Ya lo decía Juanito: "90 minuti en el Bernabéu son molto longo"

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tú míralo por donde quieras. Tú ya puedes ser un enfermizo seguidor del Real Madrid, que un culé empedernido que solo sueñe con una derrota, con una eliminación, del conjunto merengue.

Tú míralo por cualquier lado, da igual si lo ves en vivo y en directo, si lo ves en diferido, si lo ves de día en Australia o de noche en Santes Creus. No importa ni la hora ni el lugar, ni si estas solo o acompañado.

Todos, absolutamente todos los equipos y ya no digamos clubs de Europa (y porque no pueden los del resto del mundo), lo único que quieren es ganar la Copa de Europa, la Champions. Pero resulta que esa competición, ese himno, ese trofeo, esa manera de competir tiene ya, desde siempre (y no porque la inventaran ellos), un dueño: el Real Madrid.

Llega la Champions, suena el himno, y ahí sale el Real Madrid. Y cualquier otro. Incluso poco importa que el ‘otro’ sea el mismísimo Manchester City, dicen, el mejor del mundo, dirigido por el mejor técnico del planeta Tierra.

Empieza el show

Da igual. Se encienden las luces, cierran el techo, grita la gente, miles de ellos, salen los equipos, suena el himno, el estadio se incendia y empieza el espectáculo del Real Madrid.

E importa bien poco, nada, que, en los dos primeros minutos comenta, con perdón, multitud de cagadas, de pifias, de tonterías, de sinsentidos. Falta absurda de Tchouaméni, que luego sería el mejor del partido, tarjeta amarilla para el merengue, el sobrado de Lunin no pone barrera, el despistado de Lunin se traga el gol en el palo que debería haber tapado con dos o tres defensas, 0-1 para el MCity y el Real Madrid empieza a jugar la ida de los cuartos de final con estos síntomas. Es decir, en la Luna, despistado, derrotado.

Phil Foden, del Manchester City, celebra con Pep Guardiola, después de marcar el segundo gol de su equipo.

Phil Foden, del Manchester City, celebra con Pep Guardiola, después de marcar el segundo gol de su equipo. / AP/JOSÉ BRETÓN

Pero, perdón, ¿de qué me están hablando ustedes? Es el Real Madrid, es el Bernabéu, ya lo dijo Juanito, en 1986, tras perder 2-0 en Milan ante el Inter, “90 minuti son molto longo” en el Bernabéu. Tan largos que, repito, el campeón de campeones (y que le duela a quien quiera, pero es así de duro, de evidente) tardó 12 minutos ¿se lo repito? ¡12 minutos! en remontarle el partido al MCity. Vale, de rebote los dos goles, lo que quieran, pero en 12 minutos, 2-1 para los blancos.

Pero es que este Real Madrid europeo, que se pasea por España, salvó anoche un partido (perdón, una eliminatoria) que tenía perdida, totalmente perdida. Por eso dicen que los grandes equipos, los grandes campeones, cuando juegan bien, ganan y cuando juegan mal, empatan, importándoles un pimiento la posesión: 38 a 62%.

Federico Valverde celebra con su compañero tras marcar el tercer gol.

Federico Valverde celebra con su compañero tras marcar el tercer gol. / AP_Jose Breton

El Real Madrid, aquel del anuncio del Mitsubishi Pajero en el que el pastor le pregunta al viajero desorientado ¿qué, el Real Madrid campeón de Europa, no?, estaba más muerto que vivo, estaba casi enterrado, frente a un MCity, que suma su partido nº 26 sin perder, pero que no pudo (supo) rematar a los blancos, entre otras cosas porque el magistral Kevin De Bruyne, su dios, se pasó la tarde del martes sentado en la taza del wáter del hotel madrileño donde se hospedaba el conjunto inglés.

PD. Por cierto, ¿me pueden contar, explicar, escribir, recitar, cantar qué le han visto ustedes a ese Erling Haaland? Otro partido grande que se esconde, desaparecido. Será todo lo goleador que quieran, pero futbolista, futbolista, no lo es. Ahora, llegará la vuelta en el Etihad Stadium, y le meterá siete al Real Madrid. Vale.

Suscríbete para seguir leyendo