Los efectos del covid

Restaurante Joanet: “Sobrevivimos gracias a una clientela fiel y agradecida"

Cuatro bares tradicionales de Barcelona lamentan su desamparo en comparación con la gran cadena, pero destacan el vínculo con sus consumidores como clave para superar la pandemia

Barcelona 28/2/2022 La pandemia perjudica a los bares tradicionales, que se los quedan las franquicias. Bar Mariona. Ronda de Sant Pere, 62 Foto Ferran Nadeu

Barcelona 28/2/2022 La pandemia perjudica a los bares tradicionales, que se los quedan las franquicias. Bar Mariona. Ronda de Sant Pere, 62 Foto Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Paula Clemente

Paula Clemente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La vitrina transparente muestra tortilla de patatas, cruasanes y algún que otro bocadillo. Este mostrador de un pequeño bar de Barcelona, la barra, los taburetes, la máquina de café y mínimo una estantería con varias botellas de alcohol son el hilo que le une a otros establecimientos de su estilo. Eso, y que ante la pandemia todos se han quedado solos ante el peligro. “El que es autónomo no tiene los mismos recursos ni las mismas opciones que una empresa que está preparada con una batería detrás para parar todo esto”, expone la propietaria de un restaurante con 130 años de historia en el Born, en Barcelona. “Cuesta más negociar con los propietarios por ejemplo una reducción de la cuota de alquiler si estás tu solo”, coincide la responsable de un bar cerca de Arc de Triomf. Y “una cadena puede permitirse ajustar más el precio”, remata el encargado de un establecimiento en Sant Gervasi.

Según datos del grupo de investigación de mercado NPD, los locales de su clase han perdido 15 puntos de cuota de mercado en los últimos 10 años en favor de las cadenas de restauración: 7 puntos solo en los dos años que llevamos de pandemia.

"El de las cadenas es un problema que viene de lejos”, plantean desde el Bar Mariona, situado en la Ronda Sant Pere. Aunque el covid lo haya puesto más de manifiesto, dicen, ya era habitual que un cliente eligiera comer en un local cuya marca le resultara familiar y no en un bar del que apenas tiene información. 

Y este es solo uno de los problemas. “La gente ya no quiere trabajar en un bar, no se traspasa nada”, dirá tras la barra de otro local, este en el Eixample, un camarero que antes se dedicaba precisamente a traspasar locales de restauración. “Cuando se jubilan los propietarios, los hijos ya no quieren encargarse del negocio: por eso cada vez hay más familias chinas en ello, porque no les importa trabajar tantas horas y porque así pueden estar junto a la familia”, explica de nuevo la ayudante del Bar Mariona. Ella es de raíces chinas. Y su tía, responsable de este local de larga barra, extensa hilera de botellas y doble máquina tragaperras, también. 

Barcelona 27-01-2022 Economía. Les que més s’esmenten són Vivari, Bracafé, i algun Fornet d’en Rosend. Però també hi ha un parell que m’han parlat de fast food, que ens en podem anar a l’altra banda i anar a un Konig o a una Sureña o 100 Montaditos o un d’aquests. Tienda VIVARI Eixample. AUTOR: MANU MITRU

Barcelona 27-01-2022 Economía. Les que més s’esmenten són Vivari, Bracafé, i algun Fornet d’en Rosend. Però també hi ha un parell que m’han parlat de fast food, que ens en podem anar a l’altra banda i anar a un Konig o a una Sureña o 100 Montaditos o un d’aquests. Tienda VIVARI Eixample. AUTOR: MANU MITRU / MANU MITRU

Bastantes metros cuadrados menos, pero misma estética presenta el Bar - Cafetería Albert’s. Mari, su dueña, coincide en que a la hora de gestionar deudas están solos, pero es el único inconveniente que encuentra a ir por su cuenta. Al otro lado: la capacidad de conocer a la mayoría de su clientela y de poder ofrecerles un trato casi familiar. “A veces la gente solo quiere hablar, hacemos casi de psicólogos”, afirma. Y eso, en una cadena más grande, es mucho más difícil.

Relato parecido hace Àngels desde la Plaça Sant Agustí Vell, en el Barrio Gótico. “Hemos tenido clientela muy fiel y muy agradecida, cuando abrimos las puertas tras la pandemia tenía cola de clientes que venía a gastar lo que fuera: entiendo que un establecimiento con menos años y ‘caliu’ se hundió”, analiza la propietaria del Joanet.

Porque ella no se ha lanzado al ‘delivery’, ni el Albert's, ni el Mariona, ni el local de Sant Gervasi. Y todos han sobrevivido, aunque Àngels, del Joanet, cree que por lo menos el suyo es un caso particular: más de un siglo de historia, poder pasar sin un ICO y tener una clientela verdaderamente entregada. La prueba es que a su alrededor, entre tres y cuatro negocios de su mismo estilo, no han podido contarlo.

Suscríbete para seguir leyendo