Y el Madrid ¿qué?, otra vez campeón de Europa ¿no?
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Y el Madrid ¿qué?, otra vez campeón de Europa, ¿no?
Me acuerdo tantas veces del pastor del anuncio, de 1994, del Mitsubishi Montero, que cada vez que ocurre lo que ha sucedido en la eliminatoria de octavos de final de la Champions entre el campeonísimo blanco y el jovencísimo, vivo, dinámico, atractivo y divertido Leipzig (¡qué hermoso comprobar que alguien confía en la idea de La Masia fuera de Barcelona!), pienso en la pregunta que el aislado cabrero le formula al despistado viajero.
Cómo será la cosa para que dos gurús como Alfredo Relaño y Tomás Roncero reconozcan que los madridistas deberían poner varias velas a varios santos y vírgenes para agradecerles todo lo ocurrido y, por descontado, que con tan poco fútbol y mucho, mucho, sufrimiento (¡hasta llegaron a pedir la hora, reiteradamente!), el Real Madrid, ese campeón de campeones de la Copa de Europa, esté en cuartos de la Champions.
Susto en el cuerpo
“El pitido final fue un alivio. El Madrid pasa a cuartos, pero con poco de lo que presumir”, escribe el exdirector del diario ‘As’. Y Roncero, que hasta reconoció en la Ser que debían de haber expulsado a Vinicius, en el minuto 55 (vaya, diez minutos antes de que marcase su gol), relata que “lo importante es que el Madrid sigue vivo en Champions. Era el gran objetivo por encima de todo. Se suele tener una noche tonta en Europa y los blancos han sobrevivido a ella. A cuartos sin presumir. Ahora, a sentenciar la Liga y llegar a abril con mejor disposición física y anímica. No soportaría otra nochecita como ésta”.
Sé que muchos de ustedes hasta llegar a este cuarto párrafo estarán recordando el lamentable pitido final, fuera de lugar, a destiempo, muy, muy impresentable de Gil Manzano ante el Valencia, en Mestalla. Compro, estoy con ustedes. Robo total a los blancos, que habían sido capaces, de nuevo, de remontar un 2-0 adverso. Pero yo les hablo de la Champions, esa competición mítica del y para el Real Madrid. En Europa, amigos, muchas veces, hasta demasiadas (incluso con el Real Madrid o, sobre todo, con el Real Madrid, como supone el pastor) han necesitado de eliminatorias como esta frente al Leipzig para convertirse en campeón o disputar la final.
Eliminatorias donde, en la suma de los dos partidos, después de más de 180 minutos, el rival, por pequeño y atrevido que fuese, como lo es este entretenido y libre Leipzig, ha jugado mejor que tú y ha merecido más que tú. Lo mereció en la ida, donde Lunin fue mejor que Courtois y Casillas a la vez y donde el árbitro bosnio Irfan Peljto le anuló un gol perfectamente válido a Benjamin Sesko (“¡Es una locura anular ese gol; esto no es fútbol!”, clamó Mateu Lahoz en Movistar).
En el majestuoso y moderno Santiago Bernabéu pasó casi, casi, lo mismo. El Leipzig jugó mucho mejor que el Real Madrid y, desde luego, si algo mereció fue justicia y jugar, los últimos 35 minutos, contra 10, pues hasta Tomás Roncero reconoció que el estrangulamiento de Vinicius al central Orban debió ser roja. No lo fue. El colegiado italiano Davide Massa también perdonó al Real Madrid.
Ya lo dijo Juanito
A veces, no siempre, es así como se escribe la historia, como se gana la Copa de Europa, en blanco y negro y/o en color. Por el peso de una camiseta, por lo que asusta esa vitrina, por lo que representa esa nueva bombonera que retumba hasta impresionar y porque, como dijo un día Juanito, otro símbolo de esa manera (tan curiosa y única) de ganar, “90 minuti en el Bernabéu son molto longo”. Hasta para los árbitros.
PD: Y que dejen de proclamar, por favor, que las aficiones le tienen manía a Vinicius y traten de educar y aconsejar a ese muchacho, que no solo no se corrige, sino que ha adquirido un protagonismo innecesario, como demuestra su agresión a Orban. Como le dijo muy bien dicho el valencianista Hugo Duro la otra noche, "eres un cohete, dedícate a jugar y olvida todo lo demás". Pues no, él sigue actuando de 'prota'. Y el Real Madrid (y su TV), felices.
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