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FC BARCELONA 4 - 2 REAL SOCIEDAD

El Barça se divierte y divierte

Memphis y Braithwaite brillan en el estreno liguero de los azulgrana

Piqué celebrando el gol ante la Real Sociedad

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Marcos López

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El presidente también gana partidos. Busca patrocinadores con Bartomeu, se rebaja el sueldo con Laporta para permitir la inscripción de Memphis, el asistente suyo en el 1-0, y Eric García, su nuevo socio en el eje de la zaga, mientras Braithwaite se montó una fiesta privada -hasta bailó en el estadio- con Memphis ejerciendo de nuevo jefe. Pero el presidente siente el Barça como algo tan suyo que cuando cabeceó ese envenenado y preciso centro del neerlandés sintió tanta emoción que se inclinó sobre la valla que rodea el Camp Nou, un templo todavía vacío. 20.384 aficionados provocaron, eso sí, mucho más ruido que 70 u 80.000. De ahí que el beso del presidente al escudo no tuviera rasgo alguno de populista o demagógico. Ni mucho menos. Besó con toda su alma Gerard Piqué, central, segundo capitán, presidente, director de marketing, líder…. Besó como si no existiera el mañana en un club, el Barça, ahogado por las penurias y las malas noticias. Luego, miró al palco. Pero solo podía ser él quien marcara el gol del día uno después de Messi. Porque el Barça, ese club melancólico y nostálgico, instalado en el diván de la depresión permanente (hacía ayer un año y un día del 2-8 del Bayern de Múnich), lanzó un mensaje repleto de alegría y entusiasmo. Se divirtió y, al mismo tiempo sufrió. Signo de su inestabilidad, lógica en lo emocional y, por supuesto, en lo deportivo, incapaz de vivir tranquilo ni siquiera ganando por 3-0, con ese cambio (Lenglet por Memphis) que retrató los minutos de la agonía hasta que Sergi Roberto firmó el 4-2. Y también se besó el escudo.

Ilusión culé

En días míseros, el fútbol que ofreció el equipo de Koeman llenó de ilusión al pueblo culé, desamparado y huérfano como anda. Nadie llevó el 10. ¿Quien osa lucir esa zamarra? Pero el juego, eléctrico, rápido y, sobre todo, con una hambre infinita, sirvió para atenuar ese dolor que necesitará días, semanas, meses y, tal vez, años de terrible espera. No, nada se puede comparar al Barça de Messi. No pierdan el tiempo en hacerlo. Tampoco hubo un nuevo Xavi. Ni existirá otro Iniesta. Ni se percibe en el horizonte otro Puyol. U otro Valdés. Pero, al menos, fue fiel y valiente a lo que debe ser. Fiel al 4-3-3, siendo la movilidad de sus tres delanteros (en 12 minutos Griezmann ya había rematado tres veces, una de ellas al larguero) una de las claves. Fiel, valiente, coral y comprometido. Valiente en la presión como quedó demostrado en el 2-0, ya cuando el reloj enviaba a los jugadores al túnel de vestuarios tras una completa primera mitad azulgrana en la que divirtió a la gente. Y, sobre todo, se divirtieron ellos porque convirtieron el balón en un objeto de uso común. Estaba felices. Ellos. Y la pelota también sonreía, aunque tampoco olvidará lo que sintió cuando conectó mágicamente durante lustros con Messi. Sonreía el cuero porque Memphis, un tipo descarado, con toneladas de personalidad, se adueñó del Camp Nou. Se convirtió en el actor principal, sin sentir vértigo alguno. Más bien todo lo contrario. Se creía, y se sentía, el rey del partido sin importarle la profunda y enorme carga simbólica que tenía la noche. Tocaba, pasaba, dejaba detalles técnicos con una exquisita calidad, descargando balones, mientras el estadio, en cada minuto 10 del partido había gritos para recordar a Messi. Gritos y silbidos, más notorios en la segunda parte. De pronto, el público quería mirar al futuro, consciente de que cualquier duelo con el pasado lo acabará perdiendo.

Memphis, entretanto, iba a lo suyo. Jugaba con las manos en el bolsillo, mascando chicle, atrayendo a dos defensas de la Real Sociedad para fabricar una sociedad, inscrita ayer en la oficina de patentes futbolísticas, con Jordi Alba, prólogo del segundo gol de Braithwaite, un nueve puro que aprovechó la noche para reinvidicarse. Si no hay delanteros, ahí está él, aunque lleven meses enseñándole la puerta de salida, con la autoestima por las nubes. Aunque dentro de unos años, todo quedará resumido en el gol del presidente. En el cabezazo de alguien que tiene el Barça en la cabeza. Y en el corazón. El gol y el beso de Piqué.

FICHA DEL PARTIDO

Barça: Neto (7), Dest (6), Eric García (7), Piqué (8), Jordi Alba (6), De Jong (6), Busquets (7), Pedri (7), Griezmann (7), Depay (8) y Braithwaite (8).

Entrenador: Ronald Koeman (8).

Cambios: Emerson (4) por Dest (m. 70); Sergi Roberto (6) por De Jong (m. 70); Araujo (s.c.) por Eric García (m. 83); Nico González (s.c.) por Busquets (m. 83); Lenglet (s.c.) por Memphis (m. 89).

Real Sociedad: Remiro (5), Zaldúa (5), Aritz (4), Le Normand (5), Aihen (4), Zubimendi (4), Mikel Merino (6), Silva (4), Portu (4), Oyárzabal (7) y Januzaj (4)

Entrenador: Imanol Alguacil (4).

Cambios: Barrenetxea (5) por Januzaj (m. 46); Bautista (5) por David Silva (m. 46); Lobete (4) por Portu (m. 67); Gorosabel (4) por Zaldúa (m. 67); Pacheco (s.c.) por Aritz (m. 82)

Goles: 1-0, Piqué (m. 19); 2-0, Braithwaite (m. 47); 3-0, Braithwaite (m. 59); 3-1, Lobete (m. 82); 3-2, Oyárzabal (m. 84); 4-2, Sergi Roberto (m. 90+1)

Árbitro: Hernández Hernández (5), canario 

Tarjetas amarillas: Zubimendi (m. 36); Busquets (m. 57); Aritz (m. 62); Aihen (m. 62); Le Normand (m. 78); Nico González (m. 83)

Estadio: Camp Nou

Espectadores: 20.384.