Andà p'alla, bobo

Xavi, ¿de verdad hacía falta decir que nos echarás de menos?

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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¿Por qué acabar con otra mentira? ¿Qué necesidad había de despedirse de la prensa diciendo “aunque no os lo creáis, os echaré de menos"? ¡Claro que no me lo creo! ¿En serio, Xavi Hernández, hacía falta esa coletilla, sonrisita pícara incluida? ¿De verdad era necesaria, con el maltrato, las críticas e, incluso, los ‘viajes’ que nos has metido, en vivo y en directo, en público, sacando nombres (o insinuándolos), nombres que muchos de nosotros amamos y respetamos? No era el día, aunque tú pienses que sí.

No esperaba nada, cero, de esta última conferencia de prensa, que no fue lacrimógena porque, tal vez, lo sea mañana, en la sala de prensa del estadio Sánchez Pizjuán, una vez acabado el Sevilla-Barça. Y no lo esperaba porque todos sabíamos, lo leímos en tu nota de ayer, que quieres irte sin hacer ruido y, sobre todo, dejándote, la puerta abierta para volver al club de tus amores. Imagino que no pretenderás regresar de la mano de Víctor Font, digo, no sé, supongo.

No era cuestión de hacerte el valiente hoy ¿verdad? Después de haberle comprado, con lacito azulgrana incluido, el regalo envenenado que te hizo Joan Laporta el día de tu presentación, no podías, por más que el día antes del Almería te atrevieses a levantar la voz, explicar hoy a la platea de periodistas que tanto te han maltratado e infravalorado, según tú, por qué te despiden.

Lo nunca visto

Podrías haber comentado, sin duda, que, además de una leyenda, además del mejor centrocampista de la historia, has sido, lo cual ya es meritorio, el único entrenador de la historia del fútbol que ha seguido entrenando después de dimitir (en diferido) y el único entrenador de la historia del fútbol en sentarse en el banquillo a dirigir un partido habiendo sido ya despedido.

Hiciste bien, fuiste pícaro, listo, pillo al no querer contar por qué acaban despidiéndote, como te dijimos todos que harían. “Que lo expliquen ellos, si quieren”. Y, mira, es posible que ni siquiera se atrevan a explicarlo, aunque bien sabes que a tu queridísimo presidente Joan Laporta (¿sigues convencido de que es el mejor de la historia del Barça?) no le costará nada, nada, nada, volver a emocionarse, tal vez el lunes, y decir que, con gran dolor de su corazón (culé), no ha tenido más remedio que despedirte, cuando tú ardías en deseos de seguir.

Xavi Hernández, hoy, en la conferencia de prensa en la Ciudad Deportiva 'Joan Gamper'.

Xavi Hernández, hoy, en la conferencia de prensa en la Ciudad Deportiva 'Joan Gamper'. / EL PERIÓDICO

El problema es que, como me ocurrió a mí, Laporta tampoco te creyó cuando dijiste que tenías la mejor plantilla de todas, grandes profesionales, una familia, que nos lo darán todo en el campo, que se comportan estupendamente y que van a dedicar al Barça los mejores años de su vida.

Pero como sabemos todos y hasta tú mismo te has encargado de recordar hoy (“el presidente y Deco saben lo que pienso, conocen mi opinión”, lo que no habla, desde luego, muy bien de lo que piensas de tus jugadores o de buena parte de ellos), tú hace ya mucho tiempo que llegaste a la conclusión que, con lo que viene, Mbappé Dios mediante, o se mejora la plantilla o no habrá nada que hacer.

Y como fuiste tú y solo tú quien le compró esta plantilla a Laporta, Alemany, Echevarría, Deco, Yuste, Masip, Bojan….repleta de ‘oportunidades de mercado’, ‘low cost’ y recomendaciones que suministraron cuantiosas comisiones a todo el mundo (todo eso se sabrá pronto, descuida), serás tú y solo tú (perdón, el Barça también, claro) quien pague la factura, que es carísima, sin duda.

Nosotros, a los que no encontrarás a faltar, te lo fuimos contando poco a poco (incluso tu despido), pero tú siempre dudaste de nosotros. Es más, si alguna vez nos creíste (y contrataste a un especialista para que así fuese, pero fracasó), nos desmentiste en público, pues te creíste más la falsa complicidad (y lagrimitas) del presidente, sufriste la indiferencia del Director Deportivo y, sobre todo, estabas convencido de los abrazos, sonrisas, cejas arqueadas y palmaditas en la espalda de tu amigo Rafa Yuste, que, después de tu despido, seguirá ahí, pegadito al presidente que le permite fardar de ser vicepresidente primero y heredero de un imperio que se muestra en ruinas.

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