La contracrónica del Barça-Real Sociedad: cantar contra el aburrimiento

La megafonía avisó dos veces durante el primer tiempo sobre algunos cánticos de la grada. El tono cambió con el gol de Lamine Yamal

Lamine Yamal marca el 1-0 del Barça a la Real Sociedad tras una gran asistencia de Gündogan.

Lamine Yamal marca el 1-0 del Barça a la Real Sociedad tras una gran asistencia de Gündogan. / Jordi Cotrina

Joan Domènech

Joan Domènech

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Dos veces se escuchó un aviso por la megafonía de Montjuïc en la primera mitad. Pero ya no se pierden niños por el estadio como sucedía en el Camp Nou. Antiguamente se reclamaba a los familiares del chaval extraviado que acudieran a “la porta principal de tribuna”.

Los mensajes de la modernidad son otros: los minutos de silencio y el número de asistentes al estadio, tal que fuera una divulgación útil y necesaria para los aficionados. Acudieron, por cierto, 35.829 espectadores. Información de servicio: la cuarta más baja de la temporada, después de la del Valencia y su diluvio (30.167), también en lunes, después del fiasco del Bernabeu, y las registradas ante el Atlético (34.568) y el Almería (34.471).

Ahora hay que ser políticamente correcto. Muy correcto, y la hinchada del Barça, una porción reducida, pero ruidosa, al parecer no lo era. Antes de que se organizara una ola por las gradas como señal de aburrimiento o de euforia máxima, los culés cantaron.

Lamine Yamal se escapa de Aramburu en Montjuïc durante el Barça-Real Sociedad.

Lamine Yamal se escapa de Aramburu en Montjuïc durante el Barça-Real Sociedad. / Jordi Cotrina

Alusiones a Madrid y Espanyol

Cantaron como siempre, las estrofas y los cánticos habituales, y entre ellos, por supuesto, las alusiones al Madrid y al Espanyol, rivales inveterados. Ya se sabe. Palabras nada amables, mas bien despectivas, tampoco originales, y que se repiten en todos los campos con el cambio de nombre del club en función de las rivalidades. En algunos casos, lo sabe el Barça, se incluye la catalanidad como motivo adicional de desprecio.

La grada culé, la genuinamente culé, la más animadora, para no establecer gradaciones de barcelonismo, la del fondo de la portería del pebetero, cantaba y cantaba para romper la monotonía, el aburrimiento, el sopor. Oídos extremadamente sensibles detectaron la palabra «puta» pegada a los nombres «Madrid» y «Espanyol».

Hamari Traoré se adelanta a Raphinha en Montjuïc durante el Barça-Real Sociedad.

Hamari Traoré se adelanta a Raphinha en Montjuïc durante el Barça-Real Sociedad. / Jordi Cotrina

Amenaza de multa

Los cánticos no eran más audibles ni más generales ni más constantes que en otras ocasiones. Pero estribillos de ese estilo están prohibidos por el Real Decreto de 2010 que aprobó el Reglamento de prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. Y esos oídos instaron a Aleix Santacana, el speaker del Barça, para que abriera el micrófono y lanzara el aviso preceptivo como medida disuasoria para que se acallaran esas alusiones hirientes.

El club no puede permitirse las multas que suele imponer la Comisión Antiviolencia a instancias de los informadores de LaLiga. El aviso es demostrativo, al menos, del celo del Barça para velar por la formalidad de sus aficionados y evitar el castigo de los miles de euros que recauda la patronal. En el cancionero, hubo el pasaje "Barça, sí, Laporta no" y reapareció el de "independència", de bajo volumen; se estudia si por el peso de la extranjería en la grada o por el influjo de la votación del domingo.

Pau Cubarsí y Sheraldo Becker pelean por el balón en Montjuïc durante el Barça-Real Sociedad.

Pau Cubarsí y Sheraldo Becker pelean por el balón en Montjuïc durante el Barça-Real Sociedad. / Jordi Cotrina

Otro tono con Lamine Yamal

Cantó el culé para entretenerse a falta de fútbol. Cantó con otro tono después de los dos avisos. La advertencia surtió efecto, pero seguramente ejerció mayor influencia el gol de Lamine Yamal. Ese sí fue un cántico unánime, saludable, feliz de toda la grada. Un fogonazo de inspiración del adolescente, que se merece una tonadilla especial y exclusiva para él. Lleva tiempo en el primer equipo y acumula méritos suficientes después de siete goles esta temporada.

Nadie como Lamine, como los goles, como el buen fútbol para arrancar el alborozo de miles de personas sin necesidad de acordarse del otro. Queda solo un partido en Montjuïc, el domingo ante el Rayo. Tal vez sea una fiesta mejor. Con que sea una fiesta, basta.