Fútbol y transporte

Los tranvías que marcaron la historia del Barça: "Los pasajeros iban al campo colgados de los estribos y los testeros"

Se cumplen dos décadas del regreso del tranvía a Barcelona, y con motivo de este aniversario EL PERIÓDICO ha desplegado una serie de contenidos informativos en torno al impacto del emblemático transporte público

La evolución del tranvía ha marcado a los aficionados azulgrana desde los años de amontonamiento en los trayectos al viejo campo de Les Corts

Un niño en el 'testero' de un tranvía.

Un niño en el 'testero' de un tranvía. / Joan Termes

Begoña González

Begoña González

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Sería imposible explicar la historia del FC Barcelona sin entrelazarla con la de la ciudad de Barcelona. Tampoco sería posible hacerlo al revés. El club y la capital catalana han mantenido desde los inicios una relación permanente, intensa y profunda, aunque no siempre de entendimiento. Algo parecido ocurre con los servicios de transporte público de la ciudad y los diferentes estadios en los que los azulgranas han disputado cada una de sus temporadas.

En los años 30, la relación de amor-odio entre los por entonces habituales tranvías y los aficionados que trataban de llegar al primer gran campo del FC Barcelona, el de Les Corts, forjaron una estrecha relación que ha evolucionado en el tiempo hasta definir la que actualmente mantienen un evolucionado y ampliado servicio de transporte público y un megaestadio con capacidad para casi 100.000 personas. 

Mucho ha llovido desde que por poco más de una peseta decenas aficionados se apretujaban en los tranvías especialmente desplegados para los días de partido. “Fútbol” rezaba un gran cartel visible desde el exterior que indicaba el destino de aquellos vagones especialmente movilizados durante las tardes de domingo. “Por aquel entonces muy pocos disponían de vehículo privado y era igualmente poco habitual alquilar taxis o tartanas para acceder a Les Corts, por eso la mayoría de aficionados se desplazaban al campo en tranvía”, explica Joan Termes. A sus 83 años, colecciona fotos históricas de tranvías, de las que tiene cerca de 10.000, y ha escrito varios libros sobre la historia de este medio de transporte. 

Fotografías del archivo personal de Joan Termes

Fotografías del archivo personal de Joan Termes / Joan Termes

Colgados de los estribos

“La expresión ‘ir atestado’ se remonta a esos tranvías en los que la gente se amontonaba hasta en los ‘testeros’, las plataformas que llevaban delante y detrás. En un vehículo de un vagón de aquella época, bien apretaditas cabían perfectamente 60 o 70 personas”, asegura Termes. En aquellos servicios especiales que se desplegaban los domingos desde la Plaza Tetuán y la Plaza Catalunya hasta la calle Anglesola, cerca del campo de Les Corts, muchos aficionados viajaban al campo incluso colgados de los estribos. “En uno de estos tranvías, un día de partido, mi abuelo perdió algún dedo del pie por ir colgado de los estribos. Tuvo suerte”, relata Xavier Martí, un aficionado del club azulgrana.

Un tranvía desplegado especialmente para un día de partido.

Un tranvía desplegado especialmente para un día de partido. / Joan Termes

A pesar de que se ampliaba el servicio desde el mediodía y hasta un par de horas después de que terminara el partido, nunca fue suficiente para trasladar a los entre 30.000 y 60.000 aficionados que podía albergar el campo y cada domingo se sucedían en cascada las reclamaciones. “La velocidad del tranvía no era extraordinaria, pero en 25 minutos más o menos hacían todo el recorrido. Otra cosa era cuando un animal o un carro se plantaba en los rieles y retrasaban la marcha, pero iban bastante rápido”, relata Termes.

“Las quejas de los aficionados sobre los accesos insuficientes e incómodos al campo se extendieron al transporte público, que era igualmente insuficiente. Las flotillas de autobuses y los tranvías eran desbordadas con creces (...). Incluso se dio el curioso caso de más de 150 taxistas sancionados por el Ayuntamiento por negarse a encochar aficionados tras un partido. No querían meterse de nuevo en ese laberinto que daba poco beneficio”, afirma en el libro ‘Les Corts i el Barça’ (Ajuntament de Barcelona) el historiador del club Manuel Tomás. Por aquel entonces, el barrio de Les Corts era todavía un territorio poco urbanizado y eso complicaba mucho la circulación.

Largas colas de aficionados esperando para subir al autobús que iba a Les Corts.

Largas colas de aficionados esperando para subir al autobús que iba a Les Corts. / Joan Termes

Era Camp Nou

Con el paso de los años, y la inauguración del Camp Nou en 1957, se desarrollaron también formas alternativas de llegar al campo. En los 60, la invasión de los automóviles y el crecimiento de la red de autobuses empezó a dejar al tranvía como símbolo de una época pasada. Los avances fueron lentos y a principios de los 60 con el traslado al nuevo estadio barcelonista, los aficionados seguían viviendo toda una odisea para acceder al estadio. 

La falta de urbanización de los alrededores del Camp Nou seguía complicando todo este proceso, según Tomás. “Los trolebús acababan en el primer cinturón, la Ronda del Mig, de ahí en adelante ya no era posible que circularan porque la zona no estaba urbanizada”, asegura Termes. Con el tiempo, y la llegada del servicio de Metro a los alrededores completó un proceso de diversificación que facilitó bastante el acceso al estadio.

Un autobús de servicio especial dirección Camp Nou.

Un autobús de servicio especial dirección Camp Nou. / Joan Termes

“Hoy en día al Camp Nou se puede acceder de muchas formas. En tranvía, como históricamente, desde la parada Avinguda de Xil·le, o en metro desde las paradas de Badal, Collblanc o Palau Reial. Esto permite que los aficionados se puedan repartir en diferentes medios de transporte para evitar alimentar los colapsos”, asegura Jordi Porta, de la Asociación para la Promoción del Transporte Público. "Ahora el problema es más el vehículo privado, en concreto las motos, que se acumulan en los alrededores del campo cuando hay partido", remata Porta.

Aun así el nuevo Spotify Camp Nou, donde el primer equipo del Barça debería volver desde Montjuïc el próximo mes de noviembre de no mediar retrasos, o los nuevos retos urbanísticos de la ciudad de Barcelona, siguen planteando interrogantes. Especialmente, sobre cómo se solucionarán los inevitables colapsos de vehículos privados en las inmediaciones del estadio en días de partido o las aglomeraciones de aficionados en los transportes públicos.