LA ACTUALIDAD AZULGRANA

Incógnita Luis Enrique

La junta, tras lograr la Liga, presiona ahora para que el técnico no se vaya después de haber erosionado su posición en enero

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MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Cuesta encontrar fotos de Luis Enrique festejando el título de Liga, el primero de su carrera como entrenador, sobre el césped del Calderón. Se abrazó efusivamente con Juan Carlos Unzué, su segundo, su otro yo, y se coló discretamente en el vestuario, huyendo de los focos, dejando la escena del éxito a los jugadores. «Prefiero celebraciones íntimas y tranquilas», se disculpó el técnico del Barça, quien mantiene, aún hoy, a dos partidos del triplete, la incertidumbre sobre su futuro. Con la Liga en la mano y un contrato que le garantiza su continuidad hasta el 2016, Luis Enrique esquiva el tema.

Sumergido en un final de curso espectacular, con un título en el bolsillo, el de la regularidad, pendiente de ganar la Copa (30 de mayo ante el Athletic en el Camp Nou) y de conquistar la Champions (6 de junio en Berlín ante la Juventus), el técnico no tiene tiempo, ni ganas, para mirar más allá. El club, mientras, no para de presionar ahora, aferrándose a ese documento contractual que tiene firmado. A cada pregunta sobre si seguirá, Luis Enrique tiene siempre la misma respuesta. «Yo decido mi futuro. No tengo prisa ni nada que me obligue», sostiene el entrenador, que no olvida los tumultuosos días de enero, tras la derrota en Anoeta, donde su figura llegó a cuestionarse de tal manera que se manejaron otras opciones.

BAJO TENSIÓN

Tan erosionada estaba su posición en el club que la persona que apostó por su fichaje (Andoni Zubizarreta) fue el primero que cayó, tras ser despedido de mala manera. No hubo ni una llamada telefónica siquiera del presidente Josep Maria Bartomeu, que eligió a Zubi como responsable de esa crisis, pese a haber pilotado la reconstrucción del equipo el verano pasado. Un equipo que roza ahora el triplete. Fue entonces cuando Luis Enrique dejó una frase que aún sacude a la junta.

«La marcha de Zubi me debilita. Es una noticia triste. Fue él quien me trajo al club», afirmó el técnico, que no ha parado de repetir elogios en los últimos meses hacia esa antigua estructura deportiva. «Este año se han hecho muchos esfuerzos y muy buenos, con grandes aciertos en la dirección deportiva», destacó el técnico en abril. Con la nueva dirección, en cambio, la relación es protocolaria. Apenas habla con Rexach y Braida, ni con los directivos Mestre Bordas, amparándose en que solo le ocupa el presente.

INQUIETUD EN EL CLUB

No hay día, desde hace un par de meses ya, en que no le pregunten por el futuro y no hay día en que Luis Enrique mire hacia otro lado. «Gane o no gane títulos, yo siempre decido mi futuro. No tengo prisa ni nada que me obligue», dijo el técnico del Barça el sábado antes de viajar a Madrid. «¿Qué haré? No tengo nada que hablar hasta que no acabe la temporada», sentenció el domingo en el Calderón, con el traje todavía empapado tras festejar la Liga, despachando con idénticas palabras e idéntica frialdad un asunto que inquieta al club y al entorno.

«No sé si continuará», dijo este lunes Johan Cuyff, el entrenador del 'dream team' en los 90, el equipo que abrió la época dorada del Barça. «No conozco sus cosas personales. Si ves los resultados dices: 'No se va'. Sería un poco raro si se va». Sería raro, sin duda, pero a Luis Enrique se le deben interpretan tanto sus mensajes como sus silencios.

«Hace 10 meses empecé aquí, con muchos cambios y se venía de no ganar nada...», recordó en el Calderón, asumiendo que era imposible pedir «un año de transición». Y menos él. «No me he tenido que reivindicar. A un entrenador si le va mal lo ejecutan, si te va regular te critican y si te va bien, en mi caso vas a tener criticas», reveló, asumiendo que, a pesar de estar en «Disneylandia», así lo definió él, la vida no es tan plácida. Ni con la Liga.