De verdad, ¿por qué hemos de creernos a Laporta y Xavi?

Joan Laporta y Xavi Hernández han protagonizado hoy dos conferencias de prensa en las que el presidente ha tratado de defender la excelente situación del club que le tiene “ocupado, pero no preocupado” (malo, debería preocuparle) y el entrenador ha intentado, de nuevo con juegos malabares, defender la necesidad de abandonar el club, eso sí, el 30 de junio, no ayer, para provocar una dinámica nueva.

Tanto en un caso como en otro, nos han mentido. Laporta, que ha llegado a inventarse una portada inexistente de El Periódico para dañar nuestra credibilidad, ha tratado, en RAC1, de que comulgáramos con ruedas de molino, haciendo ver que su cuñado, Alejandro Echevarria, no manda, solo asesora, cuando todo el mundo sabe que no se mueve un bolígrafo en el Barça sin que lo sepa o lo autorice él, de la misma manera que ha intentado que nos creamos que quien manda en el área deportiva es Deco, asesorado por Masip y Bojan, cuando quien lo decide todo es el presidente. Como sabe todo el mundo.

Ellos, unas víctimas

Laporta se ha hecho la víctima, él y sus directivos, al recordar que se juegan su patrimonio (será el de algunos, pues no todos avalan) para poder tener la gran plantilla que tiene el Barça, pero no dice que han tenido que avalar porque algunas de las operaciones que han hecho eran castillos de naipes, puro trilerismo.

Y, en ese sentido, decir que el club tiene grandes profesionales al frente de cada área, no deja de ser otra falacia, después de que decenas de profesionales saliesen del Barça por piernas y, eso sí, en silencio. El día que alguno de ellos hable, empezaremos a conocer la verdad del estilo de gobernanza de Laporta, sus familiares y amigos.

Ir de la mano de Florentino Pérez, que le proporcionó a su ‘amigo’ Laporta buena parte de los contactos bancarios y financieros para conseguir las palancas, ser el único que le apoya ciegamente en la Superliga y, ahora, criticarle por estirar el ‘caso Negreira’ en los juzgados, cuando el presidente azulgrana se atreve a confesar que no sabe quien empezó, quien firmó el primer contrato con el vicepresidente de los árbitros y cómo arrancó toda esa serie de pagos, es, la verdad, muy poco creíble, por no decir que esperpéntico.

En este punto, presidente y entrenador, repito, han encontrado un paraguas que creen ideal para justificar la pésima temporada que, de momento, está protagonizando el equipo: los videos de Real Madrid TV y las presiones sobre los árbitros. Ellos que pertenecen a un club que ha pagado a uno de los más importantes dirigentes y jefes de los árbitros españoles durante años y millones de euros.

Y con referencia a las mentiras de Xavi Hernández y las dudas sobre si creerle o no, solo cuatro apuntes. Habla de que lo deja porque el juego del equipo no ha evolucionado y, enseguida, dice que lo deja porque no le compensa ser entrenador del Barça. Habla de que se va porque los objetivos no se han cumplido y, luego, dice que están por cumplirse aún.

Y, por fin, riza el rizo cuando señala, con sonrisa irónica en sus labios, que no se va porque el trato que ha recibido ha terminado afectándole a su salud mental. “No sé de dónde ha salido eso de la salud mental, yo estoy muy fuerte..”, vino a decir el ‘mister’.

Se va otra leyenda

Pues mire entrenador, eso tampoco nos lo hemos inventado los periodistas, lo siento (o no), eso lo dijo usted la noche fatídica, aquella en la que dimitió en diferido, aquella en la que Laporta le permitió semejante gesto porque es usted una leyenda. A leyendas como Leo Messi y Ronald Koeman, Laporta no les concedió esa prórroga, no, los despidió y punto.

Termino, que me he entretenido. Lo de su salud mental es un argumento suyo, repito, no de la prensa. La noche del Villarreal, usted dijo textualmente: “La sensación de ser entrenador del Barça es desagradable, es cruel, sientes que te faltan al respeto muchas veces, que no te valoran el trabajo realizado. Esto es un desgaste terrible A NIVEL DE SALUD MENTAL, de ESTADO DE ÁNIMO. Soy un tío positivo, pero LA ENERGÍA VA BAJANDO, no tiene sentido continuar”.

¿Lo ha leído? ¿Se va o no se va porque el no reconocimiento a su trabajo ha terminado afectando a su salud mental? Lo dijo usted hace nada, hace solo seis días. Otra cosa es que no se acuerde, pero no nos culpe a nosotros de reflexionar sobre algo que ha dicho usted.

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