Balón de Oro

El lado más íntimo de Aitana Bonmatí, una chica normal en la cima del fútbol

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Aitana Bonmatí

Aitana Bonmatí / OneFootball

Laia Bonals

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La inmensidad de su figura apabulla. Su nombre corre como la pólvora, resuena por los terrenos de juego y perdura en aquellas personas que la han visto jugar. Aitana Bonmatí (Sant Pere de Ribes, 1998) es una futbolista especial. Excepcional. Extraordinaria. Su mimo al balón, el respeto por el juego y su amor por el fútbol la han catapultado a lo más alto. El mundo que la rodea es gigantesco, pese a que cada vez se vuelve más pequeño a medida que va conquistando nuevas metas. Este lunes, en París, se va a convertir en la nueva reina del fútbol. Sin embargo, mientras todo a su alrededor se acelera y se convierte en una vorágine de reconocimientos y trofeos, ella sigue siendo la chica normal que vuelve cada día del entrenamiento y queda con sus amigos para hacer unos matchas en la plaza Marcer de Ribes. El mundo a su alrededor ha cambiado, pero ella continúa siendo la misma.

"Es una tía muy cercana, alguien en quien confiar de verdad. Quizás no lo parece tanto, pero a nivel de abrirse, se abre mucho. Pero muchísimo. Es muy de los suyos", cuenta Xavier Rovira, uno de sus amigos de toda la vida. Se conocieron a los cinco años en el esplai GER del pueblo, donde cada fin de semana tenían actividades, además de las colonias y el casal en verano. Pese a ser un año más pequeña, desde que se conocieron fueron siempre en grupo y lo hacían todo juntos. Pese a ir a colegios distintos (ella a l'Escola del Pi, los demás a la de la Riera de Ribes), pasaba la mayor parte del tiempo con ellos. "Aparte del esplai, hacíamos vida en la entidad durante la semana, que está en Ribes donde hay bar, local y teatro. Dábamos clases de música, donde los dos hacíamos guitarra. Nos pasábamos mucho tiempo allí, ya que nuestros padres iban a tomar algo juntos mientras jugábamos a fútbol en la calle", añade.

Con un balón en los pies. Así la recuerdan desde pequeña los suyos. Mientras su vida se ha ido transformando a medida que ha ido quemando etapas en lo futbolístico, lo que la rodeaba fuera de los terrenos de juego sigue intacto. Su entorno se ha convertido en su pilar, y Ribes en su lugar de calma. Un oasis, donde después del ajetreo de entrenamientos, sesiones de fotos, reuniones y compromisos puede volver a refugiarse. Donde solo es Aitana, una chica más del pueblo.

Aitana Bonmatí de pequeña jugando en casa

Aitana Bonmatí de pequeña jugando en casa / Cedidas

"Ella podría haber tomado, por ejemplo, la decisión, simplemente por comodidad, de irse a vivir a Barcelona o más cerca de donde entrena y trabaja. Pero se ha quedado en Ribes porque es donde tiene su gente. Es donde ha vivido toda la vida y le aporta cierta tranquilidad. Es una manera de desconectar del mundo estridente del fútbol y de no estar en el foco todo el día. Si estás en Barcelona, tampoco sales mucho del ecosistema del fútbol. Ella prioriza a su familia y sus amigos, que son los que están en Ribes", cuenta Xavi. Aitana mantiene intacta la estructura de toda la vida. Los cimientos son los mismos que cuando era una chica de 15 años e iba al instituto con su grupo de amigos.

