Energía

El ‘kilómetro cero’ del apagón nuclear

España se prepara para el cierre escalonado de todas sus centrales y las eléctricas ya están en el tiempo de descuento si quieren convencer al Gobierno de frenar el primer paso del proceso que arrancará con Almaraz.

Central nuclear de Almaraz, en Cáceres.

Central nuclear de Almaraz, en Cáceres. / CNAT

David Page / Eduardo Barajas

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España se encamina al inicio de un prolongado proceso para el cierre y desmantelamiento de todas sus centrales nucleares. Lleva años preparándose y llevará años (muchos) ejecutarlo por completo. Pero cada vez está más cerca el primer paso de toda la serie de clausuras. Ese punto de partida, ese principio del fin definitivo, arrancará con el cierre de una central singular: la instalación que más electricidad ha generado en la historia de España (con una producción récord de 611.000 gigavatios hora acumulada en cuatro décadas en funcionamiento) y que todavía el año pasado concentró un 7% de toda la electricidad que se consumió en el país, aun en pleno boom de las renovables.

La central nuclear de Almaraz, en Cáceres, está ya en tiempo de descuento. Su cierre previsto está a la vuelta de la esquina. El calendario oficial, pactado entre el Gobierno y las grandes eléctricas hace años, establece que el reactor I de la central dejará de funcionar en noviembre de 2027 y el reactor II lo hará en octubre de 2028 (las clausuras de las otras cuatro centrales nucleares españolas se producirán de manera escalonada hasta el apagón total en 2035).

Quedan entre tres y cuatro años para que expiren las autorizaciones operativas de la planta extremeña y para su desconexión total. Aparentemente se diría que aún hay tiempo para "salvar" Almaraz, pero revertir esas fechas fijadas para su clausura y adoptar la decisión de prolongar la vida de la central cacereña tiene plazos acotados. Los tiempos para revisar las fechas de cierre no son ilimitados, porque los condicionantes operativos y económicos son muchos.

Miedo a la ‘garoñización’

El proceso previo de planificación de las inversiones necesarias para seguir funcionando, para cerrar acuerdos de formación y contratación de personal, y también para pactar las compras de combustible nuclear y otros suministros, exige tomar una decisión con unos tres años de antelación a la fecha prevista de cierre. Esto es, activar la opción de revisar las fechas previstas de apagado de Almaraz debería producirse no más allá de final de este año o muy a principios del siguiente.

Fuera de esos plazos, si se toma la decisión más allá de los primeros meses de 2025, la central tendría que estar un tiempo parada antes de poder volver a arrancar y ése es el escenario del que quieren huir a toda costa las eléctricas propietarias de la central. Iberdrola (que controla el 52,7% del capital de la planta), Endesa (36%) y Naturgy (11,3%) temen que se produzca una 'garoñización' de su central cacereña; esto es, que se quede durante años sin producir electricidad y sin generar ingresos a la espera de recibir la autorización para volver a funcionar. Y mientras sí que se acumularían costes millonarios de mantenimiento y de personal para tenerla hibernada, como sucedió con la central de Santa María de Garoña (Burgos) por las desavenencias de Iberdrola y Endesa, dueñas a partes iguales de la instalación.

Almacén de residuos de la central nuclear de Almaraz.

Almacén de residuos de la central nuclear de Almaraz. / CNAT

De momento, las eléctricas reconocen que cuentan en Almaraz con equipos dobles que trabajan de manera paralela en ambos escenarios: la clausura en la fecha prevista y el alargamiento de su vida útil. “Estamos trabajando evidentemente en el escenario de cierre, pero también trabajamos en el escenario paralelo, el de que pueda haber una continuidad”, reconocía esta misma semana Rafael Campos, director de la central de Almaraz, en un encuentro con medios de comunicación. “Si se quieren hacer bien las cosas, se debe tomar una decisión a más tardar en el primer trimestre de 2025. Si llega más tarde, igual tendríamos que estar un año parados, por falta de personal y de combustible nuclear. Con el impacto económico correspondiente”, advertía. Y eso casi nadie se lo plantea como una opción realista, debido a las pérdidas millonarias que conllevaría para las compañías.

