Opinión | La industria del deporte

Marc Menchén

21-D, punto de inflexión

Javier Tebas, en la sede de la Liga

Javier Tebas, en la sede de la Liga / Fernando Alvarado / Efe

Marquen el próximo 21 de diciembre en sus agendas. Si les gusta el fútbol, porque ese día tendrán toda la munición que necesitan para las sobremesas de Navidad. Si trabajan en este negocio, porque no tengan dudas de que ese día se producirán dos circunstancias que tendrán un impacto capital en el devenir de los próximos años: la sentencia de Europa sobre la Superliga y la más que probable reelección de Javier Tebas como presidente de LaLiga. Ese día, no tengan dudas, abrirá un periodo de fuerte debate que, ahora sí, deberá desembocar en la reforma definitiva de la pirámide competitiva y la gobernanza del fútbol europeo.

Que coincidan ambos hechos en el tiempo no es casual, ya que Tebas ha decidido cuándo dimitía para anticipar el proceso electoral. Una jugada que hay que entenderla en clave sobre todo nacional: el mismo día en el que unos defenderán que el futuro pasa por una nueva competición internacional con garantías para las grandes potencias, el mensaje que se lanzará desde la mayoría del fútbol profesional español es de oposición frontal a ese plan. Y no hay mensaje más claro en ese sentido que renovar la vara de mando a quien más vehemente y públicamente se ha opuesto a la Superliga.

Porque ese va a ser el gran tema de discusión de los próximos cuatro años. La presidencia de Tebas en LaLiga se ha dividido en tres mandatos muy claros: el primero, de 2013 a 2016, fue el del saneamiento y regeneración del sistema con las normas de control económico; el segundo, de 2016 a 2020, fue el del crecimiento del negocio con centralización de la venta de las retransmisiones, y este último que finaliza ahora en 2023 claramente ha venido marcado por la expansión internacional y la entrada de CVC en el negocio con una inversión de casi 2.000 millones de euros.

¿Qué podemos esperar del cuarto? Mucha política. Los acuerdos a cinco años con Movistar+ y Dazn en España, así como el cambio de title sponsor a EA Sports, dan certezas sobre los ingresos a medio plazo. Por lo que todo el foco estará muy probablemente en aclarar más pronto que tarde cuáles serán las reglas del juego en el sistema futbolístico europeo a partir de 2027. Y aquí es donde entra la otra variable, la de la Superliga, que en realidad es la de la nueva correlación de fuerzas entre los distintos actores.

El informe del abogado de la Unión Europea (UE) ya dejaba entrever que nada puede obstaculizar que se creen nuevas competiciones sin el amparo de UEFA. Igual que tampoco se puede impedir que te expulsen de un negocio privado si quieres crear uno similar que genere competencia. La cuestión que deben dirimir los jueces es hasta qué punto el sistema vigente (ligas nacionales que dan paso a los torneos internacionales) podría vetar a través de sus estatutos que efectivamente dar el paso a la Superliga inhabilite a un club a competir a nivel nacional.

Y aquí entra la política. Cualquier avance en la gobernanza del fútbol europeo implicará cambios a todos los niveles. Largo se ha hablado de reducir las ligas nacionales, de 20 a 18 equipos, o de recortar el calendario de selecciones. En esta partida de póker todos tratarán de ceder lo menos posible, porque todo lo que se acuerde tendrá incidencia directa en el valor de los derechos audiovisuales y comerciales de cada uno.

La Bundesliga vuelve a sentarse con los fondos

“¡El FC Bayern no es una isla! Actualmente nos enfrentamos a grandes desafíos, incluidos los económicos. Las giras de verano son sólo una piedra angular, todos los clubes deben hacerse más visibles”, clamaba hace unos días Jan-Christian Dreesen. El primer ejecutivo del conjunto bávaro lanzaba días atrás este mensaje al resto de equipos de la Bundesliga, y lo hacía sabedor de que no tiene fácil llevar al conjunto de la competición a su terreno. Y ese no es otro que el de dar entrada a un fondo de inversión en la gestora del fútbol profesional alemán, al estilo de LaLiga y CVC.

Los clubes germanos ya votaron esta opción el pasado mes de mayo, pero entonces se quedaron a las puertas del acuerdo después de que veinte clubes dijeran sí, once que no y cinco se abstuvieran. Los partidarios de la operación, donde a diferencia de España sí se ubican los grandes equipos, han promovido que se vuelva a votar a finales de este año nuevamente.

La idea continúa siendo la misma: colocar un máximo de un 10% de la filial que vende los derechos de televisión y patrocinio de la Bundesliga para levantar hasta 2.000 millones de euros. El dinero irá a digitalización y expansión internacional ante el estancamiento del mercado doméstico. El crecimiento está fuera y la brecha ya es tanta como que LaLiga factura cuatro veces más por televisión internacional.