Mundial Francia 2023

Mundial de Rugby (Cuartos): Gales e Irlanda proponen, Nueva Zelanda y Argentina disponen

Las dos selecciones del sur se metieron en las semifinales pese a ser dominados y sometidos durante gran parte de los partidos ante los del norte

Los All Blacks hacen pasillo a Sexton y a lrlanda en el Mundial de rugby.

Los All Blacks hacen pasillo a Sexton y a lrlanda en el Mundial de rugby. / EMANNUEL DUNNAD / AFP

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Competir. Aferrarte irracionalmente a una fe inquebrantable cuando todo está en tu contra porque sabes que tendrás una oportunidad de zafar y además estás seguro de que lo harás. Es esa resiliencia la que forja la camiseta y la historia legendaria de equipos como los All Blacks y define el ADN de una selección como la de los Pumas que al pisar el césped entona el "... coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir..."

Los dos cuartos de final del sábado confirmaron algo que sospechábamos: el norte se ha acercado al sur, pero el sur aún compite mejor que el norte. Gales fue superior a Argentina durante la primera parte y pudo dejar el partido sentenciado de haber rentabilizado alguna de sus 'touches' en la 22 rival con (10-0) para los dragones. Pero Elias no estuvo fino en el lanzamiento y las dos torretas argentinas incomodaron al talona galés. Esos errores terminarían pesando a Gales, que se desquició y vio cómo los argentinos, pese a estar espesos en ataque y superados en el 'breakdown' llegaban abajo al descanso solo (10-6). Dos golpes de Boffelli metían a Argentina en un partido en el que nunca estuvo en la primera mitad. 

El argentino Nico Sánchez rompe la defensa de Gales en el Mundial.

El argentino Nico Sánchez rompe la defensa de Gales en el Mundial. / SYLVAIN THOMAS / AFP

Pero la disciplina argentina y la fuerza mental, Cheika tiene algo que ver en esto, les permitió sacar otros dos golpes de Boffelli y colocarse (10-12). Poco le duró la tranquilidad porque no tardó en llegar otro ensayo galés rompiendo la cortina por el eje, como el primero de Biggar, lo que permitió a Tomon Williams adelantar a los de rojo (17-12). A lo que se añadió poco después una entrada imprudente de Petti en un 'ruck' golpeando a Nick Tompkins en la cabeza, al que mandó a la revisión por conmoción, dejando, sin embargo, al argentino en el campo. Argentina subió las revoluciones y Joel Sclavi, tras una carga de una mejorada delantera argentina (por los cambios y el cansancio galés), posó el ensayo que rescataba a los Pumas (17-19) a falta de diez minutos.

Entonces llegó una imagen que ya descansa en el imaginario del deporte argentino, la salvada de Moroni lanzándose a sacar del campo a un Louis Rees-Zammit que probablemente se precipitó al lanzarse en vuelo raso a posar el ensayo. Inmediatamente después Nico Sánchez adivinó una pelota que dejó colgada en un redoble Costellow y el 10 argentino posó el ensayo final que rompió el partido. Adonde no les llevó el rugby les llevó el corazón. Los Pumas se metían en semifinales mientras Gales se culpaba de haber dejado con vida a los albicelestes en un partido que debieron cerrar antes. Argentina demostró más oficio en un partido malo de ambos. 

Moroni placa a Rees-Zammit cuando iba a ensayar en el mundial de rugby.

Moroni placa a Rees-Zammit cuando iba a ensayar en el mundial de rugby. / UAR

IRLANDA-NUEVA ZELANDA

Tardaremos en olvidar uno de los mejores partidos que se ha visto en un Mundial. Un encuentro lleno de matices y de detalles, pero, sobre todo, jugado a un nivel sublime por parte de ambas selecciones. Desde la 'haka', en la que los irlandeses formaron en 8 recordando a Anthony Foley, se vio que era algo más que un partido. 

