BALONCESTO UNIVERSITARIO

Caitlin Clark, la estrella universitaria que ha revolucionado el baloncesto femenino

Caitlin Clark celebra la victoria de Iowa sobre West Virginia.

Caitlin Clark celebra la victoria de Iowa sobre West Virginia.

Albert Guasch

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Caitlin Clark muestra sobre la pista la personalidad de una estrella intensa y moderna. Celebra con vehemencia las canastas. Practica el ‘trash talk’ más lenguaraz con las jugadoras rivales. Pone caras y gesticula a los árbitros. Se enfada y se maldice a sí misma cuando comete un error. Y a la vez es tremendamente buena y vistosa de ver. Lanza triples desde los ocho metros con la regular osadía de un Stephen Curry, comparación frecuente. Regala asistencias con la firmeza de Luka Doncic. Y, básicamente, está hecha del material con que se construyen figuras en estos tiempos de momentos virales.

Clark, base de la Universidad de Iowa de 22 años y 1,83, es un fenómeno que se expande sin freno, la estrella más popular que ha producido nunca el baloncesto universitario femenino. No para de batir récords. En febrero pasó a los anales como la jugadora con más puntos de la historia de la NCAA (3649, vigente desde 1981) y, días después, superó el récord del mítico Pete Maravich, de 3667, que guardaba desde 1970. Ese día hubo colas para comprar entradas que en la reventa se dispararon a los 5.000 dólares.

Desde el fin de semana se disputa la 'March Madness' (Locura de marzo), posiblemente el acontecimiento más excitante del calendario deportivo de EEUU. Esta pasada madrugada Iowa superó la segunda ronda con 32 puntos de Clark, la mitad de su equipo, y ella estableció otro récord histórico: máxima cantidad de puntos en una sola temporada, 1113 por ahora.

En sus cuatro cursos universitarios ha sido consistentemente eficaz. 26,6 puntos de media el primer año. 27 el segundo. 27,8 el tercero. 31,8 en el presente. Ha liderado también la competición en asistencias. Pero nada entra más por los ojos que sus tiros lejanos. Nunca se ha visto a una mujer lanzar desde tan lejos de forma regular. Se da por descontado que en el próximo draft para acceder a la WNBA será la número 1 y acabará en Indiana. Dice su padre que podría haber sido igual de buena en fútbol. Jugó hasta los 14 años y llegó a ser reclutada para la selección de EEUU de su edad.

Se trata de una bestia competitiva, cuya fuerza se plasma en la pista y fuera de ella. Allá donde juega se cuelga el cartelito de 'sold out', incluso en un partido amistoso de pretemporada que presenciaron 55.546 espectadores. Ha firmado una decena de contratos publicitarios de alto rango (Nike, Goldman Sachs, Gatorade), que la promocionan al nivel de un Tiger Woods o un Lebron James. Las audiencias televisivas la acompañan (los dígitos de sus partidos compiten con los de la NBA) y su juego eléctrico y su actitud descarada producen material abundante para las jugadas virales. "¡Calla la puta boca!", vociferó a alguien tras una canasta en el partido de esta semana, escena difundida con profusión.

Es indiscutiblemente la imagen del baloncesto universitario. De hecho, este año, por primera vez, la 'March Madness' femenina supera en interés a la masculina, palabras mayores, y gran parte de la culpa la tiene esta jugadora nacida en Des Moines. Hay otros nombres con reconocimiento de marca que elevan la atención. Pero ella manda en esta revolución. La final del año pasado de la NCAA, ganada por Luisiana sobre la Iowa de Clark, cautivó en ESPN a 9,9 millones de telespectadores, una cifra muy encomiable. ESPN ya ha encargado una serie de cuatro capítulos sobre su vida.

Caitlin Clark, en el partido de la March Madness.

Caitlin Clark, en el partido de la March Madness. / REUTERS

Todo este 'pack' queda envuelto por un carisma que la convierte en un referente pop que trasciende su deporte y que produce relatos que aliñan su biografía en construcción. Después de perder la final en cuestión se llevó a todo el equipo a un bar de Dallas a exorcizar las penas con chupitos y demás líquidos hasta el amanecer. En un viaje este pasado verano por Europa, exigió alquilar un barco para ella y sus compañeras, del que ha trascendido que se lo pasaron muy bien. El barco de la cogorza, lo apodaron.

¿Qué le falta? El título de la NCAA. En ello anda, pero el cuadro que le ha tocado es complicado. La Universidad de Carolina del Sur es la favorita.