El despido de Mourinho

Mourinho da instrucciones a Hazard durante el partido del lunes en Leicester

Mourinho da instrucciones a Hazard durante el partido del lunes en Leicester / periodico

POL GUSTEMS / MANCHESTER

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La segunda entrega de la tragicomedia de José Mourinho en Londres ha llegado al penúltimo capítulo. La escena actual, tensa y decisiva, presenta al propietario del ChelseaRoman Abramovich, en una reunión de nueve horas junto a su mano derecha, Marina Granovskaia, el director técnico Michael Emanalo y el presidente Bruce Buck. Un único tema sobre la mesa: la destitución o ratificación del técnico portugués. Tras la debacle frente al Bournemouth de la semana pasada, el núcleo de poder de Stamford Bridge decidió no prescindir del entrenador. Sin embargo, la nueva catástrofe del lunes ante el sorprendente Leicester ha reactivado la crisis y las reuniones. Las palabras del mánager después del encuentro, señalando que se siente "traicionado" por sus jugadores, colocan al club ante una inevitable decisión drástica. O Mourinho o el vestuario.

"Es sólo cuestión de cuándo", sentencia 'The Telegraph' sobre el despido de Mourinho. La opinión pública, liderada por las leyendas que aparecen en la televisión, ha agotado la comprensión. Frank Lampard coloca: "Estamos hablando del Chelsea. En un año malo estás sexto, no un punto por encima del descenso". Y Jamie Carragher remata en Sky Sports: "La división entre jugadores y entrenador es obvia. Le toca decidir a Abramovich. ¿Qué lado escogerá?".

LA PURGA DE CESC, COSTA Y PEDRO

Únicamente los seguidores más fieles siguen entregados al portugués, como demostraron en el King Power Stadium de Leicester volviendo a corear su nombre con energía. La directiva se enfrenta a una situación sin retorno. De no echar al 'Special One', la otra opción es otorgarle plenos poderes en el mercado para reforzar una plantilla últimamente desconocida. Empezando por vender a los futbolistas descontentos, cuya lista, según el 'Daily Mail', encabezan Cesc Fábregas, Diego Costa y Pedro Rodríguez.

El curso del Chelsea es comparable a la serie de ciencia ficción más vibrante del momento. Las soluciones de Mourinho, cual Kirsten Dunst en la segunda temporada de 'Fargo', son parches sin sentido que solo agigantan el problema. La acción se inició con un desencuentro entre doctores que terminó con una baja, la de Eva Carneiro. El protagonista Mourinho recurrió entonces a secundarios arbitrales para construir una trama de conspiraciones y mentiras. El Liverpool de Klopp le empujó al abismo. Mourinho organizó un nuevo teatro. Y en la peor de sus pesadillas, aparecieron enemigos de antiguas temporadas para confrontarle de nuevo. Casillas perdió su oportunidad. Claudio Ranieri, con quien se las tuvo en Italia, aprovechó la suya.

EL CAPÍTULO DE LA TRAICIÓN

"Quizás hice un trabajo tan espléndido el curso pasado llevando a estos jugadores a un nivel tan alto que ahora no pueden mantenerlo", defiende Mourinho, en una lógica difícil de interpretar. "La única cosa que puedo decir es que quiero seguir en el puesto. Espero que la directiva piense igual que yo", acaba.

Enfrentado con sus jugadores, quienes están rindiendo muy por debajo de lo esperado, el portugués se encuentra en el capítulo de la traición, el último antes del hundimiento. Pese a los esfuerzos por mantener el control de la situación, las derrotas le obligan a cambiar el discurso cada semana y su credibilidad se resiente. La última creencia de Mourinho es que el Chelsea no está peleando por el descenso, pese a sacarle solo un punto al 18ºclasificado. Al luso se le acaba el tiempo. Y muy a pesar suyo, ya no escribe su futuro. Abramovich es ahora el guionista.