Análisis
El Espanyol vence al miedo en un duelo estelar
En estos momentos estoy sentado en la grada de Cornellà-El Prat, con una sonrisa que está a punto de partirme las comisuras y con las piernas temblando. Podría ser de frío, sí. Pero no. Es de alegría, de euforia. Ya he alzado los brazos tanto como he podido, y he gritado con el gol deÁlvaro Vázquezintentando que él mismo me oyera a unos pocos centenares de metros de distancia. ¿Qué me queda por hacer? Podría bajar al campo y ponerme a saltar. Pero aún me queda un poco de sentido común.
Ya lo sé. Quien no haya visto el partido, o no conozca a fondo la realidad, podrá achacarme un exceso de entusiasmo por un empate en casa. Pero ustedes, que saben cómo está el patio, me entienden perfectamente. De hecho, supongo que quien más quien menos ha hecho algo parecido a lo mío. Y no es para menos. Este punto sabe a victoria porque el Espanyol lo ha logrado contra un Barça en uno de sus mejores momentos. Aún más, es un punto ganado contra el estruendo mediático que ensalza hasta la exageración a un equipo que, por supuesto, es probablemente el mejor del mundo. Pero es un equipo de fútbol. Y es tan humano como todos, por más que a veces se le escape lo contrario a algún comentarista con fervor apasionado. Tan humano es el Barça que no pudo derrotar a un Espanyol que a su lado suele parecer una hormiga en una sabana llena de elefantes.
El Espanyol ganó porque puso el descaro necesario. Especialmente en la segunda parte. Los primeros 45 minutos sufrimos viendo como los periquitos parecían sufrir una vez más ese ataque de pánico que tantas veces le ha impedido dar lo mejor de sí contra los grandes. En esa primera parte nos atenazó la maldita inseguridad, el espanto que nos provoca estar delante de un jugador al que se le dedican reportajes especiales, al que muchos periodistas citan con apologéticos adjetivos.
Pero esta vez la historia fue distinta. Fueron menos errores que otras veces, más resistencia, una confianza que se fue asentando a medida que pasaban los minutos. Y el premio final. Merecido.
Ahora quiero alargar la fiesta, quiero más Espanyol. Creo que voy a aprovechar para hojear los dos últimos libros periquitos que han salido al mercado. Me refiero a la lujosa edición de fotografías históricas queCarles Miraha recopilado con comentarios deQuique IglesiasenSentiment banc-i-blau(un libro para emborronar de lágrimas de emoción cada página), y al relato de la historia europea de los periquitos que haceSergio FidalgoenSinfonía inacabada, un título que aprovecha o que remite directamente a otro sueño, el de volver a Europa. ¿Por qué no este año? A mí me va bien. ¿Y a ustedes?
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