Los Amaya: "Hemos visto nacer y morir a artistas desde nuestra casa, viendo la televisión"

Los hermanos José y Delfín Amaya.

Los hermanos José y Delfín Amaya. / CARLOS MONTAÑÉS

LUIS TROQUEL / Barcelona

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¿Quién no ha cantado alguna vez eso de "Vete, me has hecho daño, vete"? Aunque al final fueron ellos los que se marcharon. Su última gran aparición pública fue en 1992, en la clausura de los Juegos Olímpicos. Por eso su nuevo disco se titula, sin más:'Vuelven Los Amaya'. Pioneros delpop gitano. Los primeros en hermanar la rumba catalana con el rock.'Vete' fue su éxito más internacional, pero ni mucho menos el único. Colocaron decenas y decenas de canciones en las listas. La primera,'Caramelos' y la que marcaría el inicio de su segunda etapa bajo la producción deTony Ronald,'La inyección'. En homenaje a las dos, nada mejor que hacer las fotos de este reportaje en una de las tiendas Happy Pills, donde se administran chucherías como medicina para el ánimo.

¿Es 'Vuelven Los Amaya' un disco de dúos? Más bien de tríos, pues, aunque José sea el solista, siempre han cantado los dos. Regresan recreando sus éxitos junto a una nueva generación. Entre otros, les acompañanBebe,Muchachito Bombo Infierno,Antonio Carmona,El Canijo de Jerez,Marlango,Macaco,Rosario,El Arrebato,Lichis,India Martínez y el raperoHaze. José mantiene milagrosamente su aguda voz de eterno adolescente y Delfín está pensando en volver a ponerse las panorámicas gafas de pasta que convirtió en icono kitsch de los 70. "En los 80 estábamos perdidos musicalmente", confiesa José. Y en las dos últimas décadas apenas han actuado. "Hemos visto nacer y morir artistas desde nuestra casa, viendo la televisión", aseguran.

Apego a Barcelona

José yDelfín Amaya fueron los únicos hijos de una familia gitana proveniente de Vic, aunque José nacería en A Coruña y Delfín, en Oviedo. Hace 63 y 61 años respectivamente. "Nuestros padres se dedicaban a la venta ambulante de telas para trajes y de muy niños vivimos en diferentes ciudades", explica Delfín. "Recordamos con mucha nostalgia aquellos viajes en tren, mirando los paisajes por la ventanilla". En 1960, mientras el paisaje social empezaba tímidamente a cambiar, se instalaron definitivamente en Barcelona. Y, aunque su profesión les volvería a llevar continuamente de un lado a otro, han mantenido desde entonces su base de operaciones siempre en la misma ciudad. Incluso en el mismo barrio, entre el Raval y la zona del Paral·lel. "A mí me quitas de Barcelona y me matas", confiesa José. ¿Y Barcelona no ha sido algo injusta con Los Amaya? "Pues la verdad es que sí. Será por eso de que nadie es profeta en su tierra". A lo que Delfín añade: "En otros sitios nos valoran más que aquí. Ni siquiera estamos en el Museo de Cera". Y eso que crecieron precisamente justo en la calle de la Cera, mítico epicentro de la rumba.

Allí, en la casa familiar, compusieron gran parte de sus éxitos venideros antes de convertirse en estrellas. Algo parecido a lo que también les sucedería a otros dos hermanos rumberos. Si Estopa ha ido incluyendo en sus consiguientes discos muchas piezas inéditas compuestas cuando todavía trabajaban para la SEAT, Los Amaya triunfaron en España reinventando desconocidas canciones caribeñas y luego dieron el salto internacional con temas propios, la mayoría escritos mucho antes. "Cuando aún no estábamos casados y vivíamos en casa de mis padres, hubo una época en la que no parábamos de componer. Las grabábamos en un casete y las acumulábamos en un cajón". De ese cajón saldría, entre otras muchas, Vete. La canción que les consagró en Latinoamérica y se bailó también en Estados Unidos, Rusia, Holanda, Israel, Japón... Y que, cuando menos lo esperaban, volvió a obrar milagros.

Este regreso de Los Amaya cuenta con el respaldo de una multinacional del disco gracias, sobre todo, a la acogida que volvió a tener'Vete'al protagonizar una campaña publicitaria de la ONCE. No era la primera vez que una marca reactivaba sus éxitos. Si cuando la mayoría de los televisores seguían siendo en blanco y negro Caramelos volvió a la palestra gracias a un insistente anuncio en el que con la misma melodía se decía: "Caballero, Caballero, Caballero, Ponche Caballero", un colorista anuncio convertiría el archifamoso 'Vete' en una de las más inesperadas canciones del reciente verano del 2011. Y les sacaría del olvido, pues la publicidad de la ONCE no solo se basaba en la canción: la protagonizaban dos actores vestidos y maquillados como ellos de jóvenes. Cuando Los Amaya eran gitanos 'hippies'. "Y lo seguimos siendo", puntualiza José.

Centenario de Carmen Amaya

No solo la industria les arropa en su actual regreso. La escena mestiza casi en pleno les rinde pleitesía secundando sus mayores éxitos en este 'Vuelven Los Amaya'. De Bebe a Muchachito, pasando por Macaco, El Canijo de Jerez o las diferentes escisiones de Ojos de Brujo. Y entre nombres tan dispares como El Arrebato y Marlango, solo dos figuras gitanas: Antonio Carmona y Rosario. "Él siempre ha hablado de nosotros como una de sus mayores influencias y a ella la conocemos desde siempre", aseguran. "Habíamos estado montones de veces de juerga en casa de sus padres y Rosario estaba entonces en la cama durmiendo, porque era pequeñita", recuerdan. Y, bueno, también de etnia calé sonSicus yLenacay, que aunque no protagonicen ningún dúo participan de un trepidante mix final en el que empalman diferentes estribillos junto a Los Manolos,Joan Garriga yLa Pegatina bajo el nombre deRumba All Star 2013.

