"Estando en erte no me alcanza para mandar dinero a mi país"

Tirando de ahorros y esperando a que la llamen para volver a trabajar. Esta es la 'nueva normalidad' de Franchezka, una joven que antes de que se decretara el confinamiento y se suspendieran las actividades económicas no esenciales trabajaba como camarera en un bar del distrito de Sant Martí, en Barcelona, y en otro de Sant Adrià del Besòs. “Los lugares en los que trabajo son pequeños y ya me han avisado que, como mínimo, no abrirán hasta la 'fase 2', cuando puedan volver a entrar clientes al local”, explica Franchezka. Está por ver, además, cuando habrá la suficiente clientela para que pueda reincorporarse a trabajar, hasta cuando las empresas podrán seguir acogiéndose a los ertes por causa de fuerza mayor, si las condiciones de la desescalada se modificarán... todo lo que rodea al sector de la hostelería estos días es muy incierto.

Si la situación de desempleo se eterniza, sus planes pasan por buscar trabajo como limpiadora del hogar, un trabajo que ya ha desempeñado antes. “Con el dinero del erte no me alcanza para pagar el alquiler y mandar dinero a mi familia, que lo necesita mucho”, relata la joven que llegó a España procedente de Honduras hace casi tres años y que actualmente reside en Cornellà. Las condiciones del 'toque de queda' en el país centroamericano son draconianas: entre el 4 y el 17 de mayo las personas tan solo podrán salir un día a la calle, dependiendo del último dígito de su cédula de identidad, para realizar alguna de las actividades catalogadas como básicas.

El abono de la prestación del erte esta semana ha sido un alivio para ella. Podrá pagar la renta, hacer frente a sus gastos corrientes y, con un poco de suerte, si encuentra alguna mesa libre a partir de la semana que viene, tomar una cerveza en una terraza. Por supuesto, también piensa mandar una remesa de dinero a Honduras tan pronto como le sea posible.