DESENLANCE EN EL CAMP NOU

Adiós al Barça de las 6 copas

Un equipo azulgrana muy lejos del campeón no puede con el Athletic que levanta su primer título en 31 años

Los jugadores del Barça, abatidos al término de la Supercopa de España, mientras el Athletic celebra la victoria en el Camp Nou

Los jugadores del Barça, abatidos al término de la Supercopa de España, mientras el Athletic celebra la victoria en el Camp Nou / periodico

DAVID TORRAS / BARCELONA

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El Barça se ha quedado lejos de la remontada, tan lejos como lo está del Barça que se ganó el honor de pelear por este título. El Barça del triplete se quedó en Berlín y hay que esperar que regrese cuanto antes para ser el que era, y volver a pelear por la Liga y cerrar este círculo glorioso en Japón con el quinto título. No será el Barça de las seis Copas pero será el de las cinco, que le emparenta con otro equipo de leyenda, un honor merecido muy por encima del recuerdo de un golpe menor que quedará en el olvido. Este, el Athletic ha alzado una copa que llevaba esperando 31 años, y lo hizo merecidamente (4-0 y 1-1) por más que el título debería corresponderle al Barça sin jugarlo. Pero la gabarra podría volver a bajar orgullosa por la ría de Bilbao, aunque no lo hará, con la misma alegría que algunos vascos acabaron cantando anoche en el Camp Nou, dos meses y medio después de haber llorado en este mismo escenario otra derrota en la Copa.

Perder la Supercopa de España no es un drama. O no debería serlo cuando llega justo después de un triplete. Pero este Barça es víctima de sí mismo y de su pasado, del recuerdo de la seis Copas, una gesta imposible que hizo realidad y que en cuanto se apagaron los fuegos artificiales de Berlín, empezó a rondar por la imaginación culé, no ya como algo inalcanzable sino como una cuenta atrás que se cerraría en Japón con otro seis de seis. Y sin 'folre'. Nadie pareció recordar que al Barça de Guardiola este segundo triplete le costó tanto como el otro. Ni siquiera jugar con fuego ante el Sevilla alteró ese aire de superioridad, esa sensación de que ni el Athletic ni cualquiera que aparezca en el Mundial de Clubs podía robarle al campeón de todo tres títulos menores que solo era cuestión de ir sumando hasta cerrar el sextete, una palabreja que no invocaba nada bueno desde que empezó a escucharse.

Resignación y tristeza

La remontada no ha pasado de una ilusión, de un hablar por hablar antes de jugar, siempre con el Barça ideal en la cabeza y no el real a estas alturas, anclado de los pies a la cabeza y sin la finura necesaria para sortear un duelo tan cuesta arriba. Ni el mejor once ha podido con la mochila de los cuatro goles y ha acabado rompiéndose poco a poco hasta quedar patas arriba, sin una gota de aire, bajo un aire de tristeza y resignación inquietantes.

Nadie como Messi para explicar esa misión imposible. No hay remontada sin el 10, y a él se encomendó el Camp Nou, que por más que fuera una torre de babel gritó el nombre de Leo a coro, una reverencia universal a la que el 10 ha tardado en corresponder, encerrado en una jaula, perseguido por un sinfín de piernas, en medio de una pista americana llena de trampas, entre codazos, empujones y su propia ansia de querer repetir en cada balón el gol imposible de la final de Copa.

A imagen y semejanza de su guía, el Barça se ha ido enredándose en su ímpetu, enfrentado al tictac del reloj, y a la presión psicológica del marcador, 4-0, 4-0, 4-0, un martilleo que ha acabado golpeando a la grada, viendo pasar el tiempo, contando ataques y descontando ocasiones. ¡Ay! ese larguero de Piqué a los cinco minutos, que distinto habría sido todo, se decían mientras el Athletic daba gracias de seguir tan vivo. Messi, el héroe inalcanzable ha puesto el pie en tierra y ha parecido uno más. Aún así, ha marcado. Pero le faltaban tres tantos más. Demasiados.

Arbitraje desastroso

A la que el partido ha entrado en el terreno pasional, por obra y gracia del árbitro, un desastre con aire provocador que ha dejado pasar unas cuantas tarjetas al Athletic y se ha ido a por Piqué a toda prisa para sacarle la roja, el Barça ha acabado desquiciado y ha perdido el rastro del juego que más le interesaba. Ya estaba casi todo perdido, pero la expulsión de Piqué, uno de los que más fe tenía, y que ha encendido la ilusión en cuanto el Barça ha empezado a perder el título en San Mamés, ha puesto el punto final a la esperanza. No ha habido hueco para que Pedro tuviera otra aparición, quizá la última. Habría sido el gol 100, una cifra simbólica para cerrar su etapa. Tal vez, sea un signo de que no haya llegado al final.

No había nada que hacer, y en medio de esa resignación, Aduriz ha aparecido fiel a su cita con un torneo que podría llevarse a casa. La noche se ha cerrado entre gritos de "Athletic, Athletic" en el mismísimo Camp Nou, donde había acabado entre lágrimas con otra Copa perdida. También frente al Barça. También frente a Messi. Pero no eran los mismos. Ni siquiera Leo, que casi siempre es Messi, estuvo cerca de Messi. Pero ahí están los cuatro títulos. Y falta el quinto.