Cuando Rossi no es Rossi
El campeón italiano reconoce que lo tiene «muy difícil» y no vería mal la ayuda de Honda
Todo el mundo sabe que lo puede conseguir. Lo han logrado otros, desde Marc Márquez a Dani Pedrosa, así que menos lobos, Caperucita. Pero el problema sigue siendo el mismo de toda la temporada: Valentino Rossi puede llegar a ser cuarto en cinco de las 30 vueltas de carrera, pero luego deberá ser tan o más veloz, tan o más atrevido, tan o más competitivo que los otros tres 'magníficos'. Pese a que toda la parafernalia que lleva semanas montando está destinada a llevarle en volandas al décimo título mundial (cierto, su aparato mediático pinchó en el TAS y no recibió el perdón para no salir último), lo cierto es que el rostro del 'Doctor' no denota satisfacción, ni buen rollo, pese a que sus multitudinarias conferencias de prensa, en las que algunos periodistas italianos le centran balones a la cabeza para que los remate a placer, empiezan y acaban con una cerrada ovación.
Rossi sabe que tiene rivales de categoría, mucho mejores, más veloces, que los Max Biaggi, Sete Gibernau, Casey Stoner o Tadayuki Okada de otros tiempos. Sabe, además, que ha cometido muchos errores, excesos verbales y que ha maltratado a alguien, como Marc Márquez, que lo admiraba, tanto que hasta le entregó el negocio de su mercadotecnia. Y sabe que el tricampeón de Cervera es un mal rival, por su atrevimiento, arrojo y pilotaje agresivo. De ahí que este sábado sonase a falsa, silenciosa, poco creíble la petición del campeonísimo italiano de que «me iría bien que las Honda me echasen una mano». Tal vez ya no llega a tiempo. Dani Pedrosa quiere acabar ganando (lleva dos de tres: Japón y Malasia) y a Márquez aún le duele el corazón de todo el dolor que Rossi lanzó sobre él el jueves de Sepang (Malasia).
«Lo voy a intentar, pero no todo depende de mí. Solo puedo salir fuerte y ver qué ocurre delante», comentó Rossi. Y, de pronto, apareció la pregunta cómplice, 'pelota', ¿pactada?, de cada día. «Ahora un nuevo golpe; ya recibiste uno en Malasia y otro el jueves cuando el TAS no te perdonó. ¿De dónde sacas las fuerzas para seguir en pie y correr?», le preguntó un periodista italiano. «El golpe [caída en entrenamientos] no ha sido el peor, el peor fue el golpe que me dio Marc en Australia, porque no me lo esperaba», dijo Rossi con cara de no haber roto un plato y, por supuesto, rompiendo la ley del silencio que les pidió Carmelo Ezpeleta, jefe del Mundial, hasta que acabe la carrera.
Pero es Rossi y Rossi puede romper ese pacto cuando quiera, demostrando que está contra las cuerdas. Poco importa que, tras aquella lucha que denuncia, Márquez ganase la carrera y, encima, superase a Jorge Lorenzo en la última curva regalándole a Rossi los cinco puntos de más que podrían darle el título. Luego, se los pagó con un rodillazo en Malasia, que purga saliendo hoy el último en el revirado circuito de Cheste.
Esa es la auténtica historia de Australia. Con claca o sin ella.
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