EL FUTURO DEL REGULADOR

Jerome Powell, el nuevo canguro de la Fed

Jerome Powell, próximo presidente de la Reserva Federal (Fed).

Jerome Powell, próximo presidente de la Reserva Federal (Fed). / periodico

Josep-M. Ureta

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El presidente de EEUU, Donald Trump, no renovará el mandato de la presidenta de la Reserva Federal (Fed en el argot), Janet Yellen, y la reemplazará, a partir de febrero del 2018 el consejero Jerome Powell. No hay motivos para no prorrogar a Yellen, que fue nombrada por Obama hace cuatro años; y en cuanto a Powell, la mayoría de comentaristas se limitaron a ver en esta operación un deseo de continuidad.

Con la piel tan fina que habita en Wall Street, no tardarán en aparecer otras interpretaciones. Hay pocos precedentes de que en los 90 años de la Fed no se renueve a quien solo lleva cuatro años y ha ejercido con amplia aprobación. Que Yellen fuera nombrada por Obama tampoco justifica la sustitución por un republicano. Otros presidentes respetaron a quien ejercía con diligencia, al margen de ideologías. Además se rompe la larga tradición de economistas al frente de la máquina de crear dólares ya que ahora la dirigirá un hombre procedente del derecho

Por lo demás, cuantos han dirigido la Fed previamente han ejercido en la Administración o en Wall Street, con el precedente común de brillantes currículos académicos. Pero el tinte partidista de la decisión presidencial ha dejado su huella. Mientras los esforzados entretenedores de radios y televisiones compiten en ver quién mejor se burla del presidente, el partido republicano va a la suya en la colocación estratégica de sus afines en la judicatura, la milicia y las finanzas públicas. En el caso de Powell, ya llegó a la Fed tras una exitosa gestión de fondos de inversión en Wall Street que la reportó la holgada hucha de 100 millones de dólares.

El dólar

¿Continuidad en el templo del dólar, al fin y al cabo? No tanto. Durante estos días también ha emergido otra propuesta muy del gusto de la doblez conservadora dominante: quite sus manos de mis negocios, pero pondré a controlarlos en mi beneficio a uno de los míos. En la benedicción de Powell se ha incluido en voz baja que deberá desregular un poco más al gusto de Wall Street. Así va prosperando la exigencia de que al futuro gobernador le acompañe como vicepresidente el profesor de Stanford (California) John B. Taylor, creador de la llamada regla de Taylor, un cálculo matemático de cuál es el tipo ideal de interés del dólar. Puestos a extrapolar, si tal regla fuera infalible (ay, otra vez, la soberbia de las matemáticas), el poder de la Fed quedaría más que limitado en su papel de adaptación a las necesidades políticas de creación de empleo y contención de los precios.

¿Normas fijas o discrecionalidad razonada? Que la Fed no yerre depende buena parte de la economía mundial, no en vano los EEUU siguen siendo la primera potencia económica, financiera, militar, académica  y cultural (entendida ésta como poder blando). 

En esta tesitura, viene a la memoria una historia publicada hace 40 años por el Journal of Money, explicada por el matrimonio Joan y Richard Sweeney y recuperada hace unos años por el nobel Paul Krugman en sus textos de análisis de los errores que llevaron a la gran recesión. En síntesis: hubo una vez en Washington un centenar de parejas de jóvenes que ejercían de asistentes de congresistas y senadores. Todos con hijos de corta edad, imaginaron un sistema de ayuda mutua a la hora de hacer de canguros de los hijos respectivos cuando a la pareja le apeteciera salir a cenar o al cine. Crearon vales de una hora de canguro como elemento de transacción y se repartieron entre ellos unas cuantas decenas.

Ideal para planificar salidas o permanencias, según los planes de cada cual. Quien aspiraba a salir más, antes debía cuidar más de otras proles. Pero al cabo del tiempo empezaron a escasear cupones. Unos acumulaban y quienes los necesitaban no recibían oferta para hacer de canguro. Quien tenía, guardaba, quien necesitaba no era solicitado. 

Solución propia de los economistas de la cooperativa: aumentar el número de cupones. Funcionó para desatascar la crisis. Pero los cooperativistas con estudios de derecho sostuvieron que para evitar la reincidencia en las crisis sería necesario elaborar un reglamento preciso de cuántos vales podía tener cada pareja y en qué ocasiones debían usarlos.

Cuando el canguro Powell asuma la dirección de la Fed, se encontrará tipos de interés que no se corresponden con la solidez de la economía americana y deberá elegir entre seguir repartiendo cupones o arriesgar a poner normas que pongan en peligro el empleo y los precios.