La AE Ramassà

Así se creó el equipo de refugiadas: del acoso al colectivo LGTBI en Rusia a los matrimonios forzosos de Pakistán

El Ramassà creó en 2021 un equipo de fútbol para mujeres refugiadas y solicitantes de asilo, que también reciben acompañamiento formativo y laboral

La Associació Esportiva Ramassà fomenta la actividad deportiva entre mujeres refugiadas y solicitantes de asilo en Catalunya

VÍDEO: ZOWY VOETEN (IMÁGENES Y SONIDO) Y LALY CHAVARRY (EDICIÓN)

Jordi Grífol

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Victoria se lamenta. No pudo controlar un balón que la dejaba sola frente a la portería. Rápidamente, Asma se acerca y la anima. Le choca la mano y le da un golpecito en la espalda. Victoria tuvo que irse de Rusia por formar parte del colectivo LGTBI. Asma no puede volver a Pakistán, donde sufría un matrimonio forzado. Nunca le habían dado patadas a un balón. Ahora, juegan en un equipo de fútbol para refugiadas y solicitantes de asilo creado por el Ramassà.

"El fútbol lo es todo para mí. Es donde me refugio de cualquier problema", cuenta Yadira mientras su hija Isabella, de cuatro años, corretea con un balón. La AE Ramassà inició en 2021 este proyecto de fútbol femenino inclusivo para refugiadas. Este año, son unas 31 mujeres de diferentes edades y de origen diverso, todas ellas mayores de edad. Entrenan cada lunes y, una vez al mes, juegan un partido. Algunas de ellas son madres y, para que puedan venir a los entrenamientos, una persona se encarga de cuidar a los hijos mientras entrenan. 

Victoria, que llegó de Rusia hace un año, antes de empezar a jugar a fútbol

Victoria, que llegó de Rusia hace un año, antes de empezar a jugar a fútbol / Zowy Voeten

El Ramassà es un equipo de fútbol de las Franqueses del Vallès constituido como ONG que desde 2014 organiza proyectos de cooperación en África. "A raíz de una serie de viajes solidarios a países africanos descubrimos el impacto social positivo que puede tener el fútbol y lo fuimos integrando a nuestra entidad", comenta Marc Larripa, responsable del área social de la entidad y coordinador del proyecto.

Nuevas amistades y desconexión

“El objetivo principal es favorecer la integración de las participantes en el territorio utilizando la práctica del fútbol y dándoles acceso a la actividad física” comenta. “El fútbol les ofrece la oportunidad de crear nuevas relaciones socioafectivas y les sirve como desconexión, porque todas ellas están viviendo el proceso de solicitar asilo o buscando trabajo, y eso toma mucho tiempo y es duro”, añade.

El equipo de mujeres refugiadas del AE Ramassà, al acabar un partido

El equipo de mujeres refugiadas del AE Ramassà, al acabar un partido / Zowy Voeten

La mayoría de ellas no había jugado nunca a fútbol. No importa, pues la competición no está entre sus objetivos. “Cuando llegué no tenía ningún amigo aquí y el fútbol me ayudó a empezar una vida nueva”, cuenta Victoria, que mientras trabaja sigue esperando respuesta del gobierno a su solicitud de asilo. Llegó a Barcelona hace un año, procedente de Rusia. “Vine aquí porque en Rusia la gente LGTBI somos considerados como terroristas, es muy peligroso”, relata justo antes de empezar el partido.

“Para mí el fútbol significa felicidad. Nos ayuda a despejarnos del caos que cada una trae de su país”

Kely, jugadora del equipo de refugiadas del Ramassà

Asma, que tampoco había jugado a fútbol, - “¡en Pakistán se juega a críquet!”, subraya riendo -, llegó en 2019. Consiguió salir de su país, donde sufría un matrimonio forzado. Allí era trabajadora social. En Barcelona, ha cursado un máster de Relaciones Internacionales en la UAB, que compaginaba trabajando por la noche en el metro. Vive sola en Barcelona, y reconoce que echa de menos a sus padres, aunque no puede regresar a su país. En octubre, le entró una crisis de ansiedad de la que ya se ha recuperado. “Me aceptaron muy bien en el Ramassà. Voy a seguir jugando aquí siempre, sin el fútbol me voy a poner otra vez enferma. Es como mi familia”, confiesa sonriente. Su objetivo es convalidar los títulos universitarios que tenía allí para encontrar un trabajo acorde a sus estudios.

Acompañamiento formativo y laboral

“Este proyecto también las ayuda fuera del campo, en el proceso formativo y de inserción laboral en Catalunya. La entrenadora es integradora social y durante la semana hace un acompañamiento a todas las participantes”, explica Larripa. Les buscan cursos y formaciones y empresas que puedan ofrecerles trabajo.

Kely, con el balón en los pies, durante el partido de fútbol

Kely, con el balón en los pies, durante el partido de fútbol / Zowy Voeten

“¡Kely! ¡Kely!”, la animan sus compañeras desde el banquillo. Kely es hondureña y sí que había jugado a fútbol. De hecho, llegó a jugar con la selección hondureña juvenil. Se hace evidente por la habilidad con la que pasa, regatea y chuta hasta marcar gol. “Para mí el fútbol significa felicidad. Me ayuda a desconectar del día a día, nos ayuda a despejarnos del caos que cada una trae de su país”, añade. Ella llegó en 2021, tiene pendiente la cita de asilo. Trabaja en eventos y juega con el equipo femenino del Badalona.

El balón como refugio

Yennifer es venezolana, tiene 39 años. Vino a Barcelona casada, pero no le fue bien y se terminó viendo sola. Vivió un tiempo en un centro de la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) y tuvo que estar bajo tratamiento psiquiátrico un par de años. Ahora, trabaja de escaparatista en una tienda y vive con su perro. "Todas venimos con problemas, pero el fútbol nos ayuda a disfrutar y olvidarlos. Ha sido un apoyo muy grande a nivel emocional. El cerebro empieza a funcionar mejor cuando le das vitamina, cuando vives momentos que valen la pena", confiesa.

“Cuando vienen por primera vez se sienten un poco cohibidas porque piensan que igual estamos creando un equipo de fútbol convencional y competitivo, pero cuando empiezan a entrenar y ven que hay muchas chicas igual que ellas, se relajan, se empiezan a abrir y las barreras tanto de idioma como culturales van desapareciendo”, señala Larripa.

El partido termina con un gran corro. Todas ellas se conjuran, juntan las manos y acaban levantando los brazos lo más arriba posible, riendo. El balón es su refugio.