HISTORIA FUTBOLÍSTICA DE SUPERACIÓN

Héctor Simón: del cielo al infierno, del infierno al cielo

El centrocampista del Olot, que llegó a jugar en Primera con el Espanyol, luchó contra la condena a una invalidez permanente tras un desgraciado accidente y volvió a los terrenos de juego

Héctor Simón, del Olot.

Héctor Simón, del Olot. / periodico

Arnau Segura

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si, como enfatizaba Charles Bukowski, uno tiene que morir unas cuantas veces antes de poder vivir de verdad, una parte de Héctor Simón (Llançà, Girona: 13.03.1984) quedó atrás para siempre a finales de diciembre del 2005, cuando sufrió un desgraciado accidente que le cambió la vida. Después de vencer al Tenerife en el último partido del año, un grupo de jugadores del Racing de Ferrol quiso alargar la fiesta de celebración con un baño en la piscina del hotel de concentración. Con tanta mala fortuna que el prometedor centrocampista catalán, que por aquel entonces defendía la camiseta del Ferrol en calidad de cedido por el Espanyol, se lanzó al agua de cabeza en una de las zonas menos profundas, fracturándose las dos primeras vértebras cervicales. "Al 90 o al 95% de la gente a la que le sucede esto o fallece o se queda en silla de ruedas", admite el actual futbolista del Olot, que se salvó por apenas unos milímetros.

La lesión frenó en seco la meteórica progresión de Simón, que en poco menos de un año había pasado del filial del Figueres a disputar nueve partidos con el primer equipo del Espanyol, para embarcarle en una aventura en la que recuperarse no sería el único objetivo. "Mi idea siempre fue volver a jugar. Incluso me ofrecieron la invalidez permanente, pero yo solo quería volver a jugar al fútbol, que es lo que más me gustaba desde bien pequeño. Hubo épocas difíciles, semanas en las que después de frustrantes visitas al médico me sentía incapaz de ir a entrenar. Pero en seguida me rehacía. Nunca pensé en dejarlo. Jamás", añade Héctor antes de reconocer que su pasión por el fútbol es lo que le permitió seguir luchando, continuar buscando la luz al final de negros túneles, sobrevivir a desilusiones, a dolorosas recaídas, encontrar la ilusión para entrenarse en solitario en el campo de Llançà que años atrás le había visto descubrir el fútbol.

Se tiró de cabeza a una piscina con poca agua y casi se queda en silla de ruedas, pero se salvó por milímetros

Una forma más sana

El balón había hecho tambalear los cimientos de su vida, pero el ampurdanés no podía renunciar a lo que amaba. Porque "los que hemos crecido jugando al fútbol, los que hemos creado nuestra autoestima alrededor de una pelota, nos encontramos desnudos sin ella", apunta un Héctor al que aquella desgracia le condujo a "aprender a relativizar las cosas, a saber quitarles hierro, a aceptarlas, a mirar más allá, a vivir el fútbol de una forma más sana, a ver que no es lo más importante, que el fútbol es solo fútbol".

"El fútbol cada vez es más un hobby para mí. Continúa siendo lo que más me llena, lo que más me coloca, pero cada vez es más un hobby", prosigue el ‘8’ del Olot, que desde hace un tiempo compagina la práctica del balompié con un servicio de coaching con el que, canalizando, madurando, todo lo que le ha tocado batallar a lo largo de su carrera futbolística, intenta ayudar a otros deportistas "a conocerse más, a valorarse más a uno mismo, a vivir las cosas de otra manera, a ser conscientes de la importancia de saber hacia dónde quierenir, de saber qué es lo que quieren, los peajes que están dispuestos a pagar para hacerlo realidad. Creo que puedo ayudar a que cuando alguien tenga 35 años no piense que si tuviera 20 habría hecho las cosas de una forma diferente. Porque, joder, cuando miro atrás, cuando lo revivo todo, pienso que, si pudiera, yo haría las cosas de otra manera".

"Hubo épocas difíciles, semanas en las que después de frustrantes visitas al médico me sentía incapaz de entrenar. Pero enseguida me rehacía. Nunca pensé en dejarlo. Jamás"

Héctor Simón

— Jugador del Olot

"Jamás tiré la toalla"

"¿Que qué le diría al Héctor Simón del día después de sufrir el accidente? Que el fútbol no lo es todo, que pusiera energías en otros ámbitos de su vida para vivir mejor la situación, de una forma menos enfermiza. Pero que si quiere continuar jugando al fútbol no renuncie a hacerlo", acentúa el futbolista de Llançà, un Héctor que, rebelándose contra todos aquellos que se habían aventurado a decir que no lo conseguiría, acabó regresando a los terrenos de juego 792 largos días después. Se había levantado de la lona de forma milagrosa, pero los dos años siguientes fueron "incluso peores porque tenía la necesidad de saciar la obsesión de jugar, pero la dificultad de volver a coger el ritmo de competición, de volver a tener oportunidades, era enorme".

"El fútbol cada vez es más un hobby para mí. Continúa siendo lo que más me llena, lo que más me coloca, pero cada vez es más un hobby"

Héctor Simón

— Jugador del Olot

"Peor seguramente no me irá”, reconocía cuando, en 2009, Narcís Julià relevó a Cristóbal Parralo en el banquillo del Girona, el club en el que recaló después de dejar el Espanyol. Su realidad no mejoró ni en la Cultural Leonesa ni en el Benidorm, pero Héctor había peleado demasiado como para rendirse o bajar los brazos. "Podría haber dicho: ‘Hostia puta, basta’. Pero no. Nunca. Siempre creí en que lograría volver. Jamás tiré la toalla", asevera un Héctor que, en el 2014, después de pasar por el Castellón, el Sabadell y el Oviedo, acabó recalando en el Olot, donde el ampurdanés, un obrero del balompié, se ha reencontrado con su fútbol, erigiéndose en el talentoso timón del conjunto de la Garrotxa, en uno de sus grandes líderes.

Seguir disfrutando

Nadie ha jugado más partidos que él en Segunda B con la camiseta del Olot (130), el club en el que Héctor, "un veterano humilde que afronta el futuro con ambición e ilusión", por fin ha hallado la estabilidad. Héctor sonríe. Y la vida por fin le sonríe a él, a un futbolista que ha aprendido que, como reivindicaba Andrés Iniesta, con quien compartió un año en La Masia, después de firmar el gol más importante de la historia del balompié español, ser feliz es superior a cualquier triunfo, que vale más disfrutar del presente que lamentarse por el pasado.

"Podría haber jugado muchos años en Primera, sí. Pero también podría haberme quedado en una silla de ruedas. O algo peor. Me quedo con que pude continuar caminando, con que he podido seguir disfrutando del fútbol", recapitula el que es el segundo capitán del Olot, un futbolista que nunca ha olvidado ni de donde viene ni todo lo que ha tenido que sufrir. La cicatriz que todavía tiene en la parte posterior del cuello se lo recuerda a diario, de la misma forma que sirve para evidenciarsu carácter luchador e incansable, el de uno de aquellos jugadores que, desde el silencio, honran este bello deporte.