Los jornaleros del COVID
Ahora el trabajo está en el campo
En un mes, el coronavirus ha puesto todo tan patas arriba que, desde el 7 de abril, se puede trabajar (en el campo) y a la vez cobrar el 'paro', algo inconcebible hace unas semanas. Puede que vaya para largo porque el Covid-19 paraliza casi todo, pero no las estaciones, y la fruta no se va a recoger sola ni las ovejas se van a esquilar unas a otras. Las ofertas de empleo, más allá de otros trabajos esenciales como personal sanitario o de supermercados, están ahora casi exclusivamente en el campo y allí acuden parados y estudiantes, beneficiarios o no del inédito decreto que permite compaginar dos cobros.
Si cuando se presentó, el ministro de Agricultura, Luis Planas, subrayó que se trataba de una medida "absolutamente excepcional y extraordinaria" con fecha límite 30 de junio, ya se ha anunciado que estudian "si fuera necesario prolongar su aplicación".
Inmigración necesaria
El cierre de fronteras ha confirmado quiénes en buena parte hacían esos trabajos. Mayoritariamente, cuadrillas con contratos en origen de jornaleros extranjeros, del norte de África, del Este de Europa o de Sudamérica. Pero minoritariamente también había inmigrantes sin papeles y/o sin contratos que ahora no pueden llegar a los campos sin autorización que respalde su movimiento.
Desde la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja) apuntan que ellos siempre han tenido claro que la inmigración es una "solución muy necesaria" (especialmente con la fórmula de contratos en origen) que les ayuda a sacar adelante las campañas con los trabajos que los españoles no quieren hacer.
Se contempló para el decreto una regularización exprés al estilo de Portugal para solicitantes de asilo o de permiso de trabajo pero finalmente se limitó a la prórroga de permisos que vencían durante el estado de alarma y a una autorización para inmigrantes de entre 18 y 21 años con residencia pero sin permiso laboral.
Cifras y letras
El decreto establece contrato escrito y cobro por transferencia del SMI pero la letra pequeña deja fuera a aquellos que han sufrido un erte por la pandemia. Desde el sector han pedido que se reconsidere porque eso aumentaría mucho el número de candidatos. Porque si, según el ministerio, hacen falta entre 75.000 y 80.000 trabajadores, ASAJA pone el tope en 150.000 "porque en el campo empieza ahora la temporada alta".
En su bolsa hay más de ochenta mil solicitudes pero apuntan que la prohibición de pasar de una comunidad autónoma a otra complica cuadrar oferta y demanda. Esa es la otra petición y ponen el ejemplo del Valle del Ebro, donde hacen falta cincuenta mil jornaleros para la recolectar la fruta de hueso y no habrá tantos candidatos entre Aragón y Catalunya. Algo parecido pasa con el ajo en La Mancha o las cerezas en Extremadura o Alicante. Y luego vendrán melones y sandias.
El pacto para convalidar en el Congreso el Decreto incluyó su tramitación como proyecto de ley, lo que abre la opción cambios vía enmienda. Lo que tiene mala solución es la melena de las ovejas porque no hay licenciado, 'collidor' o estudiante que sepa esquilar si no lo ha hecho antes.
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