RUGBY | MUNDIAL FRANCIA 2023

Mundial de rugby (Previa de cuartos) | Irlanda-Nueva Zelanda: Verde oscuro casi negro

Irlanda es favorita, tras ganar cinco de los ocho últimos partidos con los All Blacks, pero nunca ha pasado los cuartos de un Mundial y eso le pesa mentalmente

Retallick trata de arrebatar una touch a Henderson en un partido de rugby entre Irlanda y Nueva Zelanda.

Retallick trata de arrebatar una touch a Henderson en un partido de rugby entre Irlanda y Nueva Zelanda. / IRFU

Fermín de la Calle

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Si la expresión "final anticipada" tiene razón de ser es por partidos como este. Para muchos otros es la prueba del algodón para una Irlanda con trazas de campeón que debe superar su sempiterno complejo en los Mundiales de rugby, donde no ha pasado de los cuartos. Si atendemos a los precendentes, cinco de los últimos ocho enfrentamientos entre ambos terminaron teñidos de verde, lo que ha relativizado el aura de unos All Blacks a los que chirrían las bisagras en defensa. 

El factor Schmidt

Todos miran a Joe Schmidt, el ayudante del seleccionador kiwi Ian Foster. Para muchos fue el culpable del salto cualitativo de los de la isla Esmeralda durante su estancia en tierras hibernias, desde 2013 a 2019. Pero desde el cuartel irlandés los veteranos del equipo ya se han encargado de advertir que "esta

Irlanda

de Farrell es completamente diferente con un cuerpo técnico nuevo". Siendo verdad, que lo es, parece que Schmidt conoce demasiadas intimidades de los irlandeses, las mismas que Greg Feek, el actual jefe de melé neozelandés, que también lo fue de Irlanda. 

La enfermería verde se alivia por momentos para el partido y tanto Lowe como Hansen, los alas irlandeses, además de Earls y Henshaw, estarían disponibles para el choque. Otro tema es James Ryan, cuya muñeca es el centro de preocupación de toda Irlanda, de Belfast a Dublín, ahora mismo. En Nueva Zelanda la lesión de rodilla de Lomax es lo más inquietante. 

El partido enfrenta a una Irlanda dominante que debe cuidar minuciosamente puntos trascendentales de su juego como la touch, la plataforma de relanzamiento más fértil para los de Farrell. Las alturas son uno de los puntos fuertes de los All Blacks, viniendo además los verdes de un mal desempeño desde el pasillo ante Sudáfrica. Si los kiwis desconectan el lateral irishdesde donde Sexton activa a su línea, y consiguen esterilizar las patadas de presión del 10 y las de un Lowe con notable protagonismo con el pie tendrán mucho ganado. La aparición por los pasillos, exteriores e interiores, de Hansen y Keenan es otro de los asuntos que han de cuidar los de Foster. A eso hay que sumar el poderío industrial de un pack verde que no da tregua a los rivales y que exigirá la mejor versión de una Nueva Zelanda más perezosa atrás. Precisamente ahí está puesto el foco, en la debilidad defensiva kiwi, señalando un sistema arcaico implementado por su entrenador de defensa, Scott McLeod. 

Por contra, mal haría Irlanda no afinando su juego porque cualquier mínimo margen que den a los All Blacks de atacar será cavar su tumba. Si algo han evidenciado los neozelandeses en este Mundial es que con la pelota en la mano son, probablemente, el equipo más devastador, con permiso de Francia. Si los kiwis fluyen en ataque Irlanda tendrá que surfear un tsunami. Y eso nunca acaba bien. Este partido podría ser el último con la camiseta negra de una generación deslumbrante de jugadores como Dane Coles, Whitelock, Brodie Retallick, Aaron Smith y quién sabe si hasta Sam Cane o el mismísimo Beauden Barrett. Y cuando acabe el Mundial Foster dejará su sitio a un Scott Robertson que llevará a cabo una renovación notable del libreto y la plantilla kiwi. 

Duelos en las gradas, haka o Zombie

En las gradas se vivirá otro duelo descomunal entre los partidarios de la haka neozelandesa, que va perdiendo seguidores en Europa a medida que sus selecciones se ven con opciones de ganarles, y la populosa hinchada verde que ha cambiado el festivo 'Sweet Caroline' por el reivindicativo 'Zombie' de The Cranberries, una canción que escribió la difunta Dolores O'Riodran tras un atentado del IRA, que se llevó por delante a dos niños, para desmarcarse de los terrotistas. "Un canto a la paz" que el hurling adoptó como suyo y el rugby irlandés ha integrado en su cancionero en este Mundial de rugby en Francia, donde los de San Patricio también se han animado con otro himno musical en la isla verde, la venerada 'Dirty old town' de The Pogues.

Dos países que construyen su relato en diferentes momentos de su historia. Advertía Israel Dagg que "estamos perdiendo el corazón y las bases del rugby en Nueva Zelanda porque los clubes están cerrando. Ahora los niños ya no quieren ser All Blacks. Y nuestra selección Sub-20, que había ganado seis Mundiales, ha sido séptima en los dos últimos torneos". Mientras en Irlanda el rugby se ha estructurado mirando al modelo neozelandés, gracias en parte a gente como Schmidt, y goza de la mejor salud de su historia. Desde Inglaterra, fiero enemigo, apuntaba el elegante Jeremy Guscott hace unos días que "Irlanda puede dominar el rugby mundial con este sistema y esta estructura durante años". 

Más que el choque de dos hemisferios es el cruce de dos galaxias rugbísticas, dos estirpes en momentos antagónicos que aún así ofrecerán el que probablemente será el partido del Mundial por juego, por expectativas, por la trascendencia de su resultado sea el que sea... Un partido con tintes casi filosóficos. ¿Superará Irlanda su Sisifemia? ¿Romperá una vez más All Blacks los pronósticos que les dan por amortizados? El partido de los partidos.