El Barça (sin Messi) visita la 'catedral' de la iglesia maradoniana

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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No es un partido cualquiera. No son dos clubs cualquiera. Nápoles y Barça tienen en común dos nombres míticos, de los más relevantes de la historia del fútbol.

Nadie puede desvincular, aunque Joan Laporta pareció olvidarlo cuando no quiso (él dice que no pudo, aunque sí pudo gastarse el dinero en otras cosas menos necesarias) renovar a Leo Messi, el nombre de ‘La Pulga’ al Barça. Es más, hace tiempo que no está y todos los culés lo recuerdan cada día.

Nadie puede desvincular el nombre, la figura, la personalidad, el carisma, su carácter y todo lo que hizo Diego Armando Maradona por el Nápoles, el club, la ciudad, el Sur, su pueblo, su afición, sus fans. No existe en el mundo del fútbol, aunque muchos crean que sí, una vinculación tan bestia, tan profunda, tan real, tan auténtica como la que mantiene el pueblo napolitano y el Nápoles con ‘El Pelusa’.

La 'bombonera' napolitana

Y este miércoles, a las 21.00 horas, el Barça que aún huele a Messi, que todavía está en deuda con Messi, que siempre echará de menos a Messi, saltará al césped de un estadio, de una olla a presión, de una ‘bombonera’ que lleva, cómo no, el nombre de Diego Armando Maradona. Y ese simbolismo sólo y únicamente lo consigue el fútbol.

El partido de este miércoles, más que la eliminatoria de octavos de final, significa mucho para Nápoles, el club, la ciudad, su pueblo, los seguidores napolitanos. Mucho. El Barça, que aún sigue siendo de Messi para muchos, jugará en la catedral de la iglesia maradoniana. Y lo hará con la sensación de que ‘D10S’ fue Maradona y no Messi. Y lo hará con el recuerdo, aún real, presente, de que Maradona lo fue, lo es, todo para esa ciudad y sus gentes.

Diego Armando Maradona, enfrentando antes de anotar a Filippo Galli (centro) y el portero Giulio Nuciari del Milán en un partido de la primera división el 26 de abril de 1987 en el estadio San Paolo en Nápoles (Italia).

Diego Armando Maradona, enfrentando antes de anotar a Filippo Galli (centro) y el portero Giulio Nuciari del Milán en un partido de la primera división el 26 de abril de 1987 en el estadio San Paolo en Nápoles (Italia). / ARCHIVO / EFE

“El 25 de noviembre de 2020”, explica Marco Azzi, cronista del diario ‘La Repubblica’, en Nápoles, “cuando me anunciaron la muerte de Diego rompí a llorar amargamente. Y, no solo eso, mi hijo se me acercó y me dijo ‘papá, ¿qué ocurre?, es la primera vez que te veo llorar’. Y es que para un napolitano el fallecimiento de Maradona fue un golpe durísimo, estremecedor. Ustedes, que disfrutaron poco de Maradona, no saben lo que provocó en esta ciudad”.

Locura en Nápoles

Marco recuerda que el Nápoles solo tiene tres ‘scudettos’: 1986-87, 1989-90, los dos primeros liderados por Maradona, y el del pasado año (2022-23). “Muchos de los que celebraron el título del pasado año no vieron jugar a Diego. Aquel primer título es la gran conquista de este club, de esta ciudad, la locura para esta afición. En el equipo que se coronó el año pasado no existía ni un futbolista, no ya que tuviese el carisma de Maradona, sino que se acercase a él. Es por eso que Diego y sus conquistas siguen siendo lo más grande que ha ocurrido en esta ciudad”.

El pueblo napolitano, que tiene altares con la figura de Diego en todos los rincones de la ciudad, que tiene murales en todas las manzanas, que vive y disfruta de esa vinculación a lo largo de los 365 días del año, no olvidará, según relata Marco, “que Diego, en aquel 1984, cuando 75.000 aficionados llenaron hasta la cornisa el estadio San Paolo en su presentación, hubiese podido ir al club que hubiera querido y, sin embargo, escogió Nápoles, una ciudad del maltratado Sur italiano, que ¡jamás! ¡nunca! había ganado nada”.

"Quiero convertirme en el ídolo de los 'pibes' de Nápoles, porque son como era yo cuando vivía en Buenos Aires"

Diego Armando Maradona

— Bicampeón del 'scudetto' con el Nápoles

“Quiero convertirme en el ídolo de los ‘pibes’ de Nápoles, porque son como era yo cuando vivía en Buenos Aires”, dijo Maradona nada más llegar a Nápoles. “La suya no fue una decisión deportiva”, continúa relatando Azzi, “fue una decisión social. Maradona se convirtió en la bandera del Sur contra el poderoso Norte, hasta conseguir el doblete (‘scudetto’ y Copa), en 1987, que, hasta aquella fecha, solo habían conquistado equipos del Norte como Torino, Juventus e Inter”.

El pueblo napolitano, que sabe lo que es ser inferior, según relata Azzi, reconoció en Maradona a su líder, al muchacho que les sacaría de la miseria y los convertiría en grandes de Italia. “Diego siempre luchó contra el poder y los poderosos, por eso encajó tan bien en Nápoles. Fue el revolucionario que necesitaba nuestro pueblo. Fue el campeón de los pobres, que lo adoran porque, pudiendo ir a un grande de Italia (Silvio Berlusconi le ofreció una fortuna para fichar por el AC Milan), escogió un club perdedor, el más perdedor”.

Tributos florales a Maradona en el distrito español de Nápoles

Tributos florales a Maradona en el distrito español de Nápoles / CIRO FUSCO / EFE

Los historiadores del fútbol, que son muchos y diversos, consideran que las gestas que logró Maradona en Nápoles, sus conquistas, la futbolística y la social, el hecho de convertirse en el Mesias de todo un pueblo, quedarán para siempre entre los grandes logros de este deporte. “Es fácil conquistar lo que conquistó Maradona en un club rico, en una ciudad rica, con un equipo rico, pero lo que hizo Maradona, hasta hacernos llorar, fue único, fue coronar a los pobres frente a los poderosos”, señala Marco Azzi.

La ciudad sigue impregnada del aroma de Maradona. Los culés que ayer y hoy pasearán por Nápoles descubrirán que aquel pibe que estuvo en Barcelona y, a los 24 años, se fue a Nápoles por algo menos de 8 millones de euros, fue lo más grande que le ha ocurrido a Nápoles. Es imposible pasar por alto que este miércoles el Barça juega en un estadio bendecido por Diego Armando Maradona. El otro argentino que dejó el Barça por la puerta de atrás.

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