Rugby

Crónica reposada del 6 Naciones 2024 (1ª jornada): 'Big Joe' y las enseñanzas de Andrew

La irrupción devastadora del irlandés Joe McCarthy tiene una inspiradora historia detrás

Finn Russell, genio y figura, en lo bueno y en lo malo

Francia descarrilla en Marsella e Inglaterra casi se gripa en Roma

Joe McCarthy habla con su hermano Andrew y sus padres.

Joe McCarthy habla con su hermano Andrew y sus padres. / Ireland Rugby

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‘Big Joe’ y las enseñanzas de Andrew

No recuerdo una irrupción tan dominante como la de Joe McCarthy desde la explosión de Brian O’Driscoll en París en 2000. El segunda, criado en el Blackrock College y en Leinster como BOD, arrasó el pasado viernes a la delantera francesa con su devastadora exhibición. Con balón ganó 32 metros en nueve cargas por el eje (donde más tráfico hay) y en defensa sembró el pánico con su decena de placajes y contactos inhumanos. El chico condicionó todo lo que ocurría a su alrededor hasta el punto que al final del partido, el capitán Peter O’Mahony, tipo áspero y poco amigo de regalar los oídos a nadie, destacó “el trabajo de Big Joe”. Pese a solo tener 22 años ‘Big Joe’ ya se ha hecho un nombre en el business con su 1,98 y sus 119 kilos forjados a fuego y bronce en el gimnasio.

Joe McCarthy, hijo de Paula y Joe, tiene un hermano menor, Paddy, prometedor pilar irlandés que ya ha sido internacional en categorías inferiores y que no pudo estar en Marsella, y otro mayor, Andrew. “Andrew tiene Síndrome de Down, pero de ninguna manera ha permitido que la enfermedad se interponga en su camino. Juega en un equipo de rugby, los Seapoints Dragons, con los que he bajado a entrenar muchas veces. Es muy divertido estar cerca de los muchachos. Aportan muy buena energía y no se preocupan por cosas insignificantes de la vida, simplemente disfrutan del momento. A Andrew no le preocupan las redes sociales ni lo que la gente piense de él. No le importa nada de eso, solo le quiere disfrutar de la vida. Es un hermano mayor increíble del que aprendo todos los días”, apunta orgulloso el jugador cuando habla de su hermano.

El irlandés Beirne carga en la jugada de su ensayo ante Francia.

El irlandés Beirne carga en la jugada de su ensayo ante Francia. / Ireland Rugby

Joe, que hace meditación y se tumba en una cama de clavos diez minutos al día antes de irse a dormir, fue nombrado jugador del partido en Marsella por su determinante actuación. Al acabar el choque se dirigió a la grada, donde estaba su familia, y le regaló a Andrew la medalla. “Es difícil no verte, vas disfrazado como si fueras un duende verde”, le dijo entre bromas a su hermano mayor. Joe había laminado a una de las delanteras más dominantes del planeta con una naturalidad pasmosa. Su historia no es la típica de un niño que nació con un físico privilegiado y tuvo un camino fácil. “Mucha gente nunca habría pensado que llegaría a este lugar y es normal. Tampoco yo, cuando jugaba en mi adolescencia en el cuarto equipo del colegio. Pegué el estirón muy tarde, pero he trabajado mucho y disfrutado del camino como me decía Andrew”. McCarthy no se estrenó con Leinster hasta 2022 y ese verano ya debutó con Irlanda ante Australia. En Marsella jugaba su sexto partido con Irlanda, el primero como titular y su debut en el 6 Naciones. Su compañero en la segunda línea, Tadhg Beirne, agradeció su trabajo: “Mi buen partido tiene una explicación sencilla: Joe McCarthy. Hizo exactamente lo que todos esperábamos que hiciera. Es muy atlético, pese a ser tan grande, y físicamente es muy dominante. Ha sido un gran estreno en el 6 Naciones, pero Big Joe tiene mucho que darnos”, concluyó Beirne, su pareja de baile en la segunda, desde la que condicionaron a los franceses en las touches hasta sacarlos del partido. Todo en la noche en la que el mundo descubrió que Andrew, como todos los McCarthy saben desde hace años, siempre es el mejor del partido.