Ya es curioso. Un retorno que llevaba años gestándose, de pura casualidad ha coincidido con el centenario de su pariente más célebre: la bailaora Carmen Amaya. "Era tía nuestra y de pequeños nos decía que lo esencial era tener arte, lo demás venía solo", cuentan. Fue su guitarrista,Andrés Batista, quien les consiguió su primer fichaje. Eran todavía un quinteto, Los Amaya y su Combo Gitano, y debutaron en 1969 con un single de canciones casi comestibles: en la primera cara, 'Bacalao salao' (entonces todavía era el plato por excelencia de los menús baratos) y en la segunda, 'En casa de Pepe', donde contaban la historia de un guateque al que todos "iban a por filete".

De sabor más refinado, 'Caramelos' les catapultó al éxito al año siguiente. Como la mayoría de entonces, eran rumberas adaptaciones de aquí inéditos temas caribeños. "Muchas las conocimos en un bar cerca de la Rambla, en la calle de Escudellers, que se llamaba El Paso, donde actuábamos cuando aún éramos unos críos", recuerdan. Se trataba de un club de alterne regentado por un policía aficionado a la música latina. De ahí salió la inspiración para otra de sus más famosas canciones, aquella que decía "Enamorado de una mujer de la noche" y que tardaría todavía mucho en ver la luz.

Paradójicamente, más ocultos tuvieron que llevar sus tempranos matrimonios. "En la discográfica nos decían que las fans no debían saber que teníamos novias, que sería catastrófico". Ambos se casaron hace 40 años. "Y seguimos los dos junto a nuestras respectivas esposas, que son payas", dice Delfín, que es padre de un hijo de 33 años. "Y yo tengo cuatro hijos varones, y no sé si en México tendré algún otro", bromea José. "Ahora hablando en serio --añade Delfín--: En mi caso he de reconocer que mi mujer llegó a ser muy condescendiente conmigo. Yo me iba de gira y podía tener no sé cuántos deslices, pero ella pensaba: 'Vale, haz lo que quieras, que al final volverás a mí'. Y efectivamente, nunca me he quedado con ninguna. He vuelto siempre a ella. Es una persona maravillosa y muy lúcida, que ha aguantado de mí tempestades".

Sonido arrebatador

Tempestuoso era en sí mismo el sonido de Los Amaya. Eran un arrebatador torbellino sin al principio más recursos que guitarras flamencas, bongos y palmas. Los Amaya serían a la década de los 70 lo queEl Pescaílla a la de los 50 oPeret a la de los 60: príncipes de una rumba catalana de la que se resisten a adjudicar a nadie su controvertida paternidad. "Lo que sé está claro es que la rumba viene de Cuba y todos hemos bebido de allí", afirman. También por entonces transformaron en rumbas bandas sonoras de 'spaghetti westerns'. El género que ahora ha vuelto a poner de moda Tarantino tuvo un fuerte impacto en aquellos dos muchachos. "Veíamos muchas de esas películas en un cine que se llamaba Padró, en la misma calle de la Cera, y decidimos adaptar los temas de 'La muerte tenía un precio' y 'El bueno, el feo y el malo". ¿Y ellos mantuvieron algún duelo al sol con algún otro artista? "Bueno, en la sombra siempre hay envidias y rencillas entre artistas", dice José. "No suele reconocerse, pero es así".

Si en aquellas grabaciones se anticipaban a posteriores fenómenos comoVeneno oPata Negra, en 1972 tomaron la delantera a la gran eclosión del pop gitano. Antes queLas Grecas oLos Chichos, ellos incluyeron batería, bajo eléctrico y guitarras con wah wah y otros efectos. "Yo les traigo mi afro-rumba", cantaban, y lucían sonido y estética propios de un grupo de rock.

Los Amaya reinaron entre el tardofranquismo y los primeros años de la democracia. Y entre una cosa y otra también vivieron su particular transición, en la que si a alguien le tocó hacer de Suárez fue al recientemente desaparecido Tony Ronald. "Para nosotros fue un padre musical", aseguran. "Fue él quien nos presentó a músicos como Kitflus, Max Suñer o Carles Benavent". Y quien apostó por sus propias composiciones de corte más sentimental y baladístico, aunque el primer éxito que les produjo fuese todavía una desenfadada versión latina. En 1977 con 'La inyección (que te la pongo)' hasta los niños jugaban a médicos sin tener la más mínima idea del fogoso doble sentido de la letra. 'Vete' redefinió su estilo al año siguiente y, cuanto más para todo tipo de públicos fueron, más reivindicaron su raza con canciones como 'A ti, pueblo gitano' o 'Ilusionañi', cuyo estribillo era en lengua romaní.

En 1983 todavía firmaron una de sus mejores composiciones, 'Ahora', recuperada en 'Vuelven Los Amaya' junto a India Martínez. ¿La sacaron también del viejo cajón? "Pues la verdad es que sí", dice José. ¿Y cómo tardaron tanto en grabarla? "Cuando tienes muchas canciones no sabes realmente cuál elegir: es como si tienes muchos coches". Ellos, sin embargo, nunca tuvieron el párking a rebosar. Y no por falta de posibles. "Es que los coches nunca nos han entusiasmado. Creo que es por la de kilómetros que nos tocó hacer en los años 60 y 70. Solíamos conducir nosotros mismos y entonces no era como ahora: con aquellas carreteras tardabas una barbaridad en llegar al cualquier lado", recuerda José riendo: "¡Si parecíamos camioneros más que artistas!".