Para David Card

La subida del salario mínimo se lleva el Nobel de Economía

Uno de los economistas premiados, David Card, consigue el prestigioso galardón tras demostrar que el incremento del salario mínimo no provoca destrucción de empleo

Card estudió hace 28 años como evolucionó la ocupación en las cadenas de comida rápida de Nueva Jersey, donde había subido el SMI, y de Pennsylvania, donde no

El economista canadiense David Card

El economista canadiense David Card / EFE / FUNDACIÓN BBVA

Gabriel Ubieto

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La demostración empírica de que subir el salario mínimo no acarrea directamente destrucción de empleo se ha llevado el Premio Nobel de Economía en su edición 2021. Más concretamente el prestigioso galardón lo recogerá el economista y profesor de la Universidad de Berkeley David Card (Guelph, Canadá; 1956), que ha sido reconocido por la academia sueca debido a su "empírica contribución a la economía laboral". Card fue uno de los primeros autores que demostró que la teoría de los efectos negativos sobre el empleo de subir el salario mínimo no se sostenía empíricamente. La academia ha premiado a Card, junto a Joshua Angrist y Guido Imbens, por sus contribuciones metodológicas para verificar o no supuestos como el del SMI. Es decir, la academia no le premia por el resultado, sino por llegar al mismo a través de una metodología científica contrafactual -verificar una causalidad a través de dos casos de estudio similares-.

Subir o no subir el salario mínimo interprofesional (SMI) ha sido un debate especialmente intenso este año en España y motivo de discordia en el seno del Gobierno de coalición. Con una afectación directa no menor, pues alrededor de 1,5 millones de personas -casi el 10% de los asalariados- cobran el SMI en toda España. 

Su efecto positivo está claro: si sube el salario mínimo, 1,5 millones de personas pasarán a cobrar más. Por el contrario, y este fue uno de los argumentos que tanto patronal como los detractores dentro del Gobierno citaron para oponerse a un incremento, si las empresas tiene que pagar más salarios, a algunas ese aumento de costes no les será asumible y despedirán. Es decir, algunos pasarán a cobrar un poco más, mientras otros se quedarán de golpe a 0. 

"Va a contraer más el empleo", ha defendido el presidente de la CEOE; Antonio Garamendi. "La situación sigue marcada por la incertidumbre y nuestra prioridad debe ser impulsar la creación de empleo", decía la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, a principios de julio. Finalmente este episodio se saldó con un incremento de 15 euros, pasando de 950 euros a 965 euros (en 14 pagas) para los últimos cuatro meses del año. Una trama que tendrá una inminente segunda parte, pues Gobierno y agentes sociales deberán volver a negociar sobre este cuestión para actualizar de nuevo el SMI a partir del 1 de enero del 2022.

Nueva Jersey contra Pennsylvania

¿Hasta que punto una subida del salario mínimo beneficia a más gente de la que perjudica y hasta que punto unos euros de más para unos compensan la pérdida de todo el salario para otros? 28 años antes de que en España este debate desatara ríos de tinta, el hoy premiado David Card y Alan B. Kruger (ya fallecido) publicaban en la revista The American Enonomic Review el artículo "Minimun Wages and Employment: A case of study of the Fast-Food Industry in New Jersey and Pennsylvania" (Salarios mínimos y empleo: un caso de estudio de la industria de la comida rápida en Nueva Jersey y Pennsylvania"). Y su conclusión fue que subir el salario mínimo no solo no destruía empleo, sino que en determinados supuestos lo generaba.

En dicho artículo los investigadores ahondan en la relación y efectos que producía la subida de los salarios mínimos en entornos con una masa salarial baja. Y lo hacían comparando dos casos geográficamente cercanos -Nueva Jersey y Pennsylvania son estados colindantes del este de Estados Unidos, ambos cercanos a Nueva York- y económicamente asimilables. Una metodología contrafactual, similar a la aplicada recientemente para probar la vacuna, en la que los economistas miden los efectos de una variable observando las diferencias entre dos casos muy similares en lo demás.

Los académicos aprovecharon que en 1992 Nueva Jersey decidió subir su salario mínimo -en Estados Unidos el SMI va por estados o incluso ciudades- de 4,25 dólares la hora a 5,05 dólares. Y se pusieron a comparar la evolución del empleo en 410 restaurantes de comida rápida, estilo McDonalds, Burger King o KFC y demás cadenas; donde parte del bajo coste de sus productos se sustenta en que los trabajadores cobren lo mínimo en la mayoría de casos. Por aquel entonces la subida del salario mínimo también despertó el rechazo del mundo empresarial.

"No encontramos evidencias de que la subida del salario mínimo en Nueva Jersey haya reducido el empleo en los restaurantes de comida rápida del estado", rezan las conclusiones de su estudio. Card y Kruger no solo demostraron que ello no tenía un efecto pernicioso sobre el empleo, sino al contrario. "Detectamos que el aumento del salario mínimo ha aumentado el empleo", afirman. Y es que en su cruce de datos detectaron que, tras subir el salario mínimo, el precio de la comida rápida aumentó, ya que sus principales parroquianos, los mismos trabajadores de bajos ingresos, habían visto crecer su poder de compra. Su tesis refuerza que la subida del salario mínimo permite redistribuir parte de la riqueza hacia las rentas más bajas, que acaban gastando dichos incrementos en la propia economía local.

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