RESURGIMIENTO DE UNA MARCA EMBLEMÁTICA
Brindis con Cacaolat
El lema Salvem Cacaolat! se volvió a escuchar ayer. En este caso no fue para evitar el cierre de la emblemática marca catalana, sino para celebrar la inauguración de la nueva planta en Santa Coloma de Gramenet. Los nuevos copropietarios de Cacaolat, Sol Daurella y Demetrio Carceller, alzaron ayer sendos botellines de batido de chocolate para brindar con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, por la nueva vida de la empresa tras haber superado un concurso de acreedores y ser rescatada por los grupos familiares catalanes Cobega (Daurella) y Damm (Carceller), que han invertido 130 millones.
El presidente de la Generalitat calificó de «milagro» que se haya evitado el cierre de la empresa Cacaolat después de haber caído en un concurso de acreedores y de haber sufrido una trayectoria azarosa que la dejó en manos de la familia Ruiz-Mateos. «En circunstancias normales, hubiera sido liquidada», apostilló para añadir que la Generalitat intenta impulsar el mismo desenlace en otras empresas, en una referencia velada a Panrico.
Pepi, el niño que aparece en el logotipo de Cacaolat desde hace 80 años, vuelve a correr. La compañía prevé acabar este año con una facturación de 45 millones, lo que supone una mejora del 22% respecto al 2012, gracias a la recuperación de algunos de sus productos clásicos, a la reconquista de supermercados, con una cuota de mercado récord del 55%, y bares y cafeterías, según explicó Francesc Lluch, director general del grupo. El siguiente paso será introducir la marca en mercados internacionales, entre los que ya cuentan con Chipre, Malta, Suecia y Andorra, y para los que disponen de un proyecto de desembarco en el norte de África de la mano de Cobega y Damm.
Sol Daurella subrayó que, aunque «todo proyecto como este implica sacrificios», la empresa ha mantenido más de 200 empleos después de salir del concurso y sufrir una reestructuración. Además de adelgazar la plantilla de la antigua fábrica del Poblenou de Barcelona, el grupo cerró la planta de Zaragoza y ha concentrado la producción en Santa Coloma de Gramenet. De momento, la planta trabaja con dos turnos con la posibilidad de pasar a tres o incluso a cuatro si funciona los sábados, aunque dependerá de si se cumplen los planes de crecimiento.
La alcaldesa de la ciudad, Núria Parlón, tenía una sensación de revival. Los restos de la actividad cervecera que ocupó las antiguas instalaciones que abandonó Damm hace unos años delataban el pasado reciente. «Vivimos el cierre de Damm -indicó- como una pérdida y ahora celebramos la apertura de la planta de Cacaolat».
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