ATLETISMO

Un sir incansable

Abascal compartió carrera y paseo con Coe en Holanda

Abascal, compartiendo podio con Coe y Cram en Los Ángeles-84.

Abascal, compartiendo podio con Coe y Cram en Los Ángeles-84. / periodico

GERARDO PRIETO / BARCELONA

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Un formidable maratoniano de los años 90, Moses Tanui, contaba a un grupo de periodistas cómo había ganado su primera carrera importante en Eldoret. Se había levantado de noche y tras 20 kilómetros de trote había llegado sangrando por los dedos de los pies pero a punto para la salida, a primera hora de la mañana. Con el premio pudo desayunar unas mazorcas de maíz y volver otra vez a su aldea en Kapsabet con un buen regalo para su madre. 

La historia de Moses es conmovedora y refleja la actitud vital de los corredores del Este africano. Aunque para mí no era nueva del todo.

En 1987 coincidí con Sebastian Coe en la reunión de Hengelo que organiza el exrecordman de la hora, Jos Hermens. Entonces viajaba yo asistiendo a José Manuel Abascal en una gira europea que comenzaba precisamente en la patria chica de Fanny Blankers Koen. Abascal era el prototipo de atleta constante, sacrificado y competitivo. Acababa de ganar la primera medalla olímpica del atletismo español en pista en Los Angeles-84, un bronce que le permitía compartir podio con la crema británica: Steve Cram, plata, y Sebastian Coe, medalla de oro, naturalmente.

El de Hengelo era el primer 1.500 de la temporada al aire libre para Abascal y se saldó con un gran registro (3.33.66 minutos) y el segundo puesto, a rebufo del elegante corredor inglés. Sebastian felicitó a José Manuel por su crono y le invitó a volver al hotel trotando. El hotel estaba a casi 15 kilómetros del estadio dedicado a la campeona holandesa. El atleta del FC Barcelona se había vaciado en aquel 1.500 aprovechando que estaba Coe y a sabiendas de que se correría muy rápido. Así que estuvo a punto de decirle que no, que lo sentía pero que estaba muy cargado. Le dijo que sí. Mi madre decía que a veces se juntan el hambre con las ganas de comer. Les esperé en recepción. "He sufrido más para llegar aquí que durante la competición", me dijo el cántabro, resoplando mientras el legendario sir Sebastian Coe atendía a la prensa.