DOMINIK GREIF, EL ÍDOLO DEL 'MALLORQUETA'
Estas manos (eslovacas) son las que han llevado al Mallorca a la final de Copa
Como contó Javier Aguirre, su entrenador, "hace un año no sabíamos qué hacer con él, estaba liquidado, cojo, destrozado y encorvado" y, ahora, el "sinvergüenza", les ha llevado a la final de la Copa del Rey de este sábado en Sevilla.
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Era el día, ayer, abierto para la prensa, bueno, para los medios de comunicación de la isla, de Mallorca. Era el día en que Javier Aguirre y sus futbolistas se sometían, tras petición previa, a hablar con los informadores. Y ¿quién fue la estrella de esa cita? El meta eslovaco Dominik Greif. ¿Por qué? Porque ha sido el portero que ha llevado al Real Mallorca a su cuarta final copera, después de haber ganado la última, en el 2003, de la mano de Gregorio Manzano y, cómo no, Samuel Etoo.
Greif, que se ha pasado el año viviendo a la sombra de otro auténtico porterazo, el serbio Predrag Rajkovic, que ha mantenido al ‘Mallorqueta’ lejos de los puestos de descenso durante toda LaLiga, fue el futbolista más solicitado por los medios y él, disciplinadamente e, incluso, con un más que correcto castellano, fue saltando de taburete en taburete en uno de los campos de entrenamiento de la Ciudad Deportiva Antonio Asensio, de Ciutat de Palma, para someterse a media docena de entrevisas. Sí, fue la estrella.
Los piropos del 'Vasco'
"En LaLiga no lo había puesto ni un minuto”, comentó Javier Aguirre, la pasada semana, después de que su Mallorca arrancará un punto (su 13º empate liguero) en Mestalla, con Greif bajo palos, porque los porteros, dijo, necesitan partidos. “Cuando llegué, Dominik estaba liquidado, cojo, destrozado y encorvado. Iba a su país, se infiltraba y volvía. No sabíamos qué hacer con él, hasta pensamos en venderlo pero, a base de terapia, lo rescatamos. Él ha puesto mucho de su parte, claro. Es un portero en toda regla. Merece jugar la final con todo lo que ha pasado. Lo ha pasado muy mal. Entrena muy bien, hoy me apeteció ponerlo y jugó bien el sinvergüenza".
Este sinvergüenza ya fue amado por la afición rojilla incluso antes de llegar. Su club, el Slovan de Bratislava, que, finalmente, se lo vendió al Real Mallorca por algo menos de tres millones de euros, se resistió a traspasarlo poco antes, provocando el enfado de los seguidores rojillos, que llegaron a crear el ‘hashtag’ FreeDominik, al interpretar que su club lo tenía prisionero, es decir, que no le dejó marchar cuando debía y podía, retrasando la llegada de este grande y enjuto guardameta de 1.97 metros de altura y una envergadura superior a los dos metros.
Y, curiosamente, fue llegar a la isla y empezar a sucederle lo peor de su vida. Primero, lesiones musculares; luego, el COVID y, más tarde, un auténtico vicrucis, al sufrir una lesión de espalda, de imposible diagnóstico y peor curación. “Meses de dolor y sufrimiento tremendo porque no podía ni siquiera levantarme de la cama”, contaba el gigante eslovaco.
Se produjo la resurrección, sí, sí, tal cual y, a partir de entonces, todo ha sido salud y triunfos, bueno, no tantos, porque tampoco ha jugado mucho, pero ha terminado convertido en un portero que, dentro de dos semanas, se lo van a rifar los mejores clubes europeos. Esas manos, las que ven ustedes en estas dos fotos, son las manos, los dedos, las yemas, las muñecas que han llevado al Real Mallorca a Sevilla para enfrentarse al temible Athletic, junto al Barça, ya saben, el rey de la Copa del Rey.
Greif tiene dos ídolos a los no olvida nunca. Uno, el legendario y desaparecido, Kobe Bryant, a quien le dedicó la detención de dos penaltis en la semifinal de San Sebastián, uno a Brais Méndez y otro al mismísimo Mikel Oyarzabal. “El trabajo aún no ha terminado”, escribió Greif en su Instagram, con imágenes de ‘Black Mamba’. Y, dos, Rafa Nadal, a quien conoció recientemente y frente a quien se inclinó reverencialmente “pues se trata del ídolo de mi infancia y juventud”.
"Yo siento envidia sana de Dominik. Me parece un pepino de portero ¡vaya bestia! No tiene sentido que, siendo tan alto, tan alto, sea tan ágil, tan veloz, de reacción inmediata. No me extrañaría que se lo llevase algún grande, es buenísimo"
Este cuerpazo y estas manos mágicas, prodigiosas, están pidiendo a gritos, aunque no suele hablar de ello, no, un equipo poderoso “donde se me necesiten más que en el Mallorca”. Su impresionante estatura y, sobre todo, su tremenda intuición, habilidad y agilidad le han convertido en un portero, joven, muy joven, de altos vuelos. En un portero, vaya, que, el sábado, celebrará su 27º cumpleaños. Está señalado, desde luego. Tiene pinta de momento histórico.
Greif, que como reconoció el ‘Vasco’, en Valencia, ha resucitado física, mental y deportivamente, es un muchacho que pasa muy desapercibido en el vestuario rojillo, lo que no quiere decir que no tenga buen rollo, que lo tiene y mucho, con el resto de compañeros. Quiere decir que es discreto, poco follonero, nada ruidoso, “calladete”, como dicen sus colegas de ducha, porque ese es su carácter, algo retraído.
El elogio del colega
Si alguien conoce esa cabeza, ese cuerpo, esas manos y sus habilidades como portero, ése es Iván ‘Pichu’ Cuéllar, el tercer portero del Mallorca, que está a punto de cumplir los 40. después de haber jugado en el Atlético, Eibar, su queridísimo Spórting (en dos etapas), Leganés y, ahora, en el ‘Mallorqueta’.
“Dominik es un pedazo de amigo y un pedazo, perdón, un portento de portero. Todo lo que tiene de grande, de inmenso, lo tiene de buenazo, de buena gente”, explica Cuéllar, “La primera vez que salí a entrenarme con él pensé ‘joder, de verdad, ‘menuda bestia!’, porque ocupaba toda la portería. No es que ofrezca esa impresión, no, no, es que la ocupa”.
“Lo mejor de Dominik es todo, todo”, continúa explicando ‘Pichu’. “Pero lo que le hace muy especial es que, siendo tan grande, midiendo casi dos metros, bueno, ¡mide dos metros!, tiene la velocidad, los reflejos, la rápidez y la agilidad de un meta muuuuuucho más bajo. A mí me admira la velocidad a la que reacciona, siendo tan alto y teniendo tanta envergadura”.
Cuéllar, que reconoce sentir “una envidia sana” al verle entrenarse y jugar, piensa que muy tontos o ciegos deberían ser los Directores Deportivos de los grandes clubs españoles “y europeos, sí, sí, europeos” para no llevárselo de Palma. “Todos merecemos ganar la Copa, todos, pero este pepino de portero, por todo lo que ha pasado, por el mucho dolor que ha soportado hasta llegar aquí, se lo merece más que nadie”.
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