Doce años en la montaña
La mudanza del Barça: El amargo exilio del Espanyol en Montjuïc
La demolición de Sarrià en 1997 llevó al club perico al estadio olímpico, una fría casa que nunca sintió como suya y que abandonó en 2009 para jugar en Cornellà.
Raúl Paniagua
Periodista
El reloj marcaba las 17.04 horas del 20 de septiembre de 1997 cuando se vinieron abajo 74 años de historia. Con 72,5 kilos de Goma 2 se derrumbó la inolvidable instalación del estadio de Sarrià, víctima de la nefasta gestión de los dirigentes del Espanyol. Fueron solo dos segundos y 60 centésimas, pero una eternidad en el alma de los pericos. «Ha sido como un funeral», sentenció el expresidente Manuel Meler. El traslado ya se había hecho realidad. Tocaba jugar en Montjuïc.
Un mes antes de la explosión ya se había producido el debut del equipo en el Estadio Olímpico de Montjuïc (denominado oficialmente Lluís Companys desde 2001). Fue un traslado duro, repleto de nostalgia y amargura. La plantilla se presentó oficialmente en su nuevo emplazamiento en agosto de 1997, con Daniel Sánchez Llibre de presidente en lugar de Francisco Perelló, el regreso de José Antonio Camacho al banquillo y los fichajes de Esnaider y Galca como principal reclamo.
Dos Copas del Rey
Fueron 12 años en la montaña olímpica, un periodo con todo tipo de vicisitudes. En el ámbito deportivo y social, no le fue mal al club perico. Durante la etapa de Montjuïc, por ejemplo, llegaron las dos últimas Copas del Rey, logradas en 2000 con Paco Flores en el banquillo y 2006 con Miguel Ángel Lotina. En la primera, el Espanyol eliminó al Madrid en la vuelta de las semifinales en una gran noche coronada con el gol de Martín Posse y 40.200 espectadores en las gradas, un lleno inusual.
La celebración del título de 2006, con 7.000 aficionados en las fuentes de Montjuïc siguiendo el paseo triunfal de los jugadores después de coronarse en el Bernabéu, también es un bonito recuerdo de una etapa en la que se pasó de los 18.000 socios en Sarrià a los 30.000 en el Lluís Companys.
Sánchez Llibre confesó que el coste total del alquiler del estadio fue de seis millones de euros
Ese incremento de la masa social sorprendió a quienes auguraban un futuro negro a la entidad después del derribo de su templo. Aún así, no faltaron las tardes gélidas en un estadio de complicado acceso que nunca cautivó a los pericos. El cuerpo técnico se quejaba de las dificultades para llenar el recinto y de la lejanía del público por la pista de atletismo que separaba el césped de las gradas.
El gol de Coro
No era una caldera, precisamente, Montjuïc, pero allí cayó con estrépito, por ejemplo, el Werder Bremen en la ida de las semifinales de la Copa de la UEFA de 2007 (3-0). Tampoco faltaron jornadas de angustias, como los dos descensos salvados sobre la campana ante el Murcia (2004) y la Real Sociedad (2006) con el inolvidable gol de Coro en el minuto 91.
Consciente del dolor perico por la muerte de su antigua casa, Sánchez Llibre se fijó como gran objetivo de su mandato la construcción de un nuevo Sarrià. El expresidente confesó que el alquiler de Montjuïc supuso un coste total de unos seis millones de euros (unos 500.000 euros por temporada).
El 31 de mayo de 2009, un hat-trick de Tamudo ante el Málaga (3-0) puso fin al calvario y dio paso a una ilusionante mudanza a Cornellà. Los hinchas pericos lucieron una irónica pancarta: «Se alquila». El Barça será el nuevo inquilino.
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