MATERNIDAD Y CONCILIACIÓN

Tres mujeres nos cuentan su vuelta al trabajo tras la maternidad: ¿Existe la corresponsabilidad?

La vuelta al trabajo después de tener un hijo no siempre es fácil. En muchas ocasiones, renunciar a su carrera profesional no está en los planes de estas mujetes, pero tampoco lo está renunciar a ser madres. Aquí la historia de tres profesionales tras la maternidad.

La vuelta al trabajo después de haber sido madre no siempre es fácil. Muchas tienen ganas, pero otras se despiden con tristeza de la persona que ha sido su sombra durante 4 meses

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Marta Gracia

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La decisión de ser madre es, en muchas ocasiones, difícil. Al hecho de la maternidad en sí hay que añadir la cuestión económica y la conciliación laboral y familiar. En la actualidad, muchas mujeres no quieren renunciar a ninguna de las dos opciones, quieren ser madres, pero también seguir con su carrera profesional. Ambas cosas les llenan y le complementan. Sin embargo, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), las mujeres que trabajan a tiempo parcial por cuidado de niños o adultos enfermos es de 294.800. Una cifra que ha ido creciendo en los últimos 10 años.

Cerca de 7.000 mujeres salen del mercado laboral de manera total o parcial cada trimestre tras ser madres o por cuidados de familiares. Una pérdida en el trabajo que tiene repercusión económica. Según el informe de ClosinGap ‘La brecha de género en la conciliación’, supone perder el 0,12% del PIB de 2017. Este porcentaje puede parecer pequeño, pero si se traduce a dinero la cifra es bastante abultada: ya que las empresas podrían general 1.280 millones de euros si evitasen la salida de las mujeres del mercado laboral. 

Pero ¿es fácil para una mujer volver al trabajo después de haber sido madre? Las dudas comienzan. Las ganas de volver a tu empleo o de ser algo más que una madre pueden ganar para muchas, aunque para otras el separarse de su hijo o hija a los cuatro meses de nacer (si se tiene en cuenta solo la baja por maternidad, sin excedencias) puede ser imposible. Tres mujeres cuentan su experiencia.

La vuelta a la rutina, con más tareas

“Tenía ganas de volver, de recuperar mi vida y sobre todo tenía ganas de cómo iba a ser mi vida con el trabajo y con mi hijo”, relata María, de 32 años, que trabaja en un medio de comunicación comarcal. Virginia, de 29 años, educadora social que trabaja en la Administración Pública, confiesa que su vuelta al trabajo tras la maternidad fue “un desahogo” y asegura que necesitaba ser algo más que la ‘madre de’, aunque reconoce que por una parte no tenía ganas de volver “porque estaba muy bien sin darle vueltas a la cabeza por el trabajo”.

Por su parte, Raquel, de 30 años, empleada de una gran empresa del Ibex, asegura que la vuelta fue dura porque “la niña empezó a dormir mal y nos dijeron que era por la separación de la mamá”. Reconoce que los primeros días los llevó bien “porque retomé mi vida”, pero después de tres meses “era duro ir a trabajar sin dormir”. María coincide en que está más cansada, pero que su hijo se está adaptando muy bien “salvo algunas cosillas. Él se tiene que adaptar a mi y yo a él”. 

¿Abandonar la carrera profesional?

“Nunca me planteé abandonar mi carrera profesional”. Así de rotundas se muestran Raquel, María y Virginia. La primera destaca que le gusta mucho lo que hace: “No ‘sirvo’ para estar 24 horas 365 días con mi hija”. María, por su parte, asegura que lo tuvo muy claro desde el primer día y nunca ha salido el tema. Sin embargo, reconoce que se ha podido plantear otro tipo de trabajo o de horarios: “Llevo una vida ajetreada y a veces llego a casa a las 22.30”.

Tampoco se planteó reducirse la jornada “porque me gusta mucho mi trabajo de periodista y el ritmo de un medio de comunicación”. María explica que si quiere ejercer su profesión como lo hacía hasta ahora “no me servía la reducción de jornada porque iba a echar horas igualmente y no pagadas. Si quiero trabajar lo quiero hacer del todo”. Virginia tampoco redujo la jornada laboral, en este caso ella trabaja el 75% del horario por el tipo de trabajo que tiene en la administración, pero tampoco quiso reducirse más “por la economía familiar”.

Lo que sí que hizo María fue pedirse excedencia por motivos familiares, ya que vive en Alcañiz (Teruel) ella sola y su marido en un pueblo a 45 kilómetros. “Mi marido va y viene todos los días, pero no está durante el día, estoy sola. Con un niño de cuatro meses tenía que tirar de guardería y preferí esperar”, comenta María, pero matiza que lo hicieron porque “económicamente podíamos decidimos hacerlo así”.

En el otro lado, está Raquel, que sí que decidió reducirse la jornada porque “vivía agobiada, corriendo de un lado para otro, sin tener tiempo para mi hija y me daba pena ver cómo iba aprendiendo cosas y no estar ahí, casi la veía solo para ponerle el pijama y darle la cena sin paciencia y solo pensando en irme a dormir”. Pero matiza que adapta su horario a la producción de la compañía: “Hago mis tareas y respondo en los momentos de más trabajo. En octubre y noviembre me he quitado la reducción porque son meses con mucha carga de trabajo”. 

Hablando de conciliación y corresponsabilidad

Virginia, que trabaja en la Administración, asegura que facilitan la conciliación y hace hincapié en que la primera que lo facilita es su jefa. Raquel también asegura que su empresa facilita sin problema la conciliación. Por su parte, María trabaja en una empresa más pequeña y señala que le van a facilitar cualquier problema que pueda tener con su hijo como ir al médico o ir a buscarle a la guardería, “saben mis circunstancias y llevo mucho tiempo en la empresa”. 

Por lo que respecta a la corresponsabilidad, María señala que los hombres “no tienen la misma implicación que nosotras, aunque vayan a buscar a los niños al colegio” y lamenta que “todavía queda mucho para esa corresponsabilidad real”. No obstante, puntualiza que en su empresa hay un padre joven que se ha cogido la reducción de jornada para cuidar al niño, “porque su mujer tiene un puesto mejor”.