La industria del deporte

Esto nunca fue por negocio o dinero

Roman Abramovich

Roman Abramovich / EFE / ANDY RAIN

Marc Menchén

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“Esto nunca ha sido por negocios ni por dinero para mí, sino por pura pasión por el juego y el club”. Roman Abramovich ha puesto en el mercado al Chelsea, una de las grandes joyas del fútbol europeo ante la presión sobre los oligarcas rusos a raíz de la guerra de Ucrania, pero esa frase destila lo que ha sido y continúa siendo uno de los grandes problemas del negocio del balón. Frente a clubes que necesitan la sostenibilidad económica para subsistir, otros tienen gasolina ilimitada mientras su dueño no se encariñe con otro juguete. Para que se entienda cuán poco le importa el dinero: va a renunciar a recuperar 1.398 millones de libras (1.686 millones de euros) que tiene prestados al club. Y, algo que le honra, los más de 3.000 millones que tranquilamente puede pedir por sus acciones serán donados a las víctimas de la invasión de Rusia.

Cuando alguien está en disposición de renunciar a casi 5.000 millones de euros es que, efectivamente, el dinero prácticamente le da igual. Una situación que aplica a quien entronó a los blues en la élite dilapidando previamente los más de 1.000 millones en pérdidas asumidas desde que se hizo con el control en 2003. Una situación idéntica a la de Paris Saint-Germain (PSG) o Manchester City, pese a que ahí la inyección económica provenga directamente de dos países de Oriente Medio y se haga a través de patrocinios difíciles de justificar en cuanto a condiciones de mercado.

Es lo que desde hace años vienen criticando FC Barcelona y Real Madrid, sin armas para poder competir con alguien que puede permitirse rechazar 200 millones por un jugador a costa de que se vaya libre más adelante. No me encontrarán en contra de la libertad de mercado que algunos querrían, y que blindaría a los históricos del Viejo Continente sin dar opción a nuevos invitados, pero eso no implica defender el despilfarro. La libre competencia también debe velar por cortar de raíz las ayudas de Estado. En las oficinas del City saben de qué va, pues Ferran Soriano estaba al frente de Spanair cuando su venta se frustró a Qatar Airways por la investigación de Bruselas sobre las inyecciones de la Generalitat.

Ese es el gran debate que deben abordar ya FIFA y UEFA para dar estabilidad al sistema y aplacar intentos como el de la Superliga. El futuro del fútbol europeo pasa por la sostenibilidad económica, entendida como gastar en función de lo que realmente se genera. Sin artificios. No es difícil de entender, y tampoco debería serlo de ejecutar. Todos saldrían ganando.

Se viene avalancha de camisetas libres en LaLiga

La industria del deporte todavía no se ha recuperado del golpe que supuso el veto a las casas de apuestas, y no será rápido. Que la prohibición de estos patrocinios se hiciera en plena pandemia no ha hecho sino complicar la situación de algunos clubes, que han ido encontrando parches temporales a la situación. Es más, actualmente 22 clubes se encuentran oficialmente sin patrocinador principal para la camiseta el próximo año. Todo apunta a que Real Madrid y Emirates seguirán juntos, el Barça lo tendría hecho con Spotify y el Atlético de Madrid avanza en el relevo para Plus500.

Tras el boom de las criptomonedas, una de las marcas que ha llegado para dar cierta estabilidad es Cazoo, una plataforma de compraventa de coches que ya se ha asegurado las elásticas de Real Sociedad y Valencia CF. El problema es si aparecerá alguna marca más con interés por desembarcar en el mercado español, porque, de lo contrario, podemos ver un año de presión de precios a la baja o zamarras limpias de publicidad. Será un buen momento para que los aficionados románticos pasen por la tienda.