Ribes, su lugar

Aitana es una chica de costumbres. Cada día va a comprar a la panadería del pueblo el pan y su pastel de limón, hace la compra en los pequeños comercios y cada tarde que queda con sus amigos se encuentran en la plaça Marcer. Todos saben lo que Aitana va a pedir, hay pocas opciones y tiene una predilección por el matcha, al que ha enganchado también a Xavi. "Nosotros quedamos para hacer el matcha. En su casa, en el bar, cuando quedamos para ver fútbol... Siempre matcha. A todas horas, pero sobre todo por la tarde, hacia las cinco o las seis, que es cuando quedamos. No toma ni vino ni bebidas azucaradas, normalmente toma agua, pero si algún día quiere tomar algo tiene que ser vino dulce o afrutado. Es el único que le gusta. Pero tampoco es que le encante", cuenta Xavi, que admite que son poco de salir de fiesta. "Salimos hace poco. Y fue la primera vez que salía con ella de discoteca desde que es jugadora profesional", confiesa entre risas.

Aitana con su grupo de amigos este veranos

Aitana con su grupo de amigos este veranos / Cedidas

Cuando abandona la Ciutat Esportiva y coge el coche, Aitana desconecta. Casi siempre suena música catalana. Txarango, The Tyets... Aunque de vez en cuando el reggaetón se cuela en alguna playlist de los éxitos del momento. Aprovecha el trayecto hacia casa, de aproximadamente media hora, para contestar whatsapps mediante el manos libres del móvil. "Contesta en el momento y son conversaciones de no parar. Si miro el WhatsApp con ella ahora mismo, tengo tres semanas donde hablamos cada día. Sí que es verdad que debe tener muchísimos mensajes, y obviamente en general tardará más en responder. Pero para su entorno siempre está. Envía muchas notas de voz, no muy largas tampoco. Sobre todo depende del tema. Hemos tenido épocas de conversaciones más profundas, entonces sí que son audios de un minuto largo o dos. Pero en el día a día, no", cuenta Xavi mientras repasa su chat.

Notas de voz y matchas

Aunque las conversaciones por mensaje son constantes, prefieren verse siempre que pueden. "Hacemos vida cada día en Ribes. Dirías... Ostras. A Aitana, que tiene partidos cada fin de semana y entrena todos los días, nosotros pensábamos que la veríamos una vez al mes o cada dos semanas. ¡Pero no! Es la amiga que más veo. Quedamos tres días a la semana de media. O cuatro. Llega del entrenamiento y dice: va, vamos a tomar algo, te tengo que explicar. ¿Finde libre? Pues aprovechamos y nos vamos todos juntos por ahí. ¿Horas libres? Pásate por casa y miramos cuatro cosas. Es muy accesible y mola mucho, porque nunca sabes qué pasará. Tú tienes 15 años y tienes un grupo de amigos y dónde acaba cada uno... Y ella, en cambio, llega donde está ahora, a la cima del fútbol, y piensas: "Igual la pierdo". Pues todo el contrario", cuenta orgulloso de Aitana, con quien siempre encuentra un rato para ir a tomar unos matchas o irse de brunch a Vilanova.

Aitana con su grupo de amigos

Aitana con su grupo de amigos / Cedidas

Aitana es una líder en el campo y sus dotes sobre el césped también se trasladan a su grupo de amigos, sobre todo cuando se van de escapada porque ella tiene el fin de semana libre. Es la encargada de los juegos de mesa y siempre lleva en la maleta el Jenga (mítico juego de listones de madera que consiste en crear una torre con ellos y que no se derrumbe al ir quitándolos uno a uno). También el Dixit (juego donde el objetivo es adivinar una carta -con unas ilustraciones características- a partir de pistas que se dan en forma de frase o narración). De vez en cuando, también juegan todos a cartas.

"Ella sigue siendo campeona del mundo, todos lo sabemos. La ves el día antes jugando un partido en Córdoba contra Suiza con la selección y el día siguiente estamos aquí, tan normal, tomando un matcha en el bar y hablando de nuestras mierdas. Es una tía muy normal", cuenta Xavi, quien la acompañará a París junto al resto de sus amigos, equipo personal y familia. Ella levantará el Balón de Oro y conseguirá el hito más grande de su carrera a nivel individual. Pero a los pocos días volverá a Ribes. Y se sentará en la plaza Marcer como una vecina más.