Nueva Zelanda entró mejor al partido forzando golpes a una Irlanda cuya delantera estaba cortocircuitada por el sublime despliegue defensivo de los kiwis, donde Ardie Savea y Sam Cane realizaban una exhibición. Los de negro tomaron ventaja con dos golpes fruto de la frustración de una Irlanda que estaba incómoda desde el principio (0-6). Sin duda, la presencia de Joe Schmidt, ex seleccionador de Irlanda, en la trinchera kiwi tenía que ver con la forma en que los All Blacks frenaban el despliegue verde. A los 19 minutos Fainga'anuku culmina una jugada afortunada de los neozelandeses posando el ensayo y Nueva Zelanda abre brecha (0-13) con una Irlanda ansiosa. 

Irlanda responde con una patada de Sexton y un ensayo monumental del mejor irlandés en este Mundial, Bundee Aki en el minuto 28. En una 'touch' relanzada recibe la pelota y recorta hacia dentro cuando la defensa esperaba el despliegue al ala. Entra como un cuchillo en mantequilla batiendo hasta a cuatro defensores kiwis por el camino para poner el (10-13). Fueron los mejores minutos de Irlanda, ahora sí reconocible y dominante. 

Un ruck en el Nueva Zelanda-Irlanda del Mundial.

Un ruck en el Nueva Zelanda-Irlanda del Mundial. / MIGUEL MEDINA / AFP

El partido es una epopeya, como el Federer-Nadal en Wimbledon de 2008 o el Ali-Frazer del 71 en el Madison. Trasciende al rugby y trasciende al deporte. Nueva Zelanda no se tambalea pese a los golpes recibidos y en el minuto 33 monta una touch en las puertas de la 22 irlandesa. Se despliegan hacia dentro, pero en una maniobra eléctrica vuelven a salir a jugar afuera, donde emerge la figura de un superlativo Ardie Savea para posar junto al banderín el (10-18). No hay tregua, el ritmo es descomunal. 

Los kiwis han desconectado el set-piece irlandés. El lateral no funciona y la melé está atascada. Pero la determinación Irlanda es sobrehumana y siguen atacando moviendo la pelota de lado a lado. En el minuto 36 sale de un lineout a la velocidad del rayo y en el despliegue Hansen filtra un pase interno que deja solo a Gibson-Park, pero Aaron Smith mete una mano de forma deliberada y ve la amarilla. Diez minutos de inferioridad para los kiwis. Mounga se convierte en 9 y Nueva Zelanda aprieta los dientes para sufrir ante el tsunami verde. Irlanda mueve el árbol y Gibson-Park encuentra un resquicio para lanzarse y posar el balón dejando el marcador en un (17-18) majestuoso al descanso. 

Nueva Zelanda había sido capaz de desconectar a Irlanda por momentos, a lo que sumaba un ataque quirúrgico que cada vez que pisaba la 22 rival sumaba puntos. Pero en la recta final de la primera parte comenzaba a pesarle el esfuerzo a los kiwis ante una Irlanda que abusaba dejando siempre a los placadores del lado neozelandés para ensuciar la salida. El inglés Barnes permitía una práctica que se ha convertido en costumbre de los verde. 

El inicio de la segunda parte, con Nueva Zelanda en inferioridad, descubre a una Irlanda enérgica que cruza patadas buscando a Sheehan y con un Keenan mayúsculo. Los All Blacks no entran en pánico, pese a no tener mucha posesión y se reagrupan detectando la oportunidad de robarlo. Y entonces se produce otra jugada sustantiva. En el minuto 53 los kiwis sacan una 'touch' en el mediocampo, Retallick la caza sin oposición arriba y la traslada sin caer a Aaron Smith, que se la pone tensa a Mounga. El apertura amaga el pase con el cuerpo perfilado para entregarla, pero en el último segundo cambia la decisión y rompe por un intervalo que atisba entre la defensa irlandesa, destroza la cortina defensiva verde y dispara una carrera en la que fija y pasa para que Will Jordan pose un ensayo faraónico (17-25). Un directo a la mandíbula de los irlandeses, que caen a la lona, esta vez sí sonados por el golpe. Nueva Zelanda elegía bien cuando meter la mano y siempre traía algo. 

