Fórmula Kite

Gisela Pulido: la reina del mar que quiere volver a volar

Gisela Pulido junto a su perro Fly durante la entrevista

Gisela Pulido junto a su perro Fly durante la entrevista / FERRAN NADEU

Laia Bonals

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El sonido del mar se entrelaza con el canturreo de las patitas de Fly mientras se aleja corriendo. Gisela Pulido, se gira y mira a lo lejos a su perro con la misma devoción que siente cuando pone un pie en el agua. "Es mi niño", confiesa con ternura. Le brillan los ojos como el destello sobre el mar cuando refleja el sol. "Para mí es casa. Siempre he sido nómada. Tengo la mitad de mi ropa en casa y la otra mitad en la furgoneta de la Federación donde tengo todo el material. No tengo un sitio donde diga: vivo aquí. Paso más tiempo fuera de casa que en casa, por eso sé que si él está, yo estoy tranquila", comenta mientras se sienta, siempre cerca del mar y de Fly.

De muy pequeña se inició en el deporte gracias a su padre. Probó de todo: snowboard, surf, bodyboad... Todos le gustaban aunque tenía que escoger uno y para ello decidió de una manera peculiar. "Yo escogí el kite porque era el que al principio mi padre no me dejaba. Me decía que era muy peligroso y pues yo quise ese. Mi madre le decía a mi padre: ¿dónde vas? La niña es pequeña para que esté en el agua con el kite. ¡Que es muy peligroso!", confiesa risueña la 10 veces campeona del Mundo de la modalidad freestyle de kite.

Gisela Pulido, 10 veces campeona del mundo de kitesurf freestyle.

Entrevista con Gisela Pulido, 10 veces campeona del mundo de kitesurf freestyle. / FOTO Y VIDEO: FERRAN NADEU

"Soy de agua. Paso más tiempo dentro del agua que fuera. Siempre he sido muy tímida y me ha costado mucho hablar con la gente. Me daba todo vergüenza, pero cuando me ponía el neopreno la timidez desaparecía", confiesa mientras intenta evitar que Fly salte al mar.

Lo que empezó como una especie de desafío, se acabó convirtiendo en su pasión. Pese a que entrenaba a diario, tardó dos años en poder ir con la cometa al agua. Porque: para tozuda ella, tozudo su padre Juan. "Recuerdo perfectamente mi primera vez. Fue en Sant Juan y fuimos a Sant Pere Pescador. Yo llevaba desde los seis años hasta los ocho entrenando con la cometa en la arena y, como hacía poco viento, mi padre me dijo que era el día. Me acompañó al agua y lo pillé enseguida", recuerda. A partir de ese momento, los años pasaron a contarse con títulos Mundiales: hasta 10 levantó desde 2004 hasta 2015.

Infancia adulta

"Nunca he sido una niña", reconoce la joven catalana. "De hecho, creo que ahora lo soy más que antes. '¡Tienes 12 años!', me dicen mis amigos. Con mi padre era todo muy exigente. Me acuerdo que de pequeña, alguna vez estaba jugando en la arena o haciendo castillos y mi padre me decía: '¿Qué haces? ¡Deja de jugar y ves al agua!'. Era duro. También lo agradezco, porque eso me ha hecho la persona que soy. Pero no niego que era duro vivir eso con 10 años", recuerda de una época donde, pese a ir al colegio, mantener amistades era complicado.

Soy de agua. Paso más tiempo dentro que fuera

Su vida, pese a ser catalana, empezó prácticamente en Tarifa. Siempre pegada al mar. Allí creció, se formó como profesional y cosechó tantísimos éxitos que no le caben los trofeos en las estanterías. Ahora, todos esos récords, quedan en un segundo plano. Por qué, como dice ella, "hay que salir de la zona de confort". "Me mudé de Tarifa a Barcelona porque la sede de vela de los Juegos Olímpicos del próximo verano será Marsella. Entrenamos allí o vamos a Holanda, al Mundial, así todo queda más cerca. Estoy haciendo campaña olímpica en Formula Kite, que es la clase más rápida de vela, para los JJOO de París. Es como si fuera regatas de vela, aunque con kite", reconoce con ilusión.

El nuevo proyecto deportivo viene de la mano de un cambio vital enorme. "Ha sido raro el volver a Premià. Siempre he sido muy catalana pero a la vez muy andaluza. He tenido siempre el corazón dividido en dos. Me gusta mucho el estilo de vida que hay allí: todo es muy tranquilo, con mucha calma, y disfrutas mucho de la naturaleza. Aquí es diferente: estoy más con la familia, con amigos... Es vida más de ciudad, menos de naturaleza, y vas corriendo a todos sitios [ríe]. Es otro ritmo vital y a veces me estresa un poco", confiesa aunque se reconoce contenta con el nuevo rumbo que ha cogido su vida.

El ir de un país a otro, de competición en competición, le ha permitido conocerse a ella misma. "No te conoces a ti mismo hasta que no pruebas lo que te gusta. Hay que vivir para saber lo que te gusta. Al final, sabes lo que quieres y lo que no y, para encontrarse a uno mismo, tienes que experimentar. Soy mucho de: 'es mejor arrepentirse por hacer algo que no de no hacerlo'".

Entrevista a Gisela Pulido

Gisela Pulido durante la entrevista con El Periódico / FERRAN NADEU

Ahora, pese al nuevo objetivo deportivo, Gisela se confiesa la misma. "Siempre he sido competitiva. Lo soy y lo seré. Me gusta ganar. Yo no podría no ganar y ahora es una cosa que me está costando gestionar. Ahora, con el cambio de disciplina, estoy haciendo terceros y cuartos puestos, y al final frustra. Yo quiero estar en el número uno. Siempre lo he estado y ahora es difícil. Esta hambre de ganar es lo que te hace querer siempre más. He ganado una vez y quiero hacerlo más veces y no por haberlo conseguido dejaré de intentar repetirlo. Lo que más me gusta es ganar". Y precisamente eso quiere hacer en los Juegos de París. Aunque, hasta la fecha Olímpica, seguirá yendo de arriba para abajo con su furgoneta y acompañada de Fly.

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