POLÉMICA POR EL HIMNO NACIONAL
Una desafección lejana
La dictadura de Primo de Rivera cerró el estadio de Les Corts en 1925 después de que la afición culé silbara la 'Marcha Real' Gamper fue enviado al exilio
Puede que Esperanza Aguirre eche de menos tiempos lejanos cuando reclama la suspensión de la final de Copa entre Barça y Athletic, es decir, catalanes y vascos, si en los prolegómenos se silba el himno nacional. Igual la presidenta de Madrid, a la búsqueda de algo que tape el escándalo de Bankia y el déficit desbocado de su comunidad (¿eso no es antipatriótico?), haya buscado y rebuscado en la historia del Barça y encontrado un precedente. Que lo hay. Fue el 14 de junio de 1925, en plena dictadura de Miguel Primo de Rivera, quien se hizo con el poder en 1923. Y contra el Barça, desde luego, lo ejerció.
El estadio de Les Corts acogía un partido de homenaje al Orfeó Català entre el Barça y un equipo de la Royal Navy británica. Los azulgranas se impusieron con claridad por 3-0, en un partido de guante blanco, pero el lío, y gordo, se produjo en el descanso. La banda de música de la Royal Navy, para amenizar los 15 minutos de tregua futbolística y como deferencia al respetable, interpretó laMarcha Real.Les Corts, con 30.000 espectadores que llenaban las gradas, estallaron en pitos y abucheos. Luego loarreglaroncon una larga ovación alGod save the King.Aquello cambió la historia del club.
Expulsión de Gamper
Justo Conde, comandante de seguridad, pidió en un informe a la autoridad superior«la clausura del estadio y la disolución definitiva de la entidad».No contento con eso, solicitaba también«la expulsión del territorio nacional del señor Gamper», entonces presidente azulgrana, al que hacía responsable de«las constantes pruebas de desafecto a España».El 24 de junio, diez días más tarde, Jaime Milans del Bosch, gobernador civil de Barcelona, ordenaba el cierre de Les Corts por seis meses,«no pudiendo durante dicho tiempo dar espectáculo alguno en su campo ni concurrir a otros como tal asociación ni usar los emblemas ni distintivos de la sociedad».
Gamper, que al poco tiempo fueinvitadoa abandonar la presidencia del club y regresar a Suiza, alegó en busca de una rebaja del castigo que«si la Marcha Real no se oyó con la devoción debida fue por no hallarse preparado el público, y de ahí que se produjeran siseos».
Arcadi Balaguer, amigo personal del rey Alfonso XIII y que relevó a Gamper en la presidencia del club, logró rebajar el castigo a tres meses, por lo que el Barça pudo iniciar con normalidad la temporada a mediados de septiembre. Eso sí, después de que 12 religiosos bendijeran el estadio de Les Corts para«exorcizar los malos espíritus separatistas que lo habían contanimado».
Gamper, por su parte, pudo regresar a Barcelona, pero bajo la prohibición de ostentar cargo alguno en la entidad barcelonista. En 1930 falleció. Ochenta y siete años después, la desafección sigue vigente.
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