Los rollitos de primavera son el síntoma del caos reinante en el Barça

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Joan Laporta es la única persona que existe en el mundo que cree que lo puede lograr todo él solo, absolutamente solo, incluso contra todo el mundo. Y lo cree porque vive en un mundo paralelo, en un mundo de ficción, en un mundo irreal, en un mundo que ha creado él y, sobre todo, en un mundo habitado solo por personajes que le adulan y le dicen que sí a todo. El problema más gordo del Barça o, peor aún, la razón por la que el Barça se encuentra tan mal a nivel institucional, a nivel de imagen, a nivel social, a nivel económico y a nivel deportivo es porque Laporta vive sin cortafuegos, no tiene a nadie, dentro del club, que le diga ‘esto no se puede hacer’. ¡A nadie! Nadie se atreve a decirle lo que piensa y como él cree estar en posesión de la verdad absoluta, el precipicio cada vez está más cerca”.

El presidente del Barça y Elena Fort compartieron ayer una reunión insignificante, solo positiva a nivel de imagen para el presidente (de ahí la foto institucional que difundió el club, esta vez queriendo, por supuesto), con algunos grupos de la supuesta oposición, que protestaron en el mes de diciembre.

El retrato que obtuvo uno de los presentes, que también defiende que “Laporta, cara a cara, sigue creyéndose el rey del pollo frito”, es que la manera de gobernar el club pasa, absolutamente, por las manos de Laporta y de todos los amigos que ha colocado en distintos puntos estratégicos de la entidad para que se haga lo que él diga y de la manera que él diga, “por eso le sobra el CEO y el director general”.

El Año del Dragón

Es evidente que lo que provoca que la gente sospeche que esto acabará mal es que el equipo de fútbol, el cesto donde Laporta ha puesto todos los huevos, parece en caída libre, sin rumbo ni capacidad de reacción. La bandeja de rollitos de primavera que voló el domingo que se celebraba el Año del Dragón chino en Montjuïc es solo un síntoma más de que el presidente tiene una facilidad enorme de perder el control al temer que todo esto acabe yéndosele de las manos. Y como se ha rodeado de gente que solo le ríe las gracias, las posibilidades de que esto acabe mal empiezan a ser enormes.

El desastre económico parece cantado y, ahora, incluso empieza a ser posible que aquellos que han avalado para mantener esta locura en marcha puedan perder parte de su patrimonio, aunque eso hace aún más desquiciada la situación, pues a saber de qué serán capaces para no perder el ático o su patrimonio.

Laporta junto a Yuste, el vicepresidente deportivo del Barça, durante el encuentro contra el Granada en Montjuïc.

Laporta junto a Yuste, el vicepresidente deportivo del Barça, durante el encuentro contra el Granada en Montjuïc. / Jordi Cotrina

El Director de Fútbol ha metido la pata hasta el fondo y tras provocar el desmentido menos creíble de la historia (es evidente que hasta Laporta sabe que lo que dijo Deco es cierto), su credibilidad y capacidad de gestión, de la que ya muchos dudaban por venir de donde venía, de ser un agente de futbolistas, está por los suelos.

El entrenador, que se ha ido sin irse, que dimite sin dimitir, que se asusta dando la sensación de que es muy valiente, que deja al club tirado asegurando que lo hace “por amor al Barça”, ya no sabe como enderezar el rumbo, consciente de que tampoco él va a decir lo que piensa, ni denunciar nada de nada, como no hicieron todos los que le precedieron en la huida, que fueron un montón.

Los futbolistas, a la suya

Los jugadores han empezado a hacer la guerra por su cuenta, conscientes de todo lo que saben, ven, escuchan y viven. Cada uno es hijo de su madre y de su padre y sabe, perfectamente, cómo han llegado ahí e, incluso, más de uno se ha sentido lo suficientemente maltratado como para tolerar que, ahora, les pidan que saque a la entidad del atolladero donde la han metido otros.

Laporta ha generado, con su estilo de gobernanza, con su autoritarismo, con su complicidad con familiares y amigos, con la desaparición de decenas de buenos profesionales, la posibilidad de que, llegado el descontrol, la crisis, sin nadie al volante, empiecen a aparecer motines en distintas partes del club.

Jugadores del Barça desesperados en el área del Granada.

Jugadores del Barça desesperados en el área del Granada. / Jordi Cotrina

La dimisión diferida de Xavi, el pésimo rendimiento de los fichajes que han costado 260 millones de euros, el fracaso de la última palanca, la metedura de pata del Director de Fútbol, la pérdida ya de tres de los cuatro títulos en juego (LaLiga está imposible, olvídense de ella, nadie ha remontado 10 puntos al líder ¡nadie!) y la sensación de que todo se lo juegan ante el Nápoles, que está en una situación muy similar a la del Barça, no es, desde luego, lo peor a lo que se enfrenta el presidente.

La situación más adversa es que aquellos directivos que han avalado, que no son, ni mucho menos, todos, empiezan a estar hartos de que los que gobiernan el club, aquellos que forman parte del ‘camarote’, del círculo personal de Laporta, no han puesto un euro, mientras ellos acaban enterándose de lo que se habla y se decide por la prensa. Ese sí es un punto que puede hacer estallarlo todo.

No deja de ser curioso que, conociendo como conocían a Joan Laporta, esos ricos (o casi) se lleven ahora las manos a la cabeza al ser ninguneados. Claro que si uno se molesta en escuchar a José Elías, fundador de Audax, avalador de la candidatura y, por tanto, el primer engañado de todos, lo entenderá todo.

Suscríbete para seguir leyendo