Opinión

Francisco Cabezas

Francisco Cabezas

Jefe de Deportes de EL PERIÓDICO

La baba de Rubiales

Luis Rubiales, con Jennifer Hermoso.

Luis Rubiales, con Jennifer Hermoso. / Hannah Mckay / PIM

Esto no va de si dejó más o menos baba, sino de entender que los labios tienen una propietaria, por inquietante que sea la erección. Esto no va de presuntas amistades, ni de colegueos, ni del éxtasis erótico-festivo -por supuesto, siempre unidireccional-, sino del comportamiento del presidente de la Federación con una subordinada en uno de los días más importantes de la historia del deporte español. Luis Rubiales, con traje o taparrabos, en el palco o en el harén, entre pinchos de tortilla o platos de paella, qué más da, se vio como Calígula entre ninfas. Libre para hacer lo que le viniera en gana.

Habrá quien piense que tuvo que ser la prensa internacional la que pusiera el foco en Rubiales para que España se viera reflejada de repente con las vergüenzas al aire. No es cierto. La sociedad se niega ya a pasar por alto los abusos de poder y el trato denigrante de quienes creen que son tan majos, ricos y adorables que las mujeres, qué pillas ellas, ven mariposas a su paso y fantasean con machos cabríos. 

No es justo exigir a Jennifer Hermoso que acuse a su jefe. Ella tiene todo el derecho del mundo a actuar, decir o callar. También su familia. Las víctimas siempre son víctimas. Y lo son muchas veces: por el acoso y por la represalia, por la exposición y por la sospecha. Porque, claro. "A saber qué ha hecho Jenni antes; o durante; o después". Por mucho que fuera ella quien recibiera un beso cargado de desagradable inocencia por parte de su capataz.

Cuando de Rubiales se esperaba una disculpa espontánea, natural y sincera, él llamó "idiotas", "tontos del culo" y "pringaos" a quienes se atrevieron a pensar que la baba no fue consentida. Y cuando de Rubiales se esperaba una disculpa coherente, se puso el chándal de campechano y dijo que "seguramente" se había equivocado.

Esto no va de disculparse. Va de pasar la fregona a la baba, primero; y de irse, después.

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