de los salarios, sumada al aumento de los tipos de interés están empobreciendo a la población. Cara en los próximos meses, el Col·legi d'Economistes de Catalunya mostró este lunes su preocupación. Según el decano, Carlos Puig de Travy, "la climatología, el complejo contexto geopolítico, la evolución del precio del petróleo y las inercias que en los últimos meses vienen registrando determinados apartados no permiten ser demasiado optimistas con la inflación". Por ello, insiste en que "se deben combinar medidas de tipo coyuntural, con acciones selectivas de protección a los colectivos sociales y empresariales más vulnerables a la inflación, con medidas estructurales, de contención de costes vía diálogo social y de transformación del modelo productivo a través de la aceleración en la aplicación de los fondos europeos".