mercado laboral

"Perdí mi empleo por hacer la cuarentena"

Además de los problemas laborales, Nelly Macedo tiene que lidiar con un casero que la quiere echar por haber contraído el coronavirus

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Guillem Tapia

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Es un hecho que las consecuencias de la pandemia -a todos los niveles- afectan con mayor dureza a los más vulnerables, pese a que las cifras del paro registrado en septiembre sean más positivas. Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan las personas con menos recursos es el de no poder permitirse el lujo de hacer una cuarentena. Sus empleos son siempre presenciales y temen que, si se ausentan, perderán sus trabajos. Nelly Macedo, procedente de Perú y profesional de la limpieza, asegura que le ha pasado exactamente eso.

“Dejé mi puesto en otra empresa porque los horarios eran mejores y me permitían traerme a mi hija a Barcelona. Me dijeron que iba para cubrir una sustitución, pero que la persona que estaba de baja no volvería y, por tanto, me harían fija. Fue un error confiar en ellos”, se lamenta Nelly. Tras menos de un mes trabajando como limpiadora en el Palau de la Música para una empresa subcontratada, la hija de Nelly -ya en Barcelona- se contagió de coronavirus en un casal de verano y, posteriormente, ella misma también contrajo la enfermedad.

Como es preceptivo, a Nelly le dieron unas semanas de baja para que pasara la cuarentena en casa hasta que se hiciera una pcr con resultado negativo. A principios de septiembre, antes de cumplir las dos semanas de encierro, Nelly recibió un SMS en el que se le informaba que ya no estaba afiliada a la Seguridad Social. Cuando pidió explicaciones a la persona que la había contratado -cuenta ella- le dijo que no había superado el mes de prueba y que le tramitaría los papeles del paro. “Incumplieron su palabra y ahora ni mi pareja ni yo tenemos ningún ingreso. Es una situación muy complicada”, cuenta la mujer.

A los problemas laborales de esta familia se unen los habitacionales. Nelly, su hija y su pareja viven en una habitación en un piso compartido en Sant Andreu, en el barrio de Navas. Su casero ya no les quiere ahí, considera que son un peligro y que pueden contagiar al resto de personas que viven en la casa. Por eso les urge a que se marchen tan pronto como sea posible.

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