El Barça exhibe su mejor versión

Recuperó Araujo el balón en una pugna en carrera con Guardiola, entablando un pulso de fuerza y velocidad. El central se lo pasó a Busquets, que levantó la cabeza y lo mandó a Dembélé, que se puso a correr sin una idea concreta, lo que sirvió para ir atrayendo la atención de los defensas. Lewandowski hizo un desmarque y arrastró a los centrales, generando un espacio por el que apareció Pedri de paseo y con la calma que le caracteriza lo mandó –lo pasó, en realidad- al fondo de la red.

Así marcó el Barça el segundo gol ante el Valladolid, el de la virtual sentencia, en una jugada que cuesta más tiempo redactarla que ejecutarla. Una de esas jugadas por las que vale la pena pagar una entrada y de las que hubo varias, parecidas, que dejaron al culé contento y optimista después del bajonazo inaugural ante el Rayo. El primero y el tercero fueron obra de Robert Lewandowski, que dejó pruebas irrefutables de una insólita elasticidad para un tipo de su envergadura. La hinchada necesitó mirar el marcador electrónico para descubrir el truco al número de magia que ideó en ambos remates. Sergi Roberto puso el colofón después del tercer remate al poste (segundo de Lewandowski).

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Xavi impone su carácter

La segunda aparición del equipo en casa debía ser concluyente porque este tierno proyecto, por joven, y por provisional, ya que aún no se sabe quienes los llevarán a cabo, necesita reforzarse vía juego y vía hinchada. Balde volvió a sentar a Alba y Gavi se impone a De Jong por el nervio que imprime, imprescindible para que el equipo sea capaz de volver a intimidar a sus invitados. Se sabe con seguridad que por el Camp Nou aparecerán pronto verdaderos gigantes europeos y este Barça tal vez no se baste con los once jugadores del césped.

Xavi tiene más de once, es verdad. Ahora ya tiene 20 de categoría contrastada para aspirar a la titularidad, aunque el técnico no ha mostrado mucha ductilidad en las alineaciones. Hizo tres cambios en Anoeta y uno ayer. Está marcando territorio el técnico, dejando claras sus preferencias e invitando a que sus pupilos se las alteren.

El deseado Koundé

Ese cambio fue la entrada de Jules Koundé, el deseado, el último inscrito. Debutó en la competición como lateral derecho, en ese doble papel que ejercerá mientras no venga un ‘2’ de verdad, natural. Se mostró más apto que Araujo. Cerró su presentación oficial salvando bajo los palos el 3-1, -para entonces ya ejercía de central- antes y después de que lo evitara dos veces Ter Stegen, en la única vez que el Valladolid pilló distraído al Barça.

Hasta entonces había durado casi la salida en tromba que había anunciado y reclamado Xavi para transformar la imagen dada ante el Rayo, cuantificable en un aluvión de córneres del que no se obtuvo ningún rédito, y los tres poster habrían ampliado la goleada. Aquel tanto de Pedri había reunido las cualidades que faltaron en el estreno: rapidez, intención, verticalidad, precisión, finura… Frente a un rival con un acusado instinto defensivo, el Barça exhibió una altísima velocidad de balón para generar los espacios que no se intuían ante tanto amontonamiento.

No solo se movió el balón naturalmente. También se movieron ellos, en una predisposición constante para jugar, despojados del agarrotamiento del primer día, y, lo que es más encomiable, entregados a ejercer una presión adelantada que brindó innumerables acciones de ataque. Una actuación coral tan añorada como prometedora.

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