Condiciones laborales

La crisis climática multiplica los riesgos de morir de calor en el trabajo

La siniestralidad laboral aumenta el 10% ante altas temperaturas y los expertos consultados advierten de que falta prevención en las empresas

Gabriel Ubieto

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Domingo, tres de la tarde, el termómetro supera los 30 grados a sol y en un céntrico parque de Barcelona en obras resuena un martillo neumático. Pese a que está prohibido por ley trabajar en fines de semana en la construcción, varios operarios avanzan sus labores en plena canícula. Ese mismo fin de semana un trabajador de la limpieza de Madrid se desploma en plena calle y muere por las altas temperaturas. Al día siguiente moría otro empleado de una parada cardíaca en una nave de Móstoles en la que trabajaba a 46 grados. Este mismo jueves otro trabajador, de 56 años, ha fallecido mientras repartía propaganda en las calles de la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama, según ha informado Emergencias 112. O en las últimas horas se ha viralizado un vídeo de un mensajero en Arizona (Estados Unidos) que se desploma de calor en la puerta de un cliente cuando le iba a entregar un paquete… "Son episodios que desgraciadamente van a ir a más si no tomamos las medidas necesarias y de forma mucho más seria", alerta el secretario de Treball de la Generalitat, Enric Vinaixa.

Según apunta el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), el mayor análisis hasta la fecha sobre el presente y el futuro de la crisis climática, una ola de calor extremo que antaño hubiera ocurrido cada 50 años, ahora es casi cinco veces más probable que ocurra. El planeta se calienta, la crisis climática de la que llevan alertando los máximos expertos avanza y los siniestros por estrés térmico o exposición a altas temperaturas cada vez serán más frecuentes, según reconocen investigadores de riesgos laborales, inspectores de trabajo, sindicatos, patronales y la Administración.

“Las empresas y las administraciones públicas están obligadas a tomar todas las medidas que sean necesarias, estén previstas o no en una norma, para la protección de la seguridad y salud de su personal”, recuerda el investigador y profesor asociado de la UPF especializado en prevención de riesgos laborales, Ignasi Areal. No obstante, muchas empresas están más pendientes de acreditar que cumplen con sus obligaciones que de cumplirlas realmente y querer prevenir realmente los accidentes, según señala la portavoz de la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo (UPIT), Mercedes Martínez. "A veces nos personamos en centros y nos sacan una carpeta polvorienta con los papeles que no la han abierto en muchísimo tiempo", cuenta.  

Golpe de calor a 40,6 grados de temperatura corporal

Un golpe de calor es una de las manifestaciones más habituales ante una alta exposición a temperaturas extremas. Este se produce cuando la temperatura corporal supera los 40,6 ºC y, cuando esto pasa, entre el 15% y 25% de los casos el afectado muere. Así lo indica el Instituto de Seguridad e Higiene en el Trabajo, que identifica como otros síntomas la taquicardia, la respiración rápida, los dolores de cabeza agudos o nauseas y vómitos. Si el trabajador comienza a notar alguno de estos síntomas debe detener inmediatamente su actividad, resguardarse del sol e hidratarse.

El calor dispara la siniestralidad el 10%

Beber agua periódicamente, especialmente en aquellos oficios físicos y al aire libre pero también en interiores con altas temperaturas, es uno de los elementos más básicos para prevenir golpes de calor. Y aproximadamente el 70% de los trabajadores europeos no están hidratados correctamente en algún momento de la jornada laboral, según indica un informe del proyecto Heat-shield, financiado por la Comisión Europea.

Dicha investigación identifica el calor como un claro riesgo de laboral y un freno para la productividad. Reduce el rendimiento de los trabajadores, ya que mengua su resistencia física y mental, también la visión, la coordinación motora y la concentración. Lo que puede provocar que cometan más errores y que, a su vez, ello derive en lesiones. Otro reciente informe del Col·legi d'Arquitectes Tècnics de Barcelona pone cifras a dichos riesgos: la siniestralidad laboral aumenta el 10% ante altas temperaturas.

Las condiciones contractuales del trabajador no son baladí y es que los empleados temporales se ven más expuestos a los riesgos laborales, climáticos o de otro tipo, según recuerda la portavoz de UPIT. Pues pese a que al trabajador le ampara el "derecho a resistencia", es decir, poder no cumplir las ordenes de un superior si ello entraña un riesgo para su salud, aquellos empleados con menos garantías tienen menos probabilidades de ejercerlo. Es el caso del barrendero muerto en Madrid, que tenía un contrato de un mes de duración y, según relató su hijo al diario 'El País', hacía sobreesfuerzos con la voluntad de que le renovaran.

