DIFICULTADES DEL EMPRENDEDOR
Cuando falta el capital
Dos empresarios tropiezan con la falta de recursos pese a desarrollar un dispositivo médico que organismos públicos se disponían a financiar El proyecto tiene apoyos científicos y médicos
«Si tienes una buena idea, aparece el capital». Es una realidad, pero en EEUU. Ramon Martínez y Conrad Delgado, propietarios de una ingeniería de software, Tecnisoft, con sede en Vilassar de Mar (Maresme) lo saben bien. Unos 300.000 euros les separan de la prueba de concepto por parte del CSIC (Centro de Investigaciones Científicas) que avalaría el dispositivo médico portátil en el que han invertido 230.000 euros de su propio bolsillo y más de dos años. Lo tienen registrado como modelo de utilidad (U201200870 en la Oficina Española de Patentes y Marcas), una protección inferior a la de patente, pero ya han tramitado la solicitud de patente internacional (PCT/EP2013/065795).
Lo cierto es que el CDTI, dependiente del ministerio de Economía, aprobó otorgarles los 700.000 euros que solicitaron hace un año para el proyecto, tras revisarlo y analizarlo profundamente. Pero el problema es que deben aportar un aval equivalente al 100% de la cantidad que se les prestaría. «Es lógico que se reclamen garantías, pero el 100%... Quizás el 50% o así, porque si tienes el dinero no lo pides», afirman. Su reto es hoy por hoy obtener recursos para pasar del proyecto con potencial al producto comercial, una barrera que a muchos emprendedores les cuesta superar.
Martínez, que es diabético, decidió hace dos años que había que hacer alguna cosa para acabar con los problemas de quienes padecen la enfermedad y tienen problemas para obtener tiras reactivas. Las premisas que se impusieron son su socio Delgado: facilitar el acceso a quienes las requieren y reducir los costes. «La idea era facilitar el autocontrol no solo de quien padece diabetes sino otras dolencias crónicas». Durante esta fase de desarrollo han contado con apoyo del Institut de Recerca Biomèdica del Hospital Universitario Gemans Trias i Pujol, Can Ruti; y del Centro Tecnológico Ascamm, que les ayuda en la evaluación preindustrial.
De ahí ha surgido el proyecto de un dispositivo portátil, de uso personal, desechable, pero con cuatro usos, en vez de uno como las tiras reactivas. De hecho, se ven capacitados a reducir a 12 céntimos el control, frente a los 20 que facturan los grandes proveedores del
CatSalut, aseguran.
Martínez y Delgado no dan la imagen de emprendedores al uso. Acumulan mucha experiencia, tienen negocio propio, pero decidieron lanzarse a un proyecto sin escatimar dinero ni ahorros. «Hemos asistido a muchas presentaciones ante inversores del Col.legi de Metges, de Esade, IESE, pero está demasiado embrionario aún», se lamentan. Por eso siguen dispuestos a rascarse más el bolsillo, convencidos de que alcanzarán la meta.
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