Por vez primera es Marc Márquez quien no tiene prisa

A 350 Km/h con Emilio Pérez de Rozas

A 350 Km/h con Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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El Mundial de MotoGP arranca dentro de quince días en el trazado nocturno de Losail, en Doha, la capital de Catar, bajo cientos de focos cegadores, un asfalto nuevo, una sala de prensa más que espectacular, unos talleres de película de Hollywood, una estrella rutilante, el bicampeón italiano ‘Pecco’ Bagnaia, 24 artistas invitados que persiguen su trono y una sola moto favorita, la impresionante (mejorada aún más) Ducati ‘Desmosedici’.

Las dos estrellas del 2023 repiten con los mismos colores y la misma moto. Bagnaia sabe que su principal rival es Jorge Martín, del equipo ‘satélite’ de Ducati. Y, a partir de ahí, todo lo que no sea que ganen estos dos muchachos, veloces como pocos, será una sorpresa. Pero si en algún deporte es muy fácil, hasta demasiado, que aparezcan las sorpresas, fruto de la enorme incertidumbre que provoca pilotar, durante casi una hora, a 350 kilómetros por hora, es en la categoría de MotoGP.

Es posible, muy posible, que transcurridos los cinco primeros grandes premios (Catar, Portugal, EEUU, Jerez y Le Mans), los ojos de los aficionados y de todo el ‘paddock’ empiecen a depositarse en alguien más que en el campeón y subcampeón del mundo, que, el año pasado, no tuvieron rivales, pues Bagnaia le sacó 138 puntos a Marco Bezzecchi (3º) y ‘Martinator’, la friolera de 99 puntos, es decir, cuatro victorias, cuatro grandes premios de distancia.

Todos favoritos

Pero como solía decir Marc Márquez, ocho veces campeón del mundo, cuando ganaba con una mano sobre su Honda RC213V, “en la parrilla de salida del primer GP todo el mundo arranca con cero puntos y de nada sirve haber ganado o arrollado cuatro meses antes”. Y, sobre ese alambre, se mueve, precisamente, el campeonísimo de Cervera (Lleida), que es, sin duda, junto al soberbio ‘rookie’ bicampeón Pedro Acosta (GasGas), las dos auténticas novedades de este arranque mundialista.

Marc Márquez afronta su último día de pretemporada en Losail (Catar).

Marc Márquez afronta su último día de pretemporada en Losail (Catar). / GRESINI RACING TEAM

Mientras el ‘tiburón de Mazarrón’ va imitando, paso a paso, la evolución de aquel MM93 que dejó boquiabierto al mundo de las dos ruedas, en 2013, el año de su debut entre los reyes y la temporada en que rompió todos los récords de precocidad de la historia, convirtiéndose en el campeón de MotoGP más joven, el mundo entero ha decidido seguir con parsimonia y expectación la manera en que el mayor de los Márquez afronta el mayor reto de su vida: volver a divertirse, volver a disfrutar, volver a sonreír y volver a ganar a los mandos de una Ducati….del 2023.

“Me ha tocado tomar decisiones de las que, quizás, me arrepienta en el futuro, no sé, aunque sí sé que todas ellas, todas, han sido muy pensadas, muy meditadas y, sobre todo, ninguna ha sido tomada en caliente, algo que he aprendido, también, durante los últimos años de viacrucis”, comentó hace algunas semanas Marc Márquez, nada más tomar contacto con su nueva moto y equipo, el gracioso y popular Gresini Racing Team.

"Todas las decisiones que he tomado han sido muy, muy, meditadas y espero no tener que arrepentirme de alguna de ellas"

Marc Márquez

— Piloto del equipo Gresini Racing Team Ducati

Eso sí, Márquez ha decidido, desde el primer día de test, en Valencia, en noviembre, reducir a la mínima expresión las expectativas que sus fans (y no fans) han puesto en su salto de Honda a Ducati. “No sé a quién se le ha ocurrido que esto es llegar y ganar. Llevo cuatro años horribles, llevo dos años largos sin ganar, vengo de un auténtico calvario, así que si el primer día de test hubiese hecho caso a las expectativas que mucha gente había depositado en mí, me hubiera vuelto loco y, si algo estoy, es muy cuerdo y sabiendo muy bien lo que debo hacer”.