Evitar las horas de más calor es otra de las recomendaciones frecuentes para minimizar riesgos. Los sindicatos en Catalunya llevan reclamando para la construcción implantar un horario intensivo durante el verano; sin éxito. “En Madrid, Andalucía y Extremadura las patronales lo han aceptado, pero aquí llevamos desde el 2013 intentando implantarlo y se niegan. Trabajar a temperaturas por encima de lo que marca la prevención de riesgos laborales es cada vez es más habitual”, afirma el secretario de acción sindical de CCOO de la construcción, Carlos del Barrio. Sobre esta cuestión, desde la Cambra de Contractistes de Obres de Catalunya no han querido responder a las preguntas de EL PERIÓDICO.

Peligro en exterior e interior

Los oficios al aire libre, como la construcción o la limpieza viaria, son los que mayor riesgo térmico entrañan, especialmente durante las olas de calor. Las profesiones agrícolas son otro gremio entre los que destacan. Antes de los tres muertos que se han sucedido en Madrid este verano ya hubo precedentes que sacudieron a la opinión pública. Como el Eleazar Blandón, un jornalero sin permiso de trabajo que fue descargado de una furgoneta y abandonado en un centro de salud en Lorca (Murcia). Allí moriría como consecuencia de un golpe de calor tras trabajar durante horas a más de 40 grados y sin agua. Era 2020.

No obstante, Areal, de la UPF, advierte que en interiores también existe claros riesgos térmicos y que la gran mayoría de edificios no están debidamente aclimatados. Y señala que una empresa que haya realizado una evaluación por estrés térmico con temperaturas por debajo de las que se consideran como "ola de calor" -práctica habitual- no se podría considerar que cumple con la obligación de evaluar los riesgo de estrés térmico que implican una "ola de calor". Y añade: "Si cada ola de calor tiene un perfil propio (de duración, intensidad, humedad, etc) también haría falta actualizar la evaluación de riesgos conforme a las previsiones de cada ola".

Este año la Inspección de Trabajo ha iniciado una campaña específica para advertir a las empresas sobre los riesgos térmicos, aunque fuentes del cuerpo precisan que no es muy diferente de las actuaciones que hasta ahora venían realizando. La novedad es que este año se ha realizado un envío masivo de cartas informativas. Concretamente en Catalunya la policía laboral ha mandado un total de 18.879 cartas a empresas advirtiéndoles de los riesgos del calor. A bandaleloa, también han multiplicado las campañas de sensibilización en espacios públicos y los cursos formativos con patronal y sindicatos. ¿Son conscientes las compañías de qué implica la crisis climática en sus centros de trabajo? "Quiero pensar que sí, pero nuestra obligación es que lo sean mucho más. También es cierto que en algunos ámbitos hay casos concretos que no cumplen", declara el secretario de Treball. 

Repartir cuando el sol cae a plomo

Un trabajador reparte para Glovo durante una ola de calor, en Barcelona.

Un trabajador reparte para Glovo durante una ola de calor, en Barcelona. / Jordi Otix

Un ciclista pedalea por el carril bici de la calle Diputación de Barcelona, delante suyo va otro ciclista que se para a un metro y medio de un semáforo en rojo, en vez de apurar la línea del paso de cebra como es práctica habitual. El primer ciclista se ha detenido, a sabiendas, justo donde acaba la sombra de un platanero y se evita así esperar al verde bajo la solana de las dos del mediodía. A su espalda porta una mochila de la aplicación de reparto a domicilio Glovo.

“Trabajamos más de seis horas seguidas. Yo suelo empezar pronto para intentar evitar las horas más calurosas, pero no son ni las diez de la mañana y ya estás sudando. Puedes dejar de repartir al mediodía, pero no vas a ingresar nada. Además Glovo pone los bonos más altos [paga más las horas] de una a cinco de la tarde. Es una manera de obligarnos a estar en dichas horas de comida”, cuenta David, un repartidor afiliado a la CGT.

Pese a que el calor invitaría a primera vista a equiparse con la mínima ropa posible, es habitual entre los ‘riders’ llevar camisetas de manga larga. Es para evitar las quemaduras que repartir durante horas bajo la solana puede causar. Fuentes consultadas de CCOO explican que en las empresas donde subcontratan a los repartidores de las flotas de UberEats o Stuart no facilitan ni cremas solares ni espacios donde poder refugiarse del calor. Tampoco botellas de agua. "Deshidratación, fatiga y quemaduras por el sol suelen ser las adversidades más frecuentes por las que nos vemos en estos días tan calurosos”, cuenta David.

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