Desde Enresa, la sociedad pública encargada de la gestión de los residuos radiactivos, se reconoce que ya está desarrollando conjuntamente con la dirección de la central de Almaraz trabajos preparatorios necesarios para avanzar labores del futuro desmantelamiento de la planta. " Son actividades que necesariamente habrá que ejecutar, que en algún caso son necesarias para las tareas de licenciamiento del desmantelamiento, que en otros casos es conveniente que estén finalizadas cuando se produzca la transferencia de titularidad, y que no condicionan la operación de la central", apuntan desde la empresa estatal.

“¿Almaraz puede seguir más tiempo? Claro que sí. Si está mejor que nunca”, subrayó Ignacio Araluce, que fue director de la central extremeña durante más de una década y hoy está al frente de la patronal Foro Nuclear, que agrupa a las grandes propietarias de centrales en España (Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP). “La central está preparada para funcionar muchos más años. Estamos aún a tiempo”, explicaba Araluce, presumiendo de la continua renovación de los equipos de la planta y las inversiones de 50 millones cada año para tenerla a punto. “Pero si tiene que estar un tiempo parada la central” hasta recibir la nueva autorización, matiza, “lo mismo no merece la pena por los costes que provocaría”.

El presidente de Foro Nuclear, en cualquier caso, se niega a dar por perdida la planta extremeña. “Son unidades que funcionan muy bien, que generan una cantidad de energía eléctrica tremenda y que tienen un impacto social enorme en la zona. Desde el punto de vista económico y social esta central es importantísima. Es la mayor industria tiene Extremadura”, indicaba esta semana en una entrevista con El Periódico de Extremadura, del mismo grupo editorial de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. “Esto no va de ideologías, va de si se necesita o no, de si es rentable o no, de si puede seguir produciendo o no. Ése es el debate que hay que tener y tomar luego la decisión”.

El debate de sí, no o depende

El debate de fondo sobre la continuidad de Almaraz se mueve, con poco entusiasmo, entre el voluntarismo (de los que cantan las bondades técnicas de la central y quieren dar por seguro que seguirá por ser necesaria para el país), la resignación (de los que, prefieran o no su cierre, creen que ya se llega tarde y el fin es inevitable por falta de tiempo para revertir la situación) y el desistimiento (de los que, con el Gobierno a la cabeza, defienden cumplir con el calendario de cierre pactado y empezar a prescindir de la nuclear en España para transitar hacia un sistema eléctrico cada vez más renovable).

En los últimos meses van y vienen las declaraciones de los principales ejecutivos de las eléctricas propietarias de la central en un continuo juego de dar cal y arena. De manera general, las compañías muestran su preferencia por que la planta siga en marcha más allá del cierre previsto, pero ven ya poco probable evitar el cierre dado el rechazo frontal del Gobierno actual y por el escaso margen temporal que queda.

El consejero delegado de Endesa, José Bogas, se muestra partidario de que Almaraz continúe, pero asumiendo su obligación de cumplir con el calendario de cierre fijado. El máximo responsable de Endesa está siendo una de las voces del sector eléctrico que respalda la revisión del calendario de cierre de las nucleares y el alargamiento de sus años de funcionamiento, apuntando su intención de tratar de persuadir al Gobierno de la necesidad de hacerlo. Pero también ve poco viable incluir en esa revisión la fecha de cierre de Almaraz para aplazarla. “Los reactores de Almaraz tienen muy asegurado un cierre temprano, porque no hay tiempo para modificar nada”, sentenció hace unas semanas.

El presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, ha dado por asegurado el cumplimiento de las fechas de cierre acordadas con el Gobierno. “Existe un protocolo de cierre (…). Nos gustaría respetar ese plan”, indicaba en una conferencia de analistas, pero dejando una puerta abierta a reconsiderar su posición con condiciones. Y es que, como extender el tiempo de funcionamiento de los reactores exige inyectar nuevas inversiones millonarias, sólo sería factible hacerlo si se garantiza la rentabilidad de las centrales con los cambios regulatorios necesarios y también con rebajas de impuestos. “Se trata de una cuestión económica. Si hay una compensación adecuada que permita cubrir las inversiones adicionales, podemos estudiar el caso. Pero de momento vamos a respetar lo que hemos firmado”, sentenció Galán.

