ANÁLISIS

Qué poco le importa meter la pata

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Le tienen tanto miedo a los hombres (con razón), les asustan tanto los que mandan en las televisiones (que son hombres y más ahora que han logrado aburrir hasta a Mònica Terribas), tiemblan tanto ante su presente y futuro y, sobre todo (con razón, fijo) a las represalias que su opinión pudiera tener, que las comentaristas de la tele, excelentes, profesionales, eficaces, veteranas, jóvenes, deportivas, con las que llevo todo el día hablando, no quieren salir ni en nuestro periódico ni en estas líneas, rápidas, sueltas, fugaces, casi tuiteras.

Pero todas ellas, todas y, aunque no les dé los nombres, allá ustedes si se los imaginan, dicen queSara Carbonero está haciendo un flaco favor a su profesión, a ellas, a sus impecables trayectorias, coherentes y sensatas. Porque ellas, alguna jefa, varias currantes y, sobre todo, todas, todas, a pie de cancha, de pista, de circuito, de campo, coinciden en que una cosa es que te impresione el medio, te derrote el directo, tiembles en el debut y otra que, 12 minutos después de una tanda de penaltis, le preguntes a Iniesta 'de mi vida', autor del segundo lanzamiento (justo, justo, el que fue detrás del que falló Xabi Alonso, es decir, uno vital) que si le hubiese gustado lanzar uno de los máximos castigos.

"Eso es mucho más que nervios, eso es falta de profesionalidad”, insiste una de ellas. "Y nos hace un daño que ni te cuento". Y me lo cuentan, pero solo puedo escribirlo. Y ustedes creerme. Porque, encima, todas ellas se quejan de que Sara Carbonero acaba su desafortunada intervención diciéndole a sus compañeros de plató que "ya veréis mañana el Twitter", como si le encantara, o no, ¡qué se yo!, ser diariamente 'trending topic'. De ahí que esta vez le despidiese Manu Carreño, y no Paco González, con el universal y cibernético "gracias, Sara". Y sonrisas, muchas sonrisas, como no podía ser de otra manera. "De verdad, Emilio, está jodida", me dijo uno de sus acompañantes habituales en esta Eurocopa. Y le creo, pero no es de eso de lo que hablamos, es del daño que alguien así hace a la profesión. Como tantos otros, sí, hombres y mujeres, veteranos y jóvenes, faltaría.

He querido hacer una información al respecto, recabando la opinión profesional (no sangrienta, no la necesito, para eso está el adorado Twitter) de todas ellas. Y ninguna, aún coincidiendo en su versión de los hechos, ha querido figurar con nombre y apellido. Por eso escribo estas líneas, que enfadarán a muchos, pero que son, simplemente, un llamamiento a ellas, que, sabiendo que mandan los hombres (especialmente, el poderoso Paolo Vasile), han preferido contarme las cosas al oído y no en el papel. Y como a Vasile lo que le interesa es la audiencia, ya le va bien que Sara Carbonero meta la pata. Porque Vasile también vive del 'trending topic', de las palabras claves que emergen delGoogle. A mí, la verdad. me duele por ellas. Porque las conozco y son buenas, muy buenas. Ah!, y suerte tuvo esa chica de que el entrevistado era el bueno, el inmaculado, el bondadoso Andrés Iniesta, que le contestó como si fuese 'hijo' de la Madre Teresa de Calcuta.

Insisto, he tratado de contarles qué opinan ellas, las buenas profesionales, de Sara Carbonero, pero no lo he logrado. Si quieren creerme, me creen. Si no, qué mala suerte.