Andà p'alla, bobo

Montjuïc es la ruina, pero ha salvado las cabezas de Laporta y Xavi

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Vamos a estirar esto lo que podamos. Ahora les tiramos el solomillo del robo arbitral y los tenemos entretenidos durante unos días. Alargaremos el interminable serial sobre quién estará en el banquillo la próxima temporada, que ni siquiera nosotros sabemos cómo resolver. Es difícil que el Valencia nos complique (aún más) la vida, el próximo lunes. Y así habremos pasado una semana más.

La sensación de improvisación es total en el Barça. Eso sí, nadie piensa en el club, en la entidad, en la imagen y prestigio del Barça. Todo el mundo está pendiente únicamente de su situación personal, de su familia, de sus amigos, de sus enchufados, de sus recomendados, de su nómina en el mejor de los casos.

El equipo y el club, el palco y el banquillo, los ejecutivos y los futbolistas se acaban de dar el mayor porrazo en décadas (o uno de ellos) y todos esos departamentos que dirige el presidente Joan Laporta, él solito, sin CEO ni Director General, no tienen respuesta a nada de lo que ha ocurrido.

Traslado ruinoso

Son muchos los que consideran que las obras de remodelación del Spotify Cap Roig, como el directivo Juli Guiu rebautizó al Spotify Camp Nou, y la necesidad de trasladarse al estadio Olímpico de Montjuïc sean la razón fundamental por la que Laporta y Xavi Hernández pueden salvar sus privilegiados puestos, pues la posibilidad de que un ‘estadi’ en ebullición hubiera protagonizado más de una pitada, más de una pañolada y más de una pancarta pidiendo la cabeza de alguno de ellos, tras este inapelable 0 de 4, es enorme, real.

Montjuïc es un Gamper cada partido, incapaz de dictar sentencia, pase lo que pase. Y allí han pasado cosas que el Camp Nou no hubiese tolerado. No olvidemos que solo 17.000 socios de los más fieles, perdón, los más fieles, los irreductibles, “aquellos para los que el Barça forma parte íntima, real, personal de nuestras vidas”, me dice uno de ellos, acuden a los partidos de su amado equipo. Y esos, me insiste mi amigo, “moriremos sin haber pitado jamás al Barça, porque es nuestro equipo, al margen de resultados, entrenadores y presidentes”.

Lluis Companys

Lluis Companys / JORDI COTRINA

En Montjuïc no existe la complicidad de toda la vida que había y que, se supone, se recuperará en el Sportify Camp Nou. En Montjuïc, incluso los socios cambian de asiento en cada partido. O casi. Montjuïc ha dañado aún más, sin duda, la economía del Barça, pero ha salvado la cabeza de Laporta y el puesto de Xavi. Montjuïc es el Gamper. Montjuïc es una tregua.

Una tregua que ni siquiera ha servido para que las mentes preclaras que dirigen el club compartan la tesis de Rafa Yuste y Alejandro Echevarria de que Xavi debe seguir. Buena parte de esos directivos expresaron en las calles festivas y en el restaurante VIP del RCTBarcelona, durante la semana del trofeo Conde de Godó, que tenían “demasiadas” dudas sobre la idoneidad de que Xavi siga la próxima temporada.

El vodevil (“comedia frívola, ligera y picante, basada en equívocos”) sobre el futuro de Xavi (el presente han sido cuatro fracasos consecutivos y jugar peor que el año pasado) arrancó con que se iba definitivamente el 30 de junio. Siguió con que “a día de hoy”, no ha cambiado nada. Continuó con un “yo no soy, ahora, el importante”. Prosiguió con que podía pedir continuar, pero exigiendo refuerzos. Ahora que ha sabido que no todo el mundo en la junta está a favor de que siga, insinúa que está dispuesto a seguir, sin refuerzos, sin condiciones. Y es, en estas horas, cuando la junta, perdón, Joan Laporta, que es el único que manda y decide (sin CEO ni Director General alguno), duda, emerge Rafa Márquez, de quien ya tienen las medidas para el traje, para hacerse cargo de la temporada en la que se volverá al Spotify Camp Nou. Eso sí, como todo en este club, no se sabe cuándo.

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