El problema no es solo que el mejor piloto de toda la historia (sobre eso hay muy poca gente que tenga dudas) se ha asociado a la moto que arrasa en el Mundial. Puede, sí, que la versión del 2024 de la fábrica de Borgo Panigale, solo en manos de Bagnaia, Martín, Enea Bastianini (¡ojo que regresa ‘La Bestia’!) y Franco Morbidelli, sea una moto mejor aún que la 2023, que pilota MM93. Pero, ahora, y eso es lo más importante, los que se entusiasman con las posibilidades del ocho veces campeón lo hacen conscientes de que, a motos parecidas, no iguales, parecidas, él pondrá el resto. Y ganará.

Pero Márquez no está (aún) en esa tesitura. Marc inicia esta nueva experiencia, este renacer, esta segunda oportunidad, cargando con una mochila que, sin querer sacársela de encima, pues forma parte no solo de su ADN sino de su disfraz de ‘Superman’ (“este es un deporte de héroes, los fans quieren héroes como Marc”, suele decirme Alberto Puig, otro héroe del asfalto, último admirador y jefe de MM93), quisiera que fuese invisible.

Marc Márquez (Ducati), en la pista de Losail (Catar).

Marc Márquez (Ducati), en la pista de Losail (Catar). / GRESINI RACING TEAM

Es la mochila del coraje, de la determinación, del ‘más difícil todavía’, del (casi) imposible, de las salvadas a dos dedos del asfalto, acostado sobre la pista, del riesgo por el riesgo, de cerrar los ojos, abrir gas y salir derrapando de la peor y más peligrosa de las curvas. La mochila que carga Marc Márquez es la que le convierte ante sus fans en invencible o, al revés, en el muchacho que volverá a repetir lo que hizo antaño.

Pero hay una novedad. Marc acaba de cumplir 31 años, arrastra cuatro años de sufrimiento, un montón de operaciones, varias reconstrucciones, mucho sufrimiento, sudor y lágrimas en el gimnasio, en la mesa de masaje y en la pista. Su espíritu competitivo, sus ganas de arriesgar e intentar ganar, su ilusión por divertir a los suyos, de volver a ser el del 2019, cuando ganó su último título venciendo en 12 de las 19 carreras, subiéndose al podio en todas menos una y consiguiendo 10 ‘poles positions’, son las mismas, idénticas, “de lo contrario me hubiese quedado en el sofá de casa”, pero…el Márquez 2.0 ha decidido no intentarlo, no arriesgar, no jugársela, no caerse, no dañarse, hasta tenerlo todo bajo control.

"No sé a quien se le ocurrió decir que esto es llegar y ganar, vengo de años horribles, de no ganar, de ni siquiera subirme al podio. Esto va a costar. Y mucho"

Y es ahí donde la nueva mentalidad de ‘Il Cannibale’, como le llaman en Italia, ha sorprendido a su club de fans, que se cuentan por millones en todo el mundo. Y es por eso que Marc trata de añadir un poco de agua al vino, pidiendo tiempo, paciencia, sensatez, esperanza e ilusión, sí, pero sentido común a todos los que creen que ha dejado Honda y abrazado Ducati para ponerse a prueba.

Un poquito de pausa

Puede que el camino que ha escogido Marc Márquez para tratar de recuperar el tiempo perdido no sea del agrado de todos sus seguidores, pero es el que ha elegido después de muchos golpes (demasiados) y, sobre todo, es la única vía posible para no dañarse, de nuevo, antes de tiempo.

Porque si algo ha aprendido Marc en su travesía del desierto es que las caídas a los 31 no son igual que a los 20. El joven que admiró al mundo, el campeón que resistió, durante toda una década, todas las comparaciones con los mejores de la historia, está de regreso, pero pide un poco de paciencia. Por vez primera, es él quien no tiene prisa. Y eso que va a 350 kilómetros por hora.

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