Piscina de combustible nuclear gastado de la central de Almaraz.

Piscina de combustible nuclear gastado de la central de Almaraz. / CNAT

Endesa e Iberdrola son las dos grandes propietarias de las centrales nucleares en España. Las dos compañías eléctricas son socias y comparten accionariado en casi todas las plantas, pero con participaciones accionariales mayoritarias cambiantes en cada central. Las diferencias que muestran ambas compañías en la intensidad de su defensa del mantenimiento de las nucleares en España se ajustan a sus necesidades particulares y al distinto perfil de sus operaciones.

Iberdrola es un grupo muy internacionalizado, prácticamente global, en el que el peso del mercado español es menguante, y en España tiene una amplia capacidad de generación con renovables y con centrales hidroeléctricas. Endesa concentra su actividad sólo en España y Portugal, va mucho más corta de capacidad de producción eléctrica para cubrir sus necesidades y depende más de la generación de esas centrales nucleares. Endesa ve más que improbable alargar la vida de Almaraz dado los plazos para el fin de su licencia de explotación, y su defensa de la nuclear pasará fundamentalmente por dar la batalla para prolongar los años de funcionamiento de las centrales catalanas en las que tiene mayor peso accionarial (tiene posiciones mayoritarias en Ascó II y Vandellós II, y controla en solitario Ascó I).

Naturgy, tercera mayor eléctrica y mayor gasista del mercado español, aún mantiene participaciones minoritarias en algunas centrales nucleares (también Almaraz) y tradicionalmente ha tenido una posición alejada de la defensa del alargamiento de la vida de las plantas. El presidente de Naturgy, Francisco Reynés, subrayó hace unas semanas que la seguridad de suministro eléctrico estará garantizada en España incluso si cierran todas las nucleares en las fechas previstas, gracias a la expansión de nuevas renovables y la estabilidad a la producción que dan las centrales de gas (Naturgy es el mayor operador de este tipo de plantas en España).

“Renovación última” de Almaraz

En marzo de 2019, el Ejecutivo y la empresa pública Enresa pactaron con Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP un calendario de apagado escalonado entre 2027 y 2035 de todos los reactores. Endesa conseguía alargar la vida de las nucleares más allá del tope de 40 años que entonces se consideraba como referencia (de media las plantas funcionarán 46 años hasta su cierre) e Iberdrola lograba un escenario regulatorio claro y posteriormente también obtuvo garantías -pactadas por separado con Endesa- sobre las inversiones máximas que se inyectarían en algunas centrales, entre ellas Almaraz.

Durante años las dos grandes eléctricas protagonizaron un choque frontal sobre el cierre de las centrales nucleares españolas. Tras duros enfrentamientos a cuenta de la solicitud de reactivar o no la central de Garoña y de qué hacer con la renovación de licencias de otras plantas, hace justo cinco años se alcanzó un acuerdo entre el Gobierno y todo el sector. Una paz nuclear in extremis, cuando a punto estaba de expirar el plazo para poder presentar la solicitud de renovación de funcionamiento de Almaraz y también de Vandellós.

Central nuclear de Almaraz, en Cáceres.

Central nuclear de Almaraz, en Cáceres. / CNAT

El acuerdo entre las eléctricas estableció que en la petición de la licencia de explotación de Almaraz que se presentó en 2019 se incluiría la palabra “cierre” y las fechas concretas de clausura en 2027 para la unidad I y en 2028 de la II. En la solicitud para actualizar la autorización operativa, y también en la orden ministerial que finalmente dio curso el Gobierno, se explicita que se trata de “la renovación última y definitiva de la autorización de explotación” de la planta cacereña y se confirma el “cese definitivo” de los dos reactores al expirar la licencia, con la intención entonces de despejar dudas sobre una eventual prolongación en el futuro. Un futuro que ya está aquí.