Apunte

La felicidad, ja, ja, ja, ja

FC Barcelona vs Atletico de Madrid

FC Barcelona vs Atletico de Madrid / Siu Wu

Jordi Puntí

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El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique publicó hace años un libro de relatos titulado La felicidad ja, ja. Tomando la letra tontorrona de una canción de Palito Ortega, ironizaba sobre la gente que siempre es feliz. En una ocasiónle pregunté por su afición al fútbol y me contó que no era precisamente feliz. Cuando recordaba los partidos más importantes de su país —esa selección en la que brillaban Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas—, Bryce describía así las retransmisiones por radio: “Ataca Perú, ataca Perú, ataca Perú…¡Gol de Brasil!”. Otro gran escritor peruano, el flaco Julio Ramon Ribeyro, llegó a escribir tras la derrota de su equipo: “Quien no conoce las tristezas deportivas no conoce nada de la tristeza”.

Está claro, por otra parte, que la felicidad del aficionado tiene poco que ver con la del futbolista. Excepto en ese raro instante de comunión que es el gol, cuando termina el partido y cada uno vuelve a su casa, esa alegría toma caminos muy distintos. De hecho, los futbolistas piensan que felicidad es sinónimo de vida tranquila o incluso de silencio, y sin embargo creo que hay poca gente que hable tanto de la felicidad como ellos. En cuanto se le pregunta por una suplencia inesperada o por el interés de otro equipo, el jugador recurre al lugar común. Lo ha dicho esta semana Nico Williams: “Estoy feliz en Bilbao”, que se traduce como: “Termino contrato en junio y todavía no he decidido mi futuro”.

El lunes, tras su gol vengativo ante el Atlético de Madrid, El 9 Esportiu titulaba en portada: “João Feliç”. Era un juego de palabras largamente masticado, tras semanas esperando una nueva actuación brillante. Luego João Félix declaró: “Quiero que el Barça me fiche. Estoy feliz aquí”. Tanto él como João Cancelo llegaron a última hora, huyendo de un presente infeliz, y en los últimos partidos están cambiando su suerte y la del equipo. Sonríen, y ese gesto, viniendo de alguien que ha crecido en el país del fado, la saudade y Fernando Pessoa, debe verse con tanto optimismo como la feliz combinación de Pedri, De Jong y Gündogan.

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