La Liga de Campeones

La quinta de Pep

El Barça, con nueve canteranos, prolonga un ciclo histórico y ya está a dos pasos de Múnich

DAVID TORRAS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No era una final, ni siquiera el último paso antes de entrar en Múnich, pero era la noche, la noche de no quedarse a medio camino y hacer realidad lo que se daba por hecho. El Milan nunca muere de cualquier manera, y con todo en contra, obligó al Barça a pelear de principio a fin para colocarse en la quinta semifinal consecutiva, récord en la Champions e igualando el del Madrid de Di Stéfano en la vieja Copa de Europa, un signo más de la gloriosa era que vive el club y del cambio hegemónico. Lo hizo con un guión extrañísimo, con dos goles de Messi de penalti y uno de Iniesta que enterraron el empate italiano (3-1). Y lo hizo con nueve titulares de la cantera, la quinta de Pep, una seña de identidad inimitable.

No llegó a pasarlo mal, pero lo que parecía un paseo cuando a los 10 minutos Messi marcó el primero, se convirtió en un partido lleno de incomodidades y muy poco agradecido. Con los italianos, nada es fácil. Cuestión de oficio. Claro que, por más que jueguen de blanco para hacer feliz a Berluconi y su recuerdo de la final de Atenas, el Milan de hoy está muy lejos de aquel. También el Barça, que de la mano de Guardiola tiene prohibido contemplarse en el espejo y recrearse en sus conquistas.

«SEMPRE JUNTS» / Así se explica su incansable espíritu y esa capacidad para afrontar cualquier cita como si fuera la primera. Ayer volvió a hacerlo, empujado por el ánimo y el aliento de un Camp Nou que tampoco es tal como era. Mantiene temores ancestrales pero ya no duda, cómo va a dudar de este equipo, y fue fiel al lema que desplegó antes de empezar en un gigantesco mosaico: «Sempre junts». Sí, juntos, de la mano, marchando hacia Múnich, en ese recorrido paralelo al del Madrid.

La victoria, es verdad, llegó gracias a un fenómeno paranormal, un arbitraje desconocido, simplemente, por pitar como corresponde. Lo que es imposible en la Liga, lo que no pasa nunca, ocurrió anoche en la Champions. Bjorn Kuipers tuvo el detalle de devolverle al Barça lo que su colega Jonas Eriksson le birló en Milan. Dos penaltis. No pitó nada que no fuera pero hiló fino sobre todo en el agarrón a Busquets, similar al que le hicieron a Puyol en la ida.

Dos decisiones que es de esperar den que hablar a quienes van del villarato al platinato según conviene. Ayer, en el descanso, ya apareció un tweet de Eladio Paramés, el amigo de Mourinho: «Después de estos primeros 45 minutos ya se sabe quien va a ganar la Champions». Igual su querido Mou recupere algún día el discurso del por qué, de la vergüenza que siente cuando otros ganan y que no el sintió con Benquerença, del Unicef y todas aquellas patrañas. Sería una buena señal. Querría decir que el Barça ha llegado a Múnich y ha levantado la quinta Champions.

¿EL CHELSEA? / Queda camino por recorrer. Corto, muy corto, pero muy cuesta arriba, sobre todo, si el Chelsea confirma hoy los pronósticos y sigue adelante. Otro hueso duro de pelar por más que pasen los años y se repitan los mismos nombres, Cech, Terry, Lampard, Cole, Essien, Drogba... Stamford Bridge, otra vez, ahí empezó todo, y nada sería igual sin aquel gol de Iniesta.

Don Andrés también apareció esta vez, con un gol que caerá en el olvido, pero que llegó en el momento justo, despejando el peligro de un final angustioso. Ibrahimovic sigue con su maldición. Otra Champions que pierde de vista. Y, en medio de la semifinal, otra cita especial. El clásico. En el Camp Nou, quién sabe si con la Liga mucho más cerca que ahora. Abrochénse los cinturones. Otra vez.