Barraca y tangana
Somos dos en un reloj, por Enrique Ballester
Enrique Ballester
Periodista
Si es verdad eso que dicen, que Xavi Hernández dejará el lunes de ser el entrenador del Barcelona, será un día triste para los que hemos crecido abrazando el noble arte de las excusas. En mi caso es algo que venía de cuna. Si no salía de mí, era mi propia madre la que siempre me justificaba. Yo nunca tuve la culpa de nada, y ahora mis lectores lo pagan. Por ejemplo, cuando culminé el histórico logro de ser más bajito que mi padre, cuando se hizo oficial la hazaña que ponía a Darwin contra las cuerdas, y al asumir que ya no iba a crecer más, mi madre culpó a no sé qué medicación infantil inventada. Por lo visto, lo de pasar años tirando a la basura la comida que me daban en el comedor del colegio no influyó para nada.
Debo decir, también, que lo peor con las excusas no es tratar de convencer a los demás de algo incorrecto. Lo peor con las excusas ocurre cuando te las terminas creyendo. Lo peor es que pasa un periodo de tiempo y se difumina en tu memoria la separación entre la verdad y la excusa, y ya no sabes si eso fue así o estás mintiendo.
Mi excusa favorita de todos los tiempos asoma en ese listado mítico de casos de dopaje que se viraliza de vez en cuando en las redes sociales. El portero australiano Mark Bosnich dijo que había consumido cocaína para mostrar a su novia los peligros de la droga. Es una justificación impecable, porque no solo convierte en inocente al presunto culpable. También lo convierte en héroe, porque se sacrificó por la persona que más quería. Su único delito fue amar. Pobre Bosnich, no hay derecho.
Empatizo bastante con Bosnich, pero no por lo de la droga. Empatizo con Bosnich porque yo me hice periodista para mostrar a mis hijos los peligros del periodismo. Seguro que mi madre está de acuerdo con esto.
El caso es que por un momento pensamos que Xavi, a su manera y una vez más, había sobrevivido. Que la estrategia de la dimisión en diferido le había funcionado y, aun en el alambre entre la justificación y el argumento, había ganado tiempo para volver a intentarlo. Pero si es verdad eso que dice ya el Barcelona, y que hasta que no ocurra de verdad todavía no lo creo, pues no. Ha sido más o menos como en las películas de policías y atracos. Cuando parece que la jugada ha salido perfecta, los malos cometen un error de lo más tonto que estropea todo lo planeado.
A Hansi Flick lo descubrí yo
Si es verdad eso que también dicen, que Hansi Flick será el próximo entrenador del Barcelona, puedo sacar pecho. Se podría decir incluso que yo descubrí a Hansi Flick, porque ya hablé sobre él en un podcast hace tiempo, cuando estaba en Alemania y ni siquiera sonaba para el banquillo del Barça. Lo hice adaptando aquel anuncio del reloj suizo para niños. La genial canción aquella de Yo soy Flick, yo soy Flack, somos dos en un reloj, etc. Así que resuelvo dudas sobre su estilo de juego, y a ver cómo mi madre justifica esto.
Para acabar la jugada, ojalá Xavi diga ahora que todo lo de esta temporada lo hizo para mostrar a Flick los peligros de ser entrenador del Barça. Hay que aprovechar la última rueda de prensa.
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