Beauden Barrett se multiplicaba atrás limpiando las esquinas, mientras Savea y Cane placaban, placaban, placaban y placaban. Sin noticias de Van der Flier, Doris y O’Mahony, la segunda unidad entraba con fuerza con Jack Conan y Jimmy O'Brien echando más madera en la caldera, pero los All Blacks eran conscientes que era el momentum del partido. A la hora del choque Sexton falla un golpe que refleja las dudas irlandesas. Comienzan a desfilar los fantasmas de una selección que nunca ha pisado más allá de los cuartos. Irlanda está entrando en pánico, le cuesta enlazar fases con paciencia y se empecina en dar patadas complicadas y pases imposibles. Nueva Zelanda huele el miedo. Connor Murray trata de rebajar las pulsaciones de los verdes. Y en el minuto 63 una touch en la 22 kiwi termina con un maul de alta velocidad que derrumba Coddie Taylor a las puertas del ensayo, que termina siendo de castigo. (24-25) y Nueva Zelanda de nuevo en inferioridad con 17 minutos por delante. Ahora sí, Irlanda parece haber dado el golpe definitivo para destrozar las costuras kiwis.

Aun así, la impaciencia irlandesa le lleva a cometer una indisciplina en una melé en la que son uno más, al dar un paso a la izquierda y cometer un golpe que extrañamente Jordie Barrett desperdicia. Los nervios afloran en una segunda parte más tumultuosa. Los dos se refugian en los básicos. Aaron Smith cose una fase tras otra de 'pick and go' con sus delanteros viendo cómo el reloj gotea para el regreso de Taylor y los finaliza con patadas a las caja que persigue el larguirucho Jordie con sus dos metros. En una de ellas, en el minuto 68, Jordie acaba obstaculizado en el salto por Murray y el menor de los Barrett, esta vez sí, clava el pateo (24-28). Irlanda se lanza de nuevo buscando el maul en la 22 irlandesa, pero cuando Kelleher se deja caer para apoyar, emerge un Jordie Barrett salvador para convertir en injugable la bola, que no posa el césped en ningún momento. Ahí estaba el partido. 

Ardie Savea ensaya en el Nueva Zelanda-Irlanda del Mundial.

Ardie Savea ensaya en el Nueva Zelanda-Irlanda del Mundial. / MIGUEL MEDINA / AFP

El epílogo es glorioso. Irlanda teje una jugada de 37 fases sin cometer un error y sin que Nueva Zelanda cometa una indisciplina en defensa. Mueve a los kiwis de lado a lado y los mete en el fondo del pasillo. "Hasta dos veces he creído que lo lograríamos", confesaría después Sexton. Pero entonces aparece la gigantesca figura de Sam Whitelock para pescar un ruck forzando un retenido y poniendo el punto final a uno de los partidos más excelsos de la historia de los Mundiales, y por ende del rugby. 

Irlanda no debe retroalimentar su maldición con los cuartos, porque cualquier otro rival que se hubiese encontrado habría caído arrasado ante su juego. Pero Nueva Zelanda es un equipo de partidos grandes. Un equipo que quizás haya perdido su aura, pero que sigue vestido con una camiseta que pesa más que ninguna. Defendieron con el corazón caliente de un león y atacaron con la frialdad de un francotirador. Irlanda despide a una generación gloriosa, la de Sexton, si romper el techo de cristal de los cuartos. Nueva Zelanda despedirá a Aaron Smith, Whitelock, Coles y Beauden quien sabe si con otro título. De momento se cruzará en el penúltimo escalón con Argentina. Se reconocen mejores, pero no habrá ni un atisbo de confianza ante los Pumas. Porque argentinos y neozelandeses son de esos equipos que no juegan finales, las ganan. Y estos partidos del Mundial lo son.

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