Finn Russell es Curro Romero, no Messi

El Gales-Escocia fue la constatación gráfica de lo que puede ser Finn Russell en un partido, para lo bueno y para lo malo. El autoproclamado “Messi del rugby” llevó a su equipo a liderar el marcador 0-27 en Cardiff con un despliegue colosal. El 10 de Bath siempre había sido señalado por ser un talento inconsistente, pero su vida cambió cuando el año pasado fue padre de Charlie. Se reconcilió con el seleccionador Gregor Townsend y desde entonces está ofreciendo su mejor nivel con Escocia y con su nuevo club, Bath, al que llegó desde el Racing 92 parisino. Nadie le tiene más fe al mediocampo escocés que Townsend, que reprocha en muchas ocasiones a Finn sus patadas y la pide más magia en los espacios para poner en juego a ‘Huwipulotu', la explosiva pareja de centros que forman (Huw Jones y Sione Tuipulotu). Ante Gales, Escocia completó una primera parte impecable y Russell frotó la lámpara. Pero tras el 0-27 se desconectaron y el orgullo herido de los galeses descontroló el partido y lo convirtió en un correcalles. Y como si de Curro Romero se tratase, Russell se desentendió del partido y se limitó a sacarse la pelota de encima antes de que la delantera galesa le tocase la cara. La Puerta grande casi acaba en enfermería porque los dragones, con 26-27 en el marcador y la pelota en las manos, pudieron remontar el choque. Se confirmó que Russell tiene mucho más de Triana que de Rosario. No era Messi, no. Es Curro Romero con un melón en las manos.

La depresiva Francia y la oxidada Inglaterra

Italia compitió ante Inglaterra, como hace un año con Francia, y estiró su resiliencia hasta más allá del minuto 80 con un ensayo de Monty Ioane que le dio un merecido bonus defensivo (24-27). Hay brotes en esta ‘azzurra’ que necesita un punto de inflexión para cambiar el rumbo. Un triunfo especial, un hito en el camino. Llegará, y debe seguir trabajando para ello. Enfrente Inglaterra confirmó que no hay una gota de exuberancia en la pizarra de Borthwick, no al menos en esta reconstrucción. Tardó una hora en activarse el tractor inglés, que está oxidado. Y lo hizo al ritmo de Mitchell, que tiene más rugby en la cabeza que toda su línea en las manos. Irán mejorando los de la Rosa porque son de diesel, no de gasolina, pero que nadie espere aguacates o champagne porque seguirán a “pan y mantequilla”.

Imagen del partido entre Italia e Inglaterra del 6 Naciones.

Imagen del partido entre Italia e Inglaterra del 6 Naciones. / ANDREW MEDICHINI / AP

Lo de Francia es más preocupante. Primero por el estado mental de la cuestión. El XV del gallo no ha pasado aún el duelo por la eliminación de su Mundial y eso atormenta a sus jugadores. Galthie desvía la conversación y se esconde en circunstancias coyunturales como la expulsión de Willemse, en realidad un síntoma más del momento distópico por el que atraviesa. La huida de Dupont y la lesión de Ntamack agravan la depresión, acrecentando la ansiedad de sus delanteros y la desorientación de su línea, donde el taciturno Fickou solo encuentra compañía en Penaud. Pero lo realmente preocupante es la deriva de su delantera, otrora chacales intratables entre los ‘gordos’ del viejo continente. Ni siquiera la solvencia en melé maquilló el desaguisado en la touch, donde Mauvaka vio cómo McCarthy y Beirne le ‘guindaban’ lanzamientos uno tras otro. La frase de su capitán Aldritt resume el caos en el que andan náufragos: “Nos hubiera gustado mostrar otra cara. Vamos a hacer todo lo posible para revertir la situación el sábado en Escocia. No estamos acostumbrados a perder así, es un dolor de cabeza. No es momento de buscar responsables, ahora tenemos que protegernos. El lunes tendremos que decirnos las verdades a la cara”. La duda es si Galthie estará en esa charla o seguirá negando un duelo que deben pasar si quieren recuperar la sonrisa, y el nivel de juego en